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El sorpresivo acuerdo. Replanteamiento de la estrategia de seguridad. ¿Riesgo calculado?

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Gran asombro ha causado el reciente acuerdo del Ejecutivo por el que se dispone de la Fuerza Armada permanente para llevar a cabo tareas de seguridad pública, en principio porque se aprecia a contracorriente de la política declarada desde la campaña respecto a la modificación de la estrategia de combate al crimen que, hasta hace unos días, fue enfática en señalar que no se debe “combatir el fuego con el fuego”, fustigando con insistencia las malas decisiones de administraciones anteriores por el empleo que se hizo de las Fuerzas Armadas para combatir al narcotráfico y que desembocó en un incremento de la violencia en todo el país con el baño de sangre asociado.

 El presidente fue también explícito en las declaraciones sobre su determinación de sustraer paulatinamente a las Fuerzas Armadas de esas tareas, lo que brindó la justificación fundamental para la creación de la Guardia Nacional (GN), con un carácter civil y una vocación policial, si bien, echando mano de efectivos militares de tierra, mar y aire para su conformación.

El acuerdo publicado el pasado día 11 de este mes causó extrañeza, no sólo por lo intempestivo de su emisión y la reversa del planteamiento original, sino por la circunstancia que atraviesa el país ante la emergencia sanitaria, generando toda clase de especulaciones y expresiones públicas de diversos sectores sociales y del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU cuestionando la medida.

que hacer con la guardia nacional
Ilustración: Víctor Solís.

Las suposiciones fluyen, algunos consideran que esto constituye un retroceso en el giro que pretendía dársele a la construcción de la paz. La pregunta es: ¿Qué motivó al Primer Mandatario a tomar esta decisión en este preciso momento?

Si se acude al contenido del documento publicado, debería entenderse, de manera textual que las innegables condiciones de inseguridad y violencia en ascenso demandan de la participación obligada de las Fuerzas Armadas para su contención, toda vez que el experimento de la Guardia Nacional no ha cuajado y se requiere de tiempo para su consolidación. Otras lecturas más radicales señalan que la decisión se adopta ante el fracaso de la naciente policía nacional, lo que obliga a recurrir nuevamente a las tropas.

Los partidarios de la sospecha y la conspiración, por su parte, han comenzado a plantear escenarios que van desde desacuerdos internos entre los actores principales del gabinete de seguridad que obligaron al comandante supremo a tomar la decisión extrema de disciplinar a los militares y ponerlos al mando de un secretario civil (SSPC), quien es, formalmente, el jefe de la GN.

Algunos de tendencia geopolítica sugieren presiones externas o condicionamientos en la relación diplomática, que tendrían que ver, entre otros temas, con la reciente petición de información que hace el gobierno mexicano a la embajada norteamericana sobre el operativo “rápido y furioso”. Otros prospectivistas, hacen referencia a un acto de previsión frente a una potencial crisis social que sería originada por las afectaciones de la pandemia en la economía y particularmente por la pérdida de empleos de millones de personas, en un esquema de recesión y consecuente conflicto.

sorpresivo acuerdo
Ilustración: Kathia Recio.

 Los más estratégicos identifican una maniobra al estilo vuelta inglesa en la que se generó la idea de producir, con el propio embrión de las Fuerzas Armadas, una nueva organización bajo un mando civil, que, una vez constituida, apostara por engullir a su progenitora.

La realidad es que, ante la ausencia de tratamiento público del tema, el lacónico acuerdo abre amplias posibilidades a la especulación y a la negación, particularmente por el mensaje difuso que se envía a la opinión pública y genera expectación e incertidumbre, cuando no, abierta oposición en sectores determinados, básicamente aquellos que han pugnado, desde el origen de la estrategia anunciada por Calderón, por el retorno de los soldados a sus cuarteles.

Es innegable el alto índice de violencia e inseguridad en el país, la ostensible demostración de fuerza que despliegan los cárteles y su creciente capacidad operativa, de control territorial y social, que será catalizado por la crisis y no se percibe otra manera de contenerlo sin la participación de las Fuerzas Armadas ante la realidad evidente. Es innegable también que no puede exigirse a la Guardia Nacional que a un año de ser formalmente anunciada su alta se le pidan resultados mágicos, cuando, en la práctica, su creación rompió ligas orgánicas institucionales de alto calibre, tanto en la estructura netamente militar como en el esquema de seguridad pública, con las consecuencias funcionales, legales, operativas, morales y doctrinales, que no son temas negligentes.

acuerdo con la guardia nacional
Ilustración: @MaguMonero.

Si se pretende fincar en la Guardia Nacional un fracaso, es muy temprano. Si se pretende subordinar a las Fuerzas Armadas a esta fuerza policial de reciente cuño y esencia castrense, que es su origen y mantiene un mando militar, aunque hoy depende de una autoridad civil, lo que se avizora es confusión y conflictos de autoridad que deben preverse y definir con nitidez los alcances y los límites de actuación.

Los ejércitos de México, sus soldados de tierra, mar y aire tienen una tradición mística hereditaria, un ADN peculiar, con el cual han superado, con creces, los avatares políticos e ideológicos, en ello fundan su institucionalidad como soporte de la legalidad y la fortaleza de la república, no son entidades efímeras ni fácilmente remplazables. Son cuerpos orgánicos que actúan con sentido, identidad y armonía, adaptándose a las circunstancias, pero deben calcularse milimétricamente los riesgos y las consecuencias de su empleo.

Seguramente el debate se intensificará en los próximos días y se calentará el ambiente político y mediático, pero debe tenerse presente que la primordial responsabilidad del Estado, la esencia y razón de ser de ese mítico Leviatán, es la de garantizar la protección de la vida y propiedad de la sociedad, que hoy se ve seriamente amenazada para mantener razonables niveles de estabilidad y convivencia. 

No se conoce bien a bien la razón del brusco viraje. Como sea, la decisión ya ha sido tomada, sutil, silenciosa y sorpresivamente y no se percibe intención de dar marcha atrás.

Los acontecimientos hablarán y darán su veredicto con la realidad patente.


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¿Militarización en México?

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Fuerzas Armadas regresan a las calles de México durante contingencia

El Gobierno de México anunció un nuevo despliegue de las Fuerzas Armadas en las calles del país para participar en labores de seguridad pública, despertando la controversia por la presunta militarización del territorio nacional, algo que fue calificado de inmediato como un reconocimiento tácito del fracaso de la estrategia del presidente para bajar los niveles de criminalidad.

En un aviso publicado en el Diario Oficial, el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó que las Fuerzas Armadas (FA) participen “de manera extraordinaria, regulada y complementaria con la Guardia Nacional” en labores de seguridad pública.

En este papel, las Fuerzas Armadas estarán bajo el mando de la Guardia Nacional, una polémica policía con naturaleza castrense creada tras el arribo de López Obrador a la presidencia a finales de 2018, de acuerdo con el aviso.

Las nuevas funciones de las Fuerzas Armadas permanecerán hasta marzo de 2024, prácticamente lo que resta del gobierno de López Obrador, un veterano político que criticó en el pasado la decisión del expresidente Felipe Calderón de involucrar a marinos y soldados en la seguridad pública.

“Su estrategia de seguridad no funcionó y es por eso que tiene que ordenar con este decreto que las Fuerzas Armadas apoyen en seguridad pública”, consideró el especialista en seguridad Juan Ibarrola, en declaraciones al diario Milenio.

El experto añadió que esto permitirá “enfrentar nuevamente a grupos criminales que están haciendo de las suyas, que no estaban haciendo lo que el presidente les pedía hacer. Vamos a estar más seguros”.

López Obrador apostaba a que la criminalidad y la violencia bajarían con su política de no confrontación con grupos armados y con la presencia de la Guardia Nacional, algo que no ha sucedido.

De hecho, marzo ha sido el mes más violento durante el nuevo gobierno, pese al confinamiento de buena parte de la población por el brote de coronavirus. Ese mes hubo 2,585 homicidios dolosos, con un promedio diario de 83 asesinatos. En febrero, la cifra había sido de 2,352 homicidios dolosos, según cifras oficiales.

El mandatario reconoció recientemente que la criminalidad no se ha reducido de acuerdo con sus expectativas, así como la persistencia de la violencia y la confrontación entre las bandas criminales.

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Seguridad Pública Postpandemia en México

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De acuerdo con los resultados más recientes del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), durante el mes de marzo de 2020, 73.4% de la población mayor de edad percibió que vivir en su ciudad es inseguro. Este porcentaje muestra un cierto deterioro respecto de diciembre de 2019, en donde se registró un 72.9%.

Así, los datos oficiales sostienen que los municipios y alcaldías percibidos como más inseguros fueron: Ecatepec de Morelos (con 94.4%), Uruapan (94.1%), Coatzacoalcos (92.1%), Fresnillo (91.4%), Iztapalapa (91.3%) y Villahermosa (91.1%).

Lo que nos lleva a plantearnos, ¿qué va a pasar con todas las personas que están perdiendo sus empleos?, ya que la propia Secretaría del Trabajo y Previsión Social ha informado que entre el 13 de marzo y el 6 de abril se perdieron más de 346,000 empleos formales.

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Ilustración: Iván Vargas.

Y por su parte, el Fondo Monetario Internacional pronostica para México una caída del PIB – 6.6% en 2020. Si consideramos que con cada punto del PIB se pierden entre 200 y 250 mil empleos, estamos hablando de que, “conservadoramente”, más de 1.5 millones de personas perderán sus empleos en 2020. A los que hay que agregar la demanda de empleos de los jóvenes que se suman a la fuerza laboral año con año, equivalente a un millón de empleos más, sin considerar el rezago acumulado.

El gobierno recomienda a los trabajadores que demanden el cumplimiento cabal de sus derechos laborales. Sin embargo, les ha negado reiteradamente a los empresarios el apoyo necesario para sortear la mayor crisis de los últimos 50 años. Lo que los ha llevado a una franca confrontación política entre el gobierno de la República y las principales organizaciones empresariales del país.

Los abogados aseguran a los trabajadores que más les vale llegar a un acuerdo con sus patrones, pues de lo contrario tendrán que presentar una demanda ante las Juntas de Conciliación y Arbitraje –cerrada mientras dura la pandemia–; y cuyo proceso durará al menos cuatro años para llegar a un resultado. Esto debido a que los tribunales laborales acumulan al menos 1 millón de casos pendientes, mientras el presupuesto de los tribunales se reduce consistentemente año tras año, aseveran los abogados.

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Ilustración: Elena Ospina.

EN PERSPECTIVA, México se sitúa como uno de los países más golpeados entre las grandes economías emergentes, ya que a la pandemia se ha sumado el derrumbe de los precios del petróleo, la recesión en Estados Unidos, y la cada vez más limitada capacidad del Estado mexicano de cumplir con la misión fundamental del contrato social: impartir justicia y garantizar la seguridad ciudadana.

Porque créame, estimado lector, esos millones de desempleados van a llevar comida a la mesa de sus familias a cualquier costo, sin importar lo que se tenga que hacer.

¿O tú cómo la ves?


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¿Qué tan seguros te sientes?

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Percepción de inseguridad en México crece en marzo: INEGI

La percepción de inseguridad entre los mexicanos se incrementó por tercer trimestre consecutivo en marzo. 73 por ciento se sienten inseguros.

La percepción de inseguridad de los mexicanos sigue en aumento y en marzo siete de cada 10 habitantes de 18 años o más consideró que vivir en su ciudad es inseguro.

Según datos revelados por la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), del INEGI, en marzo pasado el 73.4 por ciento de las personas dijo sentirse inseguras en su ciudad.

Mientras que en diciembre de 2019 fue el 72.9 por ciento y en septiembre de ese mismo año la cifra se ubicó en 71.3 por ciento. En marzo de 2019, la percepción de inseguridad alcanzó una cifra de 74.6 por ciento.

Esto revela que la cifra de marzo de 2020 es la más alta de los últimos tres trimestres, pero ligeramente inferior a la registrada en marzo de 2019, sin que eso signifique una variación estadística significativa.

Según el estudio elaborado por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) la percepción de inseguridad es mayor entre las mujeres (78.6 por ciento), que entre los hombres (67.2 por ciento).

Señala que Ecatepec, Estado de México; Uruapan, Michoacán; y Coatzacoalcos, Veracruz; son los tres municipios donde la gente dijo sentirse más insegura, con porcentajes de 94.4, 94.1 y 92.1, respectivamente.

Otras lugares con porcentajes altos son Fresnillo, Zacatecas; Iztapalapa, Ciudad de México; y Villahermosa, Tabasco, con cifras de 91.4, 91.3 y 91.1 por ciento, respectivamente.

Mientras que las ciudades con menor percepción de inseguridad fueron San Pedro Garza García, Nuevo León; Mérida, Yucatán; Puerto Vallarta, Jalisco, con porcentajes de 24, 24.8 y 31.8, respectivamente.

Por lugar, los cajeros automáticos, transporte público y bancos, ocupan los cuatro primeros lugares donde la gente dijo sentirse insegura, con porcentajes de 80.8, 73.5, 67.4 y 64.7 por ciento cada uno.

Otros sitios que la gente identificó como inseguros son las calles por donde transita, los mercados y las carreteras del país, con 64.7, 57.5, 56.9 por ciento, respectivamente.

Los sitios menos inseguros son la casa, la escuela y el trabajo con 25.6, 28.5 y 38.6 por ciento.

Al calificar el desempeño de las fuerzas de seguridad se reveló que la Marina, el Ejército y la Guardia Nacional están a la cabeza con 86.2, 83.4 y 69.1 por ciento de aceptación. Las policías estatales tuvieron 48.5 por ciento y la municipal con 39.9 por ciento.

La ENSU muestra que el 34.5 por ciento de los encuestados consideró que en los próximos 12 meses la situación de la delincuencia seguirá igual de mal y el 32 por ciento piensa empeorará la situación.

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Ni el coronavirus disminuye el crimen y la delincuencia

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Pensar que por esta crisis sanitaria los delitos van a bajar porque los delincuentes se encuentran en aislamiento social, es un error.

Si analizamos las últimas cifras oficiales hasta marzo, el comportamiento de los homicidios se mantuvo sin cambios notables, al ubicarse en 83 diarios en promedio, lo que hizo que fuera el mes con mayor número de muertes de este tipo en lo que va del gobierno actual.

Otros delitos tampoco parecen detenerse por la pandemia;  aunque registran bajas que pueden estar relacionadas con el resguardo que debemos seguir. Son los casos de robo de vehículo, y el Estado de México sigue siendo la entidad donde más ocurre, con 179 diarios –hasta el martes 14 de abril– e incluso el huachicoleo, que presenta una tendencia que no sube en el día a día, pero no disminuye con 6 millones de barriles robados al lunes de esta semana, de acuerdo con los datos públicos del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

No olvidemos que uno de los elementos básicos del crimen es la oportunidad y, si ésta existe, entonces se planeará y se invertirá en cometer el delito.

crimen y coronavirus
Imagen: Proyecto Puente.

Es un cálculo de riesgo y de costo-beneficio. Un ejemplo: hace dos semanas y media, un grupo criminal roba un cargamento de oro de una mina en Sonora y huye en una avioneta. Hablamos de un delito muy específico, con criminales que cuentan con habilidades especializadas, pero aun así, el robo se lleva a cabo en plena pandemia y con el riesgo calculado de hacerlo en estas circunstancias.

Por eso es importante que sigamos enfocados en la prevención, que bajen delitos como el robo a casa habitación –tendremos que revisar su comportamiento ahora que mucha gente se fue de su casa a “aislarse” en la vivienda que tiene para descanso o buscó vacacionar encerrados en otro sitio–, o robo a transeúnte y en el transporte público, que podríamos pensar que tendrán un descenso por falta de víctimas a partir de la reducción de la movilidad en el país.

Entendemos que la delincuencia es una actividad ilegal que no tiene prestaciones y que vive al día sobre los crímenes que se puedan cometer para dividirse un botín entre un grupo. Si lo vemos de esa manera, entonces entenderemos que tomarán el riesgo hasta de contagiarse si es necesario para cubrir los ingresos que requieren.

¡La mejor seguridad es la prevención! No caer en engaños, ni físicos, ni electrónicos, tener cuidado con correos, idas al cajero, denunciar de inmediato si sabemos o vemos algo irregular, mantenernos en casa comunicados y atentos.

Aprovecho para reconocer la labor de todos nuestros buenos policías del país, mujeres y hombres, de los miembros de la Guardia Nacional, Ejército y Marina Armada que no han tenido un solo momento de descanso para protegernos en esta contingencia. Pues así como los trabajadores del sector salud son los héroes que combaten esta pandemia, también el crimen no parece quedarse en casa.


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¿Quién prometió un México seguro?

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Cuestionada estrategia de seguridad en México de AMLO.

El presidente Andrés Manuel López Obrador fue cuestionado por los nulos resultados que la estrategia de seguridad en México ha arrojado en su primer año de gobierno.

El 2019 fue considerado el año más violento con casi cien asesinatos al día. Los índices de inseguridad mantienen ensombrecido al país e impactan la economía de las empresas, desincentivando la inversión.

Andrés Manuel López Obrador ha reconocido que los resultados han sido pocos; sin embargo, asegura que su estrategia de seguridad liderada por la Guardia Nacional ha reducido la tendencia que se había mantenido desde sexenios anteriores.

En la foto se muestra al jefe del ejecutivo Federal, Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia mañanera del 22 de enero.

FOTO: VICTORIA VALTIERRA/CUARTOSCURO.COM

Los otros García Luna

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Alfonso Durazo, Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, afirmó que esta administración no tendrá un García Luna. “Podemos darle certeza, a ustedes y al País, de que entre el equipo de primera línea del Presidente de la República no se va a encontrar jamás a un García Luna”, afirmó en el marco de una reunión con el cuerpo diplomático mexicano. Es un compromiso tan singular como relevante. Casi al mismo tiempo, la familia LeBarón fue notificada de la existencia de cuarenta sospechosos involucrados en la masacre de esa familia en noviembre del año pasado. Resta investigar si, entre esos sospechosos, u otros que puedan surgir producto de investigaciones posteriores, hay o no funcionarios públicos locales. Concretamente importa saber si una o varias autoridades fueron responsables por acción y omisión de una atrocidad de este tamaño.

Las declaraciones de Durazo son interesantes a la luz del caso de los LeBarón. Por un lado, el Secretario se limita a hablar de la “primera línea del Presidente”. No expandir ese rango implica un reconocimiento implícito e indirecto de que, en la medida en que la dimensión es más local, más se escapa el control de confianza. Así, garantiza que no habrá un “García Luna” en ese espectro del gobierno federal y de alto nivel, pero le es imposible hacerlo para el nivel local. Por otro lado, la imagen de García Luna como eslabón que encadena el mundo legal con el criminal en un contexto como el de la guerra contra el narcotráfico, es en realidad la prueba de que ambos mundos se encuentran efectivamente vinculados. Si García Luna es la prueba más gráfica y notable de ello, los “pequeños” García Luna, funcionarios menores en las localidades concretas, son quienes habilitan esa concatenación un día sí y el otro también.

Genaro Garcia Luna tribunal de Nueva York
Imagen_ Línea Directa.

Los LeBarón fueron claros. Piden y han pedido que se investigue el porqué las autoridades tardaron tanto en reaccionar. Además, a pesar de que los “llenaron con poquita esperanza” con la información que recibieron, también reconocen desconfianza en las investigaciones oficiales. Cuántos García Luna tiene la administración pública mexicana es una pregunta tan relevante como incontestable en las actuales condiciones. Sin embargo, si sólo se puede transmitir confianza al nivel federal, esto refuerza la idea de un modelo de seguridad también a ese nivel. Olvidar el nivel local supone renunciar a un proyecto sustentable de construcción de paz. Si las localidades no cuentan con autoridades capaces de generar investigación criminal de calidad, y en general procuración efectiva de justicia y reparación de daños, entonces seguiremos apelando a guardias nacionales, gendarmerías, y en general cuerpos militares o militarizados con funciones de seguridad pública.

El tipo de violencia que afectó a los LeBarón y que ha afectado a tantas víctimas a lo largo del país la realizan redes criminales. Es un error pensar que estas redes no incluyen a funcionarios públicos. Esos son los “pequeños” García Luna que el Secretario promete no tendrán, pero sólo en la línea cercana al presidente. El día que esa promesa pueda hacerse en los tres niveles de gobierno, ese día se darán pasos sólidos hacia la procuración de justicia. Después tendrá que venir la atención permanente a víctimas, la restauración y construcción de una memoria, así como el asegurar que lo ganado no se pierda. En otras palabras, todavía son muchísimos pasos por delante. Nos viene bien que no haya otro García Luna en el círculo cercano del presidente, pero nos vendrá mucho mejor que así sea en todo el país.