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Día de la Mujer: Trabajo y cuidados en tiempos de pandemia

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El aumento del número de mujeres en la fuerza de trabajo y su incremento en la matrícula universitaria, constituyen uno de los cambios sociales sin precedentes que transformaron radicalmente las sociedades a partir de la segunda mitad del siglo XX. Como lo ha mostrado la OIT (2019), más del 40% de los puestos laborales en el mundo están ocupados por mujeres.

En México, los cálculos con base en datos del INEGI, muestran que durante las últimas cuatro décadas, la participación de las mujeres en el trabajo extra-doméstico ha aumentado significativamente pasando del 21% en 1970 al 40% en 2019 y su participación es aún mayor en las zonas urbanas del país. El porcentaje de mujeres llega a superar al de los hombres en algunos giros como los de servicios sociales (68%), en hoteles y restaurantes (60%), sectores que han sido especialmente sensibles a la situación de confinamiento derivada de la pandemia.

 Lo mismo ocurre en el ámbito de la educación, donde las mujeres son propietarias de escuelas particulares que han vivido una situación crítica durante esta etapa. Como se sabe, much@s estudiantes se han cambiado a la educación pública y los ingresos de varios colegios ni siquiera alcanza para pagar a las maestras. En el caso de las guarderías, ya habían tenido que enfrentar dificultades previas debido a la decisión del actual gobierno de cortarles los subsidios directos.

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Imagen: The Wall Street Journal.

Lo anterior es también válido para otras empresas cuyas propietarias son mujeres. La mayoría de éstas son de tamaño “micro” y se desarrollan en los sectores “femeninos” de la economía con márgenes reducidos de beneficios y menores disponibilidades de crecimiento, por lo cual, no cuentan con los recursos financieros para superar la situación actual.

De allí, que, según un estudio de McKinsey, las mujeres son 1.8% más vulnerables de perder sus empleos durante esta crisis. A las inequidades en el mundo laboral, se suman las diferencias en las responsabilidades no retribuidas asumidas por las mujeres en el cuidado doméstico. Según datos del INEGI (2014), las mujeres mayores de 12 años en México dedicaban hasta 30 horas semanales a las tareas familiares y del hogar, mientras que entre los varones este número se reducía a tan sólo diez.  

Así, la creciente importancia de las mujeres en la fuerza laboral, y la existencia de pautas más co-participativas en el sustento familiar no han ido acompañadas de las consecuentes transformaciones en las tareas domésticas. Como lo ha señalado Marcela Lagarde, el liderazgo más difícil es el cotidiano, ya que las mujeres tienen que realizar malabares para liderar de forma simultánea a la familia, la casa, la pareja, el trabajo, e incluso atender a los parientes del esposo. Según un estudio comparativo aplicado en veintiún países realizado por Nielsen y Vargas en el 2011, el 54% de las mexicanas afirmaron, que, debido a sus múltiples responsabilidades, siempre “viven bajo presión”.

En las actuales condiciones de pandemia esa situación se ha agravado ya que, con el confinamiento, las cargas domesticas y familiares se han incrementado notoriamente llegando hasta las 50 horas de trabajo semanales. Las mujeres han tenido que desempeñarse simultáneamente como madres, amas de casa, trabajadoras, acompañantes de las tareas escolares de sus hijos cuidadoras de los enfermos(as) y de los adultos de la tercera edad.  


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Todos necesitamos balance de vida personal y vida profesional

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Quizás como nunca, o por lo menos en los últimos 100 años, hoy se requiere que la gente que trabaja con nosotros y uno mismo tenga el mejor balance de vida personal y profesional que podamos alcanzar.

No hace mucho leí un artículo en la que había una declaración de alguien conocido (no lo voy a citar para no darle un lugar que no se merece), que decía que era imposible lograr un balance de vida personal y vida profesional; en su momento lo critique fuertemente en mis redes sociales y lo seguiré haciendo. Esta afirmación la hizo alguien que hoy tiene menos de 40 años y obviamente le falta mucha, mucha experiencia profesional y mucha más experiencia personal. Así que, sin lugar a dudas, les puedo asegurar que sí es posible lograr un buen balance de vida personal y vida profesional.

Soy muy insistente en poner vida personal y vida profesional, porque leo por todos lados que se habla de balance de vida y trabajo, yo mismo caí en esa trampa, como si el trabajo no fuera vida. Cuando lo es todo, desafortunadamente, para mucha gente.

La semana pasada tuve la oportunidad de dar una charla para la Asociación de Empleados del Banco Interamericano de Desarrollo sobre este tema y la verdad de las cosas, asumiendo la responsabilidad que el caso ameritaba, me preparé muy bien, leí varias decenas de artículos al respecto, escuché y vi blogs en varias plataformas, me leí capítulos de libros sobre la materia, etc. Debo decir que, en muchas ocasiones, disfruto tanto dar las conferencias o talleres como investigar para los mismos. Siempre aprendo estudiando y de ahí muchas veces salen nuevos artículos, nuevas conferencias y nuevos talleres.

vida en balance
Imagen: Attorney Artwork.

Así que ahora les comparto algunos de mis principales hallazgos y pongo a su disposición la presentación completa en mi perfil de LinkedIn.

Empiezo presentando un par de definiciones de lo que se entiende por el concepto, para que todos estemos en la misma línea:

“… Es el equilibrio significativo y confortable entre la esfera laboral y la esfera personal (familia, amigos, salud, diversión, etc.) en la vida de un individuo”.

“Encontrar el equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida diaria”.

A nivel de antecedente, comento que, según diversas fuentes, el estrés laboral (es la respuesta que puedes tener ante la sobrecarga de trabajo, conflictos con tu jefe, tus compañeros de trabajo, las pocas oportunidades de promoción o al no tener control sobre las decisiones en el trabajo) es padecido hasta por el 70% de las personas que tiene un empleo.

Hasta cierto punto es buena la presión del estrés por el trabajo. Lo que se conoce como eustrés (estrés beneficioso), pero demasiado estrés durante mucho tiempo no es bueno para la salud personal y muy malo para las organizaciones, ya que las personas con un alto nivel de éste es muy probable que no tomen buenas decisiones, comentan errores, tengan accidentes, etcétera.

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Imagen: Pawel Jonca.

Otro antecedente que se volvió más relevante a partir de la pandemia es que las nuevas tecnologías permiten disponibilidad de los empleados las 24 horas del día; el miedo a perder el empleo y la cultura nociva del trabajo han convertido las jornadas de trabajo en interminables, por lo que se vuelve cada vez más difícil alcanzar un equilibrio entre lo laboral y lo personal.

Sin embargo, todos los expertos están de acuerdo en una cosa: tener un equilibrio de lo personal y lo profesional genera efectos positivos en la salud física, mental, e incluso profesional.

Aunque no podemos hablar de que existe el equilibrio perfecto. Cuando hablamos de balance, podemos imaginarnos teniendo un día de trabajo productivo y pasar el resto del día con la familia, los amigos y/o haciendo lo que más nos gusta.

Desafortunadamente no siempre será posible el balance, el trabajo y tiempo personal podrán variar de un día a otro, por eso es importante que identifiques tus prioridades, tiempos y te puedas adaptar a los cambios constantes para lograr tus metas.

Y aunque no siempre podremos tener equilibrio personal y profesional, al final del día somos nosotros los que tenemos la responsabilidad más grande: nuestras propias vidas, por ello puedo decir que tú eres, en buena medida, accountable de tu buen o mal balance. Recomiendo enormemente leer el reporte de la investigación sobre “el Índice para una vida mejor” elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), donde México, junto a Colombia, resultan ser los países con los niveles más bajos en el “Balance vida-trabajo” de entre 40 países analizados. Con una calificación cercana a 1 sobre 10, mientras que los Países Bajos, Italia, Dinamarca, y España obtienen las mejores calificaciones (OECD Better Life Index).

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Imagen: Mantas Gr.

Una de las conclusiones más relevantes del estudio de la OCDE señala que “cuanto más trabajen las personas, menos tiempo tendrán para dedicarlo a otras actividades. La cantidad y la calidad del tiempo libre son fundamentales para el bienestar general de las personas y pueden generar beneficios adicionales para la salud física y mental”.

Por lo anterior, es fundamental poder identificar cómo estamos invirtiendo o sólo usando, las 168 horas (24 horas por siete días de la semana) que tenemos a nuestra disposición semanalmente.

En un escenario ideal tendríamos que decir que debemos invertir 40 horas en el trabajo y 56 en dormir, por lo tanto, ya sólo nos quedan 72 horas para todo el resto de las actividades que no tienen que ver con lo laboral: comidas, aseo personal, labores en el hogar, deporte, pasatiempos, entretenimiento, leer, convivencia con pareja, hijos/hijas, familia ampliada, amigos, mascotas, redes sociales, labor filantrópica, etcétera.

Aquí hay cinco preguntas que nos tendríamos que hacer: ¿estoy trabajando mucho más de 40 horas?, ¿estoy durmiendo menos de 56?, ¿cómo estoy usando o invirtiendo el resto de mis horas disponibles?, ¿estoy contento o satisfecho con el uso que le estoy dando a mis 72-168 horas?, ¿estoy usando correctamente mis horas en el trabajo?

De la suma de todo lo que leí, hay una serie de recomendaciones para mejorar el balance de vida personal y vida profesional que les comparto:

sobrecarga de trabajo
Imagen: Savatage.

Más flexibilidad laboral;
Apoyar a los colaboradores con más tecnología;
Establecer límites;
Alentar al personal a tomar vacaciones;
Irse a la hora acordada de la oficina;
Apoyar los tiempos de la familia;
Ayudar al personal a cuidar su vida personal, preocuparse por su bienestar;
Dejar la puerta abierta: ser empático, tratar a los demás como ellos quieren ser tratados, hablar de sentimientos;
Hacer una lista de lo que se tiene y quiere hacer cada día;
Ser realista;
Saber priorizar porque todos los días quedará trabajo para mañana;
Evita llevar trabajo a casa. Eso incluye el celular (móvil);
Respetar horarios;
Programar tiempo para descansar, recargar energía todos los días;
Cuidar y planear los días libres.

¿Y tú tienes un buen balance de vida personal y profesional? Si piensas que no, ya sabes lo que tienes que hacer. Te aseguro que no te arrepentirás de siempre buscarlo.


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Identidad laboral: ¿vocación o destino; gusto o destreza?

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Dígame usted: ¿de qué vive, a qué se dedica?, ¿cuál es su forma de vida, su trabajo, ocupación, quehacer, cargo, profesión, oficio, negocio, chamba, empleo o carrera? Las abundantes respuestas a estas preguntas suelen adoptar la expresión en primera persona de “yo soy…” seguidas por una o pocas palabras que en alguna medida definen a un adulto independiente en términos de identidad laboral, uno de los puntales de la autoconciencia, del yo.

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Imagen del antiguo Egipto de un arado tirado por bueyes (1,200 a.C.), una manifestación temprana de un trabajo humano (tomada de Wikimedia).

Para que un trabajo resulte eficiente, productivo y satisfactorio debe cumplir varios requisitos, entre los que destaco los siguientes: (1) su remuneración debe ser suficiente para satisfacer las necesidades de sí mismo y sus dependientes; (2) su práctica debe ser un reto y un aliciente al requerir conocimientos, habilidades, ingenio y disciplina; (3) su producto ostensible debe conferir al trabajador un rol en la sociedad por el cual sea reconocido de acuerdo a sus méritos y capacidades; (4) su ejercicio creativo, provechoso y honesto debe fortalecer su autoestima, orgullo, dignidad y valor. Desgraciadamente, la funesta historia humana de esclavitud y explotación pone de relieve la imposibilidad de la mayoría de los seres humanos para emprender o lograr una vida digna a pesar de su esfuerzo y sufrimiento. Aún en el momento actual, no es fácil alcanzar estas circunstancias laborales porque no sólo dependen de la inteligencia, la decisión y la voluntad, sino de factores sociales y económicos que exceden y limitan las intenciones, capacidades y posibilidades de los individuos. Entre estos factores restrictivos están los que hemos revisado de sexo, raza, cultura y clase social, de tal forma que paliar y eliminar las desigualdades debe constituir un objetivo político elemental y universal, porque el esfuerzo del trabajo debe evolucionar del sufrimiento al bienestar.

Aunque la vida humana no se reduce al trabajo, la labor que una persona desempeña es su manifestación y su ser público más ostensibles. Además de que su trabajo revela la persona a la sociedad, revela a sí misma a la persona. La dedicación a un trabajo suele requerir de todas las capacidades humanas, desde las sensitivas y motoras propias de su cuerpo y manos en actividad, pasando por las facultades cognitivas de atención, razonamiento, memoria o inteligencia, las habilidades sociales de trato, persuasión o equidad, hasta las de la voluntad, que son las más esenciales. En efecto, el trabajo implica un esfuerzo múltiple y sostenido de la voluntad. A este rubro pertenece la elección prudente y certera de las acciones para mejorar en pericia y eficiencia, para conseguir metas de acuerdo con las circunstancias, para persistir frente a los escollos o fracasos o para redefinir el rumbo.

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El lienzo Vocación de San Luis Gonzaga de Giovanni Francesco Barbieri, Il Guercino (1630) ilustra el significado religioso de vocación como llamada de Dios a profesar una vida religiosa.

Vayamos ahora a los factores que condicionan la identidad laboral, un tema polémico entre la vocación tomada como motivación endógena y el destino como condicionante circunstancial, histórico y sociocultural, para defender que ambos son necesarios para el desarrollo del carácter. El término vocación (del latín vocatio: llamada) se aplicó originalmente al llamado de Dios para profesar una vida religiosa y otras actividades de servicio como la medicina o la abogacía. Actualmente indica la inclinación a realizar una actividad particular, sea en los oficios, las profesiones, las artes o las ciencias e implica tanto aptitud como gusto. Vocación suele indicar una orientación innata que predispone a la persona para ejercer una labor particular y se expresa como el impulso para entrenarse en las labores que le son peculiares, así como en la facilidad y el placer de ejercerlas. Es muy conocida la propuesta de Howard Gardner (1995) de ocho tipos de inteligencia que predisponen a labores y dedicaciones particulares: verbal-lingüística, lógico-matemática, visual-espacial, corporal-cenestésica, musical-rítmica, intrapersonal-introspectiva, interpersonal-social y naturalista.

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Diagrama de las inteligencias múltiples de Howard Gardner.

Ahora bien, además de una motivación natural, ocurre un reforzamiento por la práctica de tal manera que el aprendiz no sólo hace bien lo que le atrae, sino que le atrae lo que hace bien: la labor idónea tiene componentes de placer y de pericia que se van reforzando mutuamente en el desarrollo de la persona. Hemos revisado que, según la teoría del habitus de Bourdieu, la apropiación de esquemas de percepción, pensamiento, juicio y acción que los sujetos adoptan en su vida marcan de cierta manera su forma de ser y su actividad. Podría pensarse que estos hábitos eliminan la idea de vocación al imponer sobre el sujeto creencias, actitudes y comportamientos ya establecidos y ejercidos en la cultura, pero sucede que el sujeto elige en mayor o menor medida tomar ciertos hábitos y, dentro de sus restricciones, darles diferente curso de acuerdo con su carácter e iniciativa. Vocación y destino son factores complementarios en el desarrollo de la actividad humana y la identidad laboral.

Al formular la metáfora o el mito de la bellota, el fruto del encino cuyo destino es convertirse en un espléndido ejemplar de la especie, el psicólogo junguiano James Hillman subrayó que la vocación provee a la vida humana de misión e imperativo. Argumenta Hillman que hay algo más que biología y medio ambiente en el que se ubica la persona para definir su destino: una impronta o arquetipo que determina la forma en que se desarrolla hasta producir un individuo único. Esta interpretación platónica de los arquetipos de Jung no me convence pues supone la existencia de fuerzas o entidades organizadas y organizadoras, pero me parece que llama la atención sobre un aspecto crucial de la autoconciencia y el yo que intento revalorar en estos escritos. La metáfora de la bellota puede interpretarse en su sentido más patente de la siguiente manera: el resultante de la interacción entre los factores genético-biológicos y los ambientales-culturales constituye un proceso emergente, un ser cambiante que constituye la autoconciencia que la persona identifica como “yo”.

James Hillman
El psicólogo junguiano James Hillman y su libro sobre la vocación, el carácter y los arquetipos como forjadores del trayecto laboral.

Ofrezco un argumento para fortalecer esta idea invocando la autorreflexión retrospectiva que se hace al evaluar la vida. Las personas inquisitivas suelen buscar referencias culturales, históricas o arquetípicas de la ocupación que tienen o han tenido y de esa manera encuentran sentido a su carrera, actividad o vocación, más allá de constituir un trabajo y un modo de vida. Muchas personas ancianas relatan metafóricamente su vida como un camino que, a pesar de los accidentes, desvíos, fracasos y obstáculos, a la postre define un sendero que confiere propósito a su existencia y de esta manera conforma esa intangible pero vigorosa entelequia que denominan su ser. La palabra propósito en esta última frase no evoca un papel predestinado, sino un camino elegido y recorrido por un agente con deliberación, persistencia y objetivo. Así, al reconsiderar su existencia, las personas sienten que han cumplido un destino y adquieren un sentido personal de provecho y dignidad. La palabra propósito cristaliza el sentido que la persona imprime a su existencia aprovechando sus talentos y las circunstancias en la que le ha tocado vivir para alcanzar objetivos que ha definido y ajustado a lo largo de su trayecto. De esta manera, el ser o el self viene a coincidir con ese trayecto en curso y la relevancia del proyecto de vida se manifiesta en aquellos sucesos que se graban en la memoria como momentos cruciales y marcas indelebles que van definiendo el camino. Decía Borges: “Al fin he descubierto/ la recóndita clave de mis años.”

simbolos de vida
Símbolos del trayecto de vida. El unalome oriental a la izquierda representa un camino sinuoso y ascendente, y a la derecha el laberinto como símbolo occidental de una trayectoria difícil.

Al asentar estos pensamientos sobre la identidad laboral, me ha inundado y guiado el recuerdo de mi padre, Luis Díaz González, emigrante gallego, carnicero en México durante 50 años y hombre de notable voluntad, quien enseñó a propios y extraños que, al final de una senda laboriosa, previsora y honrada, el trabajo desemboca en dignidad, serenidad y contento.


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Cómo enfrentar la crisis en el trabajo frente al COVID-19

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Por el Maestro Antonio Horacio Gamboa Chabbán.


Cuando el estrés en el trabajo se presenta por el riesgo de perder el bien superior que es la vida o de contraer el COVID-19 y dejar expuestos al contagio a nuestros familiares por la convivencia que tenemos en el día a día, resulta indispensable que los centros de trabajo de actividades esenciales en esta etapa que se encuentran en circunstancias de operación, garanticen a sus colaboradores la posibilidad de gozar de salud mental.

En esta circunstancia se encuentran empresas que por la actividad estratégica que desarrollan, resultan esenciales para garantizar que la sociedad estará en condiciones de mantener algún grado de estabilidad, tal es el caso del suministro de alimentos, ya sea por tratarse de productores, agroindustria, comercialización de alimentos, supermercados o algunos otros que se consignan en el Acuerdo del Secretario de Salud publicado el pasado 31 de marzo en el Diario Oficial de la Federación, mediante el cual se establecen medidas para atender la emergencia sanitaria generada por el virus SARS-CoV-2, entre las que destacan la mención de actividades esenciales que podrán continuar su funcionamiento.

En dicho acuerdo se mencionan los sectores fundamentales de la economía como son la distribución y venta de energéticos, gasolineras y gas, generación y distribución de agua potable, industria de alimentos y bebida no alcohólicas, mercados de alimentos, supermercados, tiendas de autoservicio, abarrotes y venta de alimentos preparados, servicios de transporte de pasajeros y de carga, producción agrícola, pesquera y pecuaria, agroindustria, industria química, productos de limpieza, ferreterías, servicios de mensajería, guardias en labores de seguridad privada, guarderías y estancias infantiles, asilos y estancias para personas adultas mayores, refugios y centros de atención a mujeres víctimas de violencia, sus hijas e hijos, telecomunicaciones y medios de comunicación, servicios privados de emergencia, servicios funerarios y de inhumación, servicios de almacenamiento y cadena de frío de insumos esenciales, logística (aeropuertos, puertos y ferrocarriles), entre otros.

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Ilustración: El Comercio.

De igual manera, aquellos necesarios para la conservación, mantenimiento y reparación de la infraestructura crítica que asegura la producción y distribución de servicios indispensables como el agua potable, energía eléctrica, gas, petróleo, gasolina, turbosina, saneamiento básico, transporte público, infraestructura hospitalaria y médica, etcétera.

Por supuesto y con especial énfasis aquellos establecimientos que son directamente necesarios para atender la emergencia sanitaria, como son las actividades laborales de la rama médica, paramédica, administrativa y de apoyo en todo el Sistema Nacional de Salud. El abasto, servicios y proveeduría, entre los que están el sector farmacéutico, tanto en su producción como en su distribución, en específico las farmacias, la manufactura de insumos, equipamiento médico y tecnologías para la atención de salud, los involucrados en la disposición adecuada de residuos peligrosos biológicos-infecciosos, así como la limpieza y sanitización de las unidades médicas en los diferentes niveles de atención.

Por último, todo lo relacionado con la seguridad pública y protección ciudadana, defensa de la integridad y la soberanía nacionales, la procuración e impartición de justicia así como la actividad legislativa en los niveles federal y estatal.

Especial mención las miles de mujeres y hombres profesionales de la salud que están en el frente de batalla en nuestra realidad nacional, mi más amplio reconocimiento a ellas y ellos que sin descanso procuran la salud y mantener la vida de los demás sin anteponer sus intereses personales.

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Ilustración: Canarias 7.

En materia de salud mental, una parte de los procedimientos que se pueden mejorar entre los miembros de las organizaciones, está el corregir aquellas prácticas ineficientes de comunicación y gestión, en este entorno de crisis, la manera de adoptar las mejores decisiones que resulten eficientes no tan sólo para la organización correspondiente sino para el entorno general de la población.

En circunstancias de crisis como las que vivimos es deseable revisar de manera profesional, los horarios de trabajo, su flexibilidad y encontrar a partir del análisis individual, la cohesión de los equipos de trabajo, para brindar mejores resultados para la colectividad.

Diseñar e implementar unas políticas de prevención de riesgos psicosociales representan en estas circunstancias el establecimiento de un código ético de conducta entre patrones y trabajadores, generando las mejores condiciones para el desarrollo de las actividades cotidianas, disminuyendo los riesgos que se generarán de manera inevitable por el entorno generalizado de peligro y confusión en todas las sociedades del mundo.

La economía en una guerra tiene un comportamiento completamente diferente a la economía tradicional que conocemos la mayoría de los que vivimos y nos hemos desarrollado en diversos entornos económicos de las realidades mexicanas.

Nuestra empresa ofrece a las empresas de todo el país como entes productivos, especialmente a las que desarrollan actividades esenciales, un servicio que permitirá aceptar y enfrentar en las mejores condiciones de salud mental de todos sus colaboradores, los efectos de una pandemia que está paralizando las actividades del ser humano, por lo que a partir de el bienestar mental de todas y todos, estaremos buscando fortalecer la esencia del ser humano y con ello, los nuevos retos como organizaciones que prestan servicios esenciales a la población y que de esa manera contribuyen en favor de la población, generando algunos factores de estabilidad.

Sin duda, enfrentar la crisis es tarea de todos y lo mejor que podemos hacer es enfrentarla en las mejores condiciones de salud mental, y con ello evitar daños que en el futuro pueden alterar nuestra estima, reconocimiento y fortaleza ante la vida.


Sobre el autor:

Director General de Evidens

Antonio Horacio Gamboa Chabbán es Maestro en Derecho Público y Administración Pública. Actualmente es Director General de Evidens, S.C., y Presidente del Colegio de Abogados de América Latina (COTAL), A.C.


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Héroes sin capa

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En estos días de pandemia han surgido muchos héroes, en primera instancia y sin duda alguna, los médicos y enfermeras que se encuentran en la línea de combate, pero seguramente hay más que no alcanzamos a ver. Pienso en todo el personal hospitalario que, eventualmente no pensamos en ellos, me refiero a conductores de ambulancias, trabajadores sociales, paramédicos, camilleros, el personal de intendencia, cuya labor ahora es mucho más valiosa, pues al hacer el aseo de hospitales o centros de salud, evitan que se propague la infección.

No sé, seguramente también están contribuyendo con su trabajo todo el personal administrativo, que termina siendo el soporte, precisamente del personal sanitario. Todos ellos son héroes, unos más visibles que otros pero héroes, que luchan por el bienestar de los mexicanos.

Hay otros, sin embargo, que muy probablemente son más invisibles, en ese grupo de personas podríamos incluir a quienes nos atienden en las tiendas de conveniencia, a los despachadores de gasolina, a los cajeros en los bancos o en los grandes supermercados, o incluso quienes manejan la bodega de esos establecimientos.

medico como heroe
Ilustración: Isidora S.

Por otra parte, están policías, bomberos, gente de la Cruz Roja, el Ejército, todos indispensables en estos momentos. Imaginemos por un instante qué pasaría si ellos nos abandonaran a nuestra suerte. Insisto, todos son héroes, unos más evidentes que otros, pero todos héroes.

Y qué me dicen de quienes hacen posible que siga funcionando el Internet, o los empleados de la compañía de luz, qué pasaría si se nos deja de suministrar energía eléctrica, Internet, agua o cualquiera de esos servicios indispensables. Atrás de todos estos servicios también hay héroes invisibles.

También están esos choferes que hacen que las mercancías lleguen a su destino, los conductores de los camiones de pasajeros, o los taxistas. La gente de UBER y UBER EATS, quienes jugándosela por nosotros nos allegan mercancías a domicilio; pienso también en la gente que trabaja para la plataforma Rappi, los de DHL y demás compañías de mensajería, y así podría continuar con un largo etcétera. Nuevamente, todos ellos son héroes sin capa que se la están partiendo por nosotros.

servicios
Fotografía: Reporte Índigo.

Se encuentran, además, las personas que recolectan la basura, ¡¿qué haríamos sin ellos?!, imaginen el caos si estos héroes tan incomprendidos e infravalorados, dejaran de trabajar.

En fin, este virus, esta pandemia, me hace revalorar muchas cosas, me hace apreciar actividades que quizá hemos menospreciado. De igual forma, me pregunto por qué todos estos verdaderos héroes son tan mal pagados y muchos, particularmente los políticos, tienen ingresos bastante extraordinarios.

Esta crisis debería obligarnos a replantearnos muchas cosas, ¿no creen?

Nota aclaratoria. Estoy seguro que se me escapan muchos otros héroes, ya sea por mi propia ignorancia o descuido, pero a todos ellos: Gracias, mil gracias por ser el soporte vital en crisis como la que ahora atravesamos.


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Hazlo sencillo, una forma de vivir y de trabajar

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Para mí el concepto “hazlo sencillo” se ha convertido en una forma de vida tanto en lo personal como en lo profesional y estoy convencido que si más personas y organizaciones lo practicarán estarían mejor en muchos sentidos.

Aquí les comparto los principios de esta metodología que he convertido en una filosofía.

Empiezo señalando lo que la Real Academia de la Lengua Española dice sobre el significado de “sencillo”:

(1) es aquello que no tiene artificio ni composición. (2) es lo que tiene menos cuerpo que otros de su especie. (3) aquello que carece de ostentación y adornos.

Todas estas palabras son sinónimos de “sencillo”: fácil, asequible, elemental, simple, fino, delgado, individual, natural, sobrio, discreto, mondo, lirondo, solo, mero, neto, franco, campechano, sincero, directo, claro, evidente, inocente, ingenuo, humilde, afable, espontáneo.

Seguramente, como a mí, les saltó la palabra mondo y lirondo, así que me di a la tarea de investigarlas y sus definiciones son maravillosas: “adj. Limpio de cosas superfluas. Que carece de algo”.

Mondo y lirondo (loc. col.) Limpio, sin añadidura, ser la monda (loc. col.), ser muy divertido e ingenioso. Mondo/a (del latín mundus) es un adjetivo que define algo limpio y libre de cosas superfluas, mezcladas, añadidas o adherentes.

Finalmente, señalo el origen etimológico de la palabra sencillo: procede del latín singellus, por singulus, que significa “solo”, “único”.

Imagen: www.un.org.

En esta lógica, lo primero que frecuentemente me preguntan en mis talleres y conferencias sobre el tema es ¿por dónde empiezo? Y la verdad es que la respuesta no siempre es la misma, pero el fin de esta, sí. ¿Por dónde quieres empezar tú? Les contesto.

Siempre hay que empezar por contestar estas preguntas: ¿Qué es lo que más trabajo te cuesta?, ¿qué es lo que haces muy bien?, ¿qué te gusta?, ¿qué te molesta?, ¿qué no te gusta hacer?, ¿qué sientes o ves obvio que tienes que cambiar en tu vida personal y/o profesional?

Y cuando es para una empresa, hacemos lo mismo, primero identificamos lo que hacen muy bien y luego lo que hacen mal; para después entrar a ver qué cosas se pueden modificar o simplificar rápidamente y, por lo general, se sorprenden muchísimo de ver cosas súper obvias frente a sus ojos que pueden cambiarse y con ello ahorrar tiempo, espacio, recursos y en algunos casos hasta personal.

Déjenme presentarles un ejemplo reciente, y es que tuve la oportunidad de trabajar con una empresa que vende energía en Centroamérica y al hacer el ejercicio de qué nos sobra, encontramos que tenían en sus bodegas maquinaria, herramientas y refacciones de equipos obsoletos que tenían años sin usar, pero que por una u otra razón no se habían desecho de él, ahora que lo hicieron, liberaron 7% de espacio de las bodegas y obtuvieron un ingreso adicional no recurrente en sus ingresos, que les significó una cantidad interesante. ¿Se imaginan hacer esto de forma permanente en nuestras casas, oficinas, fábricas, etcétera?

Aunque cualquier mes y día del año es muy bueno para hacer este ejercicio de revisión de lo que nos sobra, el inicio del año es muy propicio y lo recomiendo ampliamente. Yo acabo de hacer revisión profunda de mi closet y liberé un montón de espacio que no tendré que volver a llenar y les aseguro que haré muy feliz a otras personas con todo lo que donaré.

Imagen: blog-hubspot.es.

Tenemos que sacarnos de la cabeza, del corazón y hasta del estómago, sentimentalismos absurdos en guardar la primera camisa con la que dimos un beso, o la camiseta con la que corrimos el primer maratón de nuestra vida o cosas parecidas; la botella de una loción o el equivalente a quién nos la regaló; zapatos que usamos muy poco, aunque “estén muy buenos”, y así empezamos.

Ya en otro artículo aquí en El Semanario, les hablaba de lo importante que es liberar y soltar para seguir o empezar con más ánimo, con menos ruido y distracciones, y más claridad de lo que queremos alcanzar.

Lo siguiente es identificar qué hacemos muy bien y también qué nos cuesta mucho trabajo. Lo primero para reforzarlo y lo segundo para ver si podemos dejar de hacerlo o alguien puede hacerlo por nosotros, para así dedicarnos a lo que hacemos muy bien o nos gusta y sacar provecho de ello. Y esto aplica igualmente a nivel personal y profesional, o para cualquier organización.

Entiendo que alguien me pueda decir “esto no es tan fácil de hacer”, y los entiendo, pero en la medida que vas viendo los cambios, la mejora, la velocidad con la que se van dando las cosas… te vas enganchando y te das cuenta de que sí es posible y que es mucho más fácil de lo que pensabas. Lo que tenemos que hacer es tomar la decisión y hacerlo, es como hacer ejercicio, como comer sanamente, hay que establecer la rutina de hacerlo.

En muchos casos, a nivel de las organizaciones, lo que falta son personas dedicadas de tiempo completo, al menos por un determinado espacio, a realizar estas actividades. Se necesitan líderes o “campeones” del proceso, para generar una cultura organizacional siempre enfocada en cómo hacer las cosas más sencillas, más rápidas, más productivas, sin que esto implique que cueste más o que se haga con menor calidad.

Por mi experiencia profesional, considero que, en un lapso de 90 días, una organización genera las bases para tener ya una cultura que los lleve a que estas actividades se conviertan en parte del trabajo diario y no algo adicional, como sí puede serlo al inicio.

Se requiere tanto en lo personal como en lo institucional tener mucha disciplina, y dar mucho seguimiento con tableros visibles a todo mundo. No es necesario comprar un gran sistema de seguimiento o contratar expertos en este tipo de servicios para logar muy importantes resultados. Lo importante es tener claro qué queremos lograr.

Espero que estas primeras líneas los animen a empezar su proceso de “hazlosencillo”.

¿Estamos siendo productivos en nuestro trabajo?

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Yo creo que éste es el tipo de preguntas que nos deberíamos hacer todos los días, ¿estoy siendo productivo?, ¿administro bien mi tiempo?, ¿estoy dando lo mejor de mí en el trabajo? Y si las respuestas nos inquietan, entonces hay que poner manos a la obra inmediatamente.

En mi colaboración anterior, aquí en El Semanario, señale que, según datos de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y de un estudio de la UBS (Unión de Bancos Suizos), que los mexicanos somos muy trabajadores, pero al mismo tiempo somos profundamente improductivos. Es decir, trabajamos muchas horas y damos pocos resultados.

Si consideramos que en promedio trabajamos entre 40 y 50 horas a la semana, aunque es obvio que hay personas que por muy diversas razones trabajan muchas más horas, lo que nos tendríamos que preguntar es ¿qué hacemos en esas horas? Y aquí inicio con el desglose y las áreas de oportunidad que todos tenemos.

trabajo y productividad
Ilustración: Jonathan Rosas (Nexos).

Correos. Según un estudio del Instituto Georgia Tech, en promedio cada individuo recibe alrededor de 112 correos relacionados directamente con su trabajo diario, y otras fuentes señalan que recibimos alrededor de 40-60 correos adicionales de temas personales, publicidad, SPAM, etc. Es decir, recibimos más de 150 correos por día, lo que implica que tendremos que dedicarles aproximadamente entre 1 hora y 30 minutos y dos horas por día.

WhatsApp o equivalentes. Ante la saturación de los correos y la falta de respuesta a los mismos, la gente empezó a enviar mensajes por WhatsApp o aplicaciones similares, y obviamente ya sucedió lo mismo que con los correos. Esto es, una inmensa cantidad que es igual o inclusive superior a lo que recibimos por correo, por las inmensas ventajas que este sistema de comunicación tiene, así que consideren otro par de horas al día para atender sus mensajes.

Trabajos administrativos. Si trabajas para una empresa multinacional medianamente ordenada o una nacional ordenada, ya sabes que los temas administrativos quitan un montón de tiempo: desde comprobaciones de viáticos, llenado de formatos para pedir tal o cual cosa, los asuntos del área de recursos humanos, etc. Todo esto debe implicarte entre 15 y 30 minutos por día.

Llamadas telefónicas. Aunque cada vez es menos frecuente, las llamadas nos deben implicar unos 15/30 minutos al día; obviamente varía mucho según nuestro trabajo y puede que, para algunas personas, los vendedores, por ejemplo, esta cifra se pueda ir al doble o al triple.

Trabajo central. Es decir, nuestra responsabilidad; deberíamos pensar que hacer propiamente nuestro trabajo tendría que implicar al menos el 50% de nuestro tiempo, esto es, unas 4 horas al día.

Reportes. Los reportes de juntas, de avances con clientes, proveedores, información mensual estadística que debemos enviar a nuestro jefe, a las oficinas centrales, al corporativo, etc., podrían tomarnos entre 15 y 30 minutos al día.

Juntas. Este capítulo merece especial atención porque estoy convencido de que es aquí donde más áreas de oportunidad tenemos para hacernos mucho más productivos en nuestro trabajo.

trabajo y tiempo
Ilustración: Max Pepper Studio (money.cnn.com).

Según un estudio de la revista Harvard Business Review, un empleado normal pasará alrededor de 5 años de su vida en juntas y un ejecutivo de alto nivel más de 9 años. Establecer un promedio aquí es bien complicado, pero me queda claro, por mi experiencia trabajando con cientos de empresas en una docena de países en los últimos 20 años, que la media debe rondar entre dos y tres horas por día en juntas.

Las juntas pueden ser encuentros uno a uno hasta las reuniones en las que el director general presenta su informe mensual y a la que atienden cientos de empleados.

Por estas razones, les haré una serie de propuestas para mejorar sus juntas:

~ Definir el objetivo de la junta y responder a la pregunta “¿Qué se quiere lograr con la misma?”. De ahí tener claro si la junta es necesaria o podemos resolver el asunto con una llamada, un correo, etcétera.
~ Definir los tiempos de la junta (duración máxima recomendada: 50 minutos, sugiero hacerlas de 30 minutos, se sorprenderán de los beneficios).
~ Seleccionar adecuadamente a las personas que participarán. Tener claro quién debe estar y para qué.
~ Crear una agenda de temas a tratar en la reunión y compartirla con los invitados.
~ Convocar con antelación suficiente, mínimo 48 horas, a los asistentes para que tengan tiempo de preparar sus intervenciones.
~ Establecer un moderador para enfocar la reunión, una persona que controle los tiempos y un responsable para tomar nota de los acuerdos y los responsables para su seguimiento.
~ Ser puntuales, respetuosos y estar presentes (no celulares, laptops, etc.).
~ Asegurarse que la sala y los recursos necesarios estén disponibles y funcionando de manera óptima.

En adición, tenemos que considerar el tiempo utilizado para ir y tomar uno o varios cafés o vasos de agua, aquellos que fuman pues obviamente deben considerar entre 10 y 20 minutos adicionales para este tema, el tiempo para comer, los traslados internos dentro de la organización y los traslados externos si visitamos plantas, oficinas, clientes, proveedores, etc.; bomberazos y asuntos urgentes (siempre hay que dejar un espacio en la agenda diaria para los mismos, yo personalmente dejo mínimo 30 minutos al día para el tema); dar y recibir retroalimentación; capacitación o formación profesional de cualquier tipo; tiempo para hacer planeación; tiempo para hacer evaluación; tiempo para pensar en nuevas ideas: innovación, y un largo etcétera.

Como pueden ver, los días laborales llegan a ser entre 10 o más horas fácilmente si no establecemos prioridades y hacemos una correcta gestión de nuestro tiempo. Te invito a que hagas el ejercicio por una semana, al final del día haz un recuento de lo que hiciste y a partir de ahí busca tus mejoras.

Te deseo mucho éxito y que ganes unas cuantas horas para tener un mejor balance entre el tiempo invertido al trabajo y al resto de los asuntos de tu vida.

CHAMBATEL de regreso, para los desocupados de la 4T

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En recuerdo de mi viejo amigo, Jesús Silva Herzog Flores, creador de la RENATA.

El 1º de marzo de 2001 me quedé sin trabajo, tras de la llegada de Fox al poder y la esperanzadora alternancia democrática. Como articulista de El Financiero se me ocurrió publicar el siguiente martes 6, un pequeño ensayo divertimento titulado CHAMBATEL, la RENATA y las Rejas de Catedral.

Disfruté destacando toda clase de servicios que un ex burócrata de mente abierta, con 30 años como funcionario público, podía ofrecer cuando ingresaba a la Reserva Nacional de Talentos (RENATA) vía un servicio telefónico muy elemental: CHAMBATEL. Tuve muchas llamadas de amigos conmiserantes; pero pocas nueces.

Después de casi un año como consultor e inventor de proyectos, Cancillería perdonó mi pasado anti-foxista; se acordó que yo había sido funcionario público de largo trote, embajador, director de un organismo de la ONU, y me invitó a representar a México en Sudáfrica, autorizándome a seguir escribiendo en este periódico. Ha sido una de mis más gratas, ininterrumpidas y fructíferas experiencias.

Hoy, después de haber sido embajador, director de institutos de pensamiento estratégico y académico de la IBERO y El Colegio de México, me encuentro de nuevo en la RENATA, en buen estado de salud física y mental, abierto al futuro y, como muchos mexicanos, esperando a ver qué nos trae la 4T. La diferencia es que, a mi tierna edad de 76 años, tengo un horizonte de tiempo más limitado por delante y muchas asignaturas pendientes que debo acomodar. Cuesta trabajo desprenderse del pasado, rechazar invitaciones a conferencias y seminarios, y reconvertirse a la vida personal, creativa y familiar.

Papeles.
Ilustración: Eduardo Estrada.

Eso de despertarse un lunes y tener bastante abierta la agenda diaria y semanal no es una labor sencilla. Disciplinarse para escribir la novela y el libro autobiográfico que siempre postergué son palabras mayores. Más aun cuando me llega un What´s App, el más reciente tweet de Trump, la Mañanera o Change que urge difundir; o toca el timbre de mi casa el recolector de la basura o el repartidor de frutas y verduras en el momento que uno pretende dar un teclazo en la computadora; o tu esposa te pide que pases por el banco a sacar billete del cajero automático “ahora que tienes tiempo, cuando vayas a cortarte el pelo –que ya te urge–” (a pesar de que uno tenga media cabeza de bola de billar y derecho moral a mitad de precio, que mi peluquero rechaza).

En consecuencia, he estado realizando un estudio de mercado para establecer un servicio de Chambatel II, para adultos mayores, académicos sin SNI y jóvenes desplazados por la austeridad presupuestal de la 4T, aspirantes a construir un futuro prometedor utilizando las redes sociales, Twitter, Facebook, Linkedin, y todos los medios digitales que se dejen. Se aceptan sugerencias y candidatos, sin compromiso, por supuesto.

Las primeras dos semanas del programa piloto he recibido numerosas y variopintas demandas de chamba, por lo que decidí establecer un sistema como el de los bancos que, como sabemos, es de acceso muy, muy rápido y eficiente.

Hay que llamar al 47 4747 4747. Contesta una grabación que precisa 7 categorías a seleccionar: si usted es migrante o ex-migrante marque 1; si es académico ex-afiliado al SNI marque 2; ex-empleado de empresa farmacéutica marginada de los concursos marque 3; tomatero o azucarero afectado por Trump marque 4; ejecutivo bancario o juez en desgracia marque 5; sicario en proceso de reconversión a plomero o carpintero marque 6; “mil usos” marque 7. Si no tiene idea de lo que puede o quiere hacer, pero busca chamba, espere en la línea y un mago, chamán o psicoanalista lo atenderá en algún momento.

Una voz femenina melodiosa grabada recomienda de inmediato esperar pacientemente porque “no hay ejecutivos disponibles de momento”, pero le pone música de fondo: algunas canciones mexicanas como Adiós mi Chaparrita; sigo siendo El Rey; mira Bartola ahí te dejo esos dos pesos, pagas la renta, el teléfono y la luz y, por supuesto, –a cambio de un módico pago inicial de tarjeta de crédito de 100 pesos, (reembolsable si no se consigue chamba)– música globalizada esperanzadora, en español, inglés, latín, chino o cualquier otro idioma.

Le damos opciones para escoger su música favorita: el Ave Maria de Schubert, o en versión exclusiva en arameo (la lengua que habló Jesús), para pedir mientras espera por todos los cristianos perseguidos o marginados (también tenemos video con bellas imágenes del Convento de Santa Tecla en Maalula, Siria). Otras opciones son el Sueño imposible del Hombre de la Mancha de Broadway (en la nostálgica versión en español de Claudio Brooks); I Wanna be Evil con la jazzista Eartha Kitt ; baladas de los 70 de Cat Stevens: Wild world, Moonshadow o Morning has broken; Esta tarde vi llover de Manzanero; los Beatles: Yesterday, Lucy in the Sky with Diamonds y, por supuesto,  All you need is love ; o para los jóvenes fin de siglo XX y milennials recién despedidos de una secretaría de estado o de “Construyendo el futuro”, música de Bad Bunny: El Chapo y Falsas mentiras (ya me cansé de buscarte y no poder encontrarte…).

Desempleo.
Imagen: Shutterstock.

Por supuesto tenemos también nostalgia que llegó para quedarse con Juan Gabriel, No tengo dinero y nada que dar y Hasta que te conocí, y José José: El triste; Ya lo pasado, pasado; Si me dejas ahora; y Promesas.

Finalmente, para los amantes de la ópera dramática –y por sólo 300 varos–, acceso a ópera china por 10 horas –sin aranceles gringos– o la versión completa de 36 horas del Anillo del Nibelungo de Wagner con un bonus: la Cabalgata de las Walkirias, recién grabada en Tapachula a ritmo de rap.

De vez en cuando, para que no cuelgue el teléfono el interesado mientras espera, se realizan en vivo remates de muebles de oficinas recién cerradas de PROMEXICO, el Consejo de Promoción Turística o guarderías, libres de impuestos.

Recientemente agregué un número 8, con el fin de que los miembros de la RENATA anoten sus servicios –breves, por favor–. He aquí algunas ofertas recibidas para documentar el optimismo post-Culiacán: “Se tejen capuchas del Santo, Bartres, Monreal y Yeidckol, en acrílico de taiwanajuato”; “Entrego a domicilio ametralladoras y balas calibre 50 Made-in-USA, preferentemente en la madrugada”; “Se construyen refinerías en una semana con  plásticos reciclados”; “Cuento  cuentos a niños y niñas que no tienen abuela”;  “Se venden carritos de tamales oaxaqueños, camotes y plátanos machos, con alarma garantizada para sindicalistas, abogados o jueces en desgracia”; “Se hacen encuestas rapiditas para candidatos a diputados o asambleístas”.

Habiendo escuchado múltiples grabaciones con mensajes soeces y recordadas de mi mamacita (que en paz descanse), me estoy convenciendo de que la demanda de trabajo es excesiva, la oferta efectiva de empleos muy limitada y la viabilidad del servicio de CHAMBATEL, financieramente dudosa e incluso peligrosa. Por ello estoy concluyendo que sería más saludable dedicarme a alguna otra forma de auto-empleo, cercana a mis experiencias profesionales y mis aspiraciones literarias insatisfechas. ¡Quién quita y me ofrezcan un contrato como cronista de la 4T!

Por lo pronto, como podrán observar, estoy desempleado, pero no desocupado. Cualquier oferta, demanda novedosa de chamba o sugerencia, envíenmela a mi correo electrónico camposmm43@gmail.com


* Este artículo fue publicado en El Financiero el 22 de octubre de 2019.