En la era del cambio climático afloran escenarios adversos para la humidad y los ecosistemas en general.
La Organización Meteorológica Mundial –OMM, agencia de la ONU especializada en el tiempo, clima y agua– que le ha estado tomando el pulso al planeta a través de los modelos climáticos, prevé un aumento de la temperatura media en la mayoría de las regiones terrestres –regionales, nacionales y mundiales–, y oceánicas, con lluvias intensas, pero también en algunas regiones con serios déficits de precipitaciones.
Petteri Taalas, secretario general de la OMM, lo sintetiza: “Si bien la pandemia del COVID-19 ha generado una profunda crisis sanitaria y económica a escala internacional de la que la tardaremos años en recuperarnos, es fundamental recordar que el cambio climático seguirá representando una amenaza constante y creciente para la vida humana, los ecosistemas, las economías y las sociedades durante los siglos venideros. La recuperación de la pandemia de COVID-19 es una oportunidad para tomar un camino más sostenible hacia la resiliencia y la adaptación frente al cambio climático antropógeno”.
De acuerdo con este organismo los extremos climáticos, en los últimos 50 años, han originado más de 11,000 desastres, han provocado 2 millones de víctimas mortales y en el terreno de pérdidas económicas se estiman en 3.6 billones de dólares.
La información científica de la OMM revela que la energía que emite el Sol no ha aumentado en los últimos 30 años, sino que los cambios que hoy se registran con altas temperaturas se debe al calentamiento global generado por los gases de efecto invernadero, como son el bióxido de carbono y el metano, entre otros.
La intensa y constante quema de combustibles fósiles –petróleo, carbón, gas natural y gas licuado de petróleo–, que son hasta ahora la principal fuente de energía en el planeta, han provocado el ascenso sistemático de las temperaturas en el mundo, y con ello los peligros vinculados al clima son más impactantes.
A estas proyecciones se suman investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, quienes prevén que debido a esa constante quema de combustibles fósiles en el mundo, las temperaturas podrán alcanzar un aumento global promedio de entre 3 y 5 grados Celsius en los próximos 50 años, lo cual sería catastrófico para la biodiversidad. Por ahora, los reportes científicos indican un aumento promedio de 1 grado y con claras tendencias a alcanzar a mediano plazo 1.5 grados °C.
La velocidad con la que sube la temperatura a nivel global está imponiendo cada vez mayores retos a la humanidad como lo es en la forma de adaptación a las consecuencias del calentamiento global.
Para la OMM, nuevos récords de calor afloran como el ocurrido en el hemisferio norte (donde se han registrado las temperaturas récord más bajas con -89 grados °C), cuando el 20 de junio pasado se monitoreó una temperatura de 38 grados °C, cuya ola de calor también impactó a Siberia. Aún los expertos siguen las investigaciones para verificar si se trató de la temperatura más elevada en el círculo polar ártico.
Y otros datos sorprendentes del mismo organismo indican que en 2018, aproximadamente 108 millones de personas en el mundo solicitaron ayuda del sistema humanitario internacional debido a los daños generados por tormentas, crecidas de mares y ríos, sequías e incendios forestales. Y, además, estiman que hacia el 2030 la cifra de afectados podría aumentar en casi 50%, y el costo asociado alcanzaría los 20,000 millones de dólares anuales.
Otros investigadores desarrollan la hipótesis de que el deshielo en los casquetes polares podrían liberar algunos virus letales, que desconoce la humanidad, y que han estado atrapados por miles de años en el hielo. Además, ese capas de suelo congelado (permafrost que ocupa un 25% de la superficie de la Tierra) concentran gases de efecto invernadero como el metano y el dióxido de carbono.
Lo lamentable, en el caso mexicano, es que con toda esta evidencia científica las autoridades del gobierno federal decidan aún seguir apostando al uso del carbón, combustóleo y gas natural para producir energía eléctrica, y han congelado el uso de las energías limpias como la eólica y solar. Se han cerrado a las inversiones privadas, nacionales y extranjeras, con el argumento de privilegiar a las empresas públicas, pero al caer en esta política no hacen más que elevar la contaminación atmosférica, atentar contra el ambiente y seguir coadyuvando con el calentamiento global.
México es altamente vulnerable al cambio climático, principalmente con el tema del agua. En nuestra última columna reseñé que 26 estados del país han padecido extremas sequías, y en seis estados en los que históricamente llovía mucho, ahora alcanzan el 50% de su patrón de lluvias.
Es hora de rectificar las políticas ambientales, los errores de un gobierno de 6 años impactarán por décadas a los ecosistemas.
El retroceso ambiental en el país es grave. Que la humanidad tome nota.
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