Estados Unidos y China

China-Estados Unidos: competencia en innovación tecnológica

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La competencia entre Estados Unidos y China –analizada desde múltiples perspectivas en esta columna– sigue viento en popa: como ejemplo, y según estimaciones propias con base en el banco de datos del COMTRADE de las Naciones Unidas, el escalamiento tecnológico del comercio de China ha sido espectacular. Si hasta 1996 más del 50% de las exportaciones chinas –el principal exportador global– fueron bienes de consumo, los bienes de capital aumentaron su participación de niveles inferiores al 10% en la década de los noventa al 26.05% en 2018. Este proceso también se ha reflejado con socios comerciales: en 2018 el 30.91% de las exportaciones chinas a Estados Unidos fueron bienes de capital (y menos del 10% hasta la década de los noventa); para el caso de México, las importaciones de bienes de consumo provenientes de China cayeron del 32.98% del total importado desde China en 2000 al 14.72% y, como contraparte, se observa un drástico incremento en los bienes de capital, del 23.33% en 2000 al 32.80% en 2019.

Los aspectos son relevantes para comprender el reciente documento del United States Patent and Trademark Office (USPTO) sobre China publicado en enero de 2021. El documento es significativo en cuanto a que reconoce el esfuerzo de China sobre marcas registradas y patentes a nivel global –tema analizado a detalle en la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China– y en su competencia con Estados Unidos: en 2019 en China se recibieron 7.8 millones y 1.5 millones de registros de marcas registradas y patentes, respectivamente; las solicitudes de patentes en 2019 fueron por primera vez superiores a las estadounidenses, lo reconoce la USPTO. Desconcierta a la USPTO la dimensión y dinámica de las marcas registradas y patentes chinas.

Desde la perspectiva de la USPTO los avances chinos son relevantes, pero cualitativamente cuestionables: su escalamiento tecnológico –en términos de marcas registradas y patentes– es particularmente resultado (sin mayor distinción cualitativa o cuantitativa) de “factores no-mercantiles” (non-market factors). La USPTO critica la cantidad de marcas registradas y patentadas de China –y mayor a la estadounidense– por los subsidios otorgados por parte del sector público, las directrices por parte del sector público a sus empresas –casos recientes en donde se les exige a las empresas públicas aumentar en un 50% las solicitudes de marcas registradas–, las solicitudes de “mala fe” –mediante las cuales las empresas no buscan su efectivo uso o incluso distinguirse de sus aparentes productos o servicios originales– y, por último, el registro de marcas registradas que no se utilizan por parte de empresas legítimas (unused trademarks): empresas chinas y transnacionales que registran en múltiples ocasiones sus marcas y patentes ante posibles diferencias (se señala el caso de Sony que solicitó en varias ocasiones en China su marca registrada).

china innovacion
Imagen: China Link.

El debate anterior es de la mayor relevancia desde múltiples perspectivas. Por un lado, refleja el reconocimiento y preocupación por parte de Estados Unidos de la creciente y efectiva competencia por parte de China: la competencia es de la mayor relevancia ante el aparente liderazgo estadounidense y depende de cadenas globales de valor específicas en las que China pudiera tener liderazgo (autopartes, electrónica, baterías eléctricas, proyectos de infraestructura, inteligencia artificial, etc.) vs. en otras donde el liderazgo estadounidense todavía es relevante (cadenas globales de valor como el financiero y crediticio, automotriz y otros). No menor es la falta de reconocimiento de un modelo de crecimiento y desarrollo en China con base en su propio sector público bajo el liderazgo del Partido Comunista de China –y en un proceso de competencia entre empresas del gobierno central, provincias y estados– que representan alrededor del 45% del PIB de China. Es decir, no es posible imaginarse una República Popular China sin la omnipresencia del sector público en China, ni en la generación de empleo, PIB, CyT, innovación ni registros de marcas ni patentes.

Lo anterior nos invita a reflexionar sobre procesos de innovación –marcas registradas y patentes en este caso– a nivel global y los debates actuales entre Estados Unidos y China y de la mayor trascendencia para América Latina y el Caribe y México. Pareciera que para la USPTO el único criterio de generación de innovación es el mercado y en contraposición a la experiencia China; ojalá y algún país latinoamericano se acercara a la innovación china en cantidad y calidad, incluso en términos agregados regionales.

Los aspectos anteriores, por otro lado, no son sólo conceptuales y de la mayor trascendencia en la región y en México en cuanto al potencial del sector público (más allá del mercado). ¿Sólo el mercado genera innovación, marcas registradas y patentes? El caso chino pareciera discrepar.


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Comercio México-China en 2020

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Hemos recientemente examinado en esta columna con detalle las tensiones en el comercio entre Estados Unidos y China desde 2017 y uno de sus principales resultados: México se ha convertido desde 2019 en el primer socio comercial de Estados Unidos, proceso que se ha consolidado durante 2020, particularmente ante el desplome del comercio entre Estados Unidos y China. En este contexto, ¿se ha modificado el comercio entre México y China recientemente y en 2020?

Un par de aspectos son significativos. Primero. Existen diferencias significativas en el registro de las estadísticas del comercio bilateral según las fuentes oficiales de China o de México, como se ha analizado con detalle en los últimos 15 años por parte del Centro de Estudios China-México de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México: para 2019 las fuentes mexicanas registraron exportaciones e importaciones con China por 6,854 y 83,052 millones de dólares, mientras que fueron de 14,337 y 45,875 millones de dólares por parte de las fuentes chinas (o casi un 110% de diferencia en el caso de las exportaciones mexicanas a China). Segundo, históricamente, el déficit comercial de México con su segundo socio comercial desde 2003 se ha incrementado en forma significativa en los últimos años y ha sido el mayor de México, representando casi 76,000 millones de dólares en 2019 (o una relación de 12:1 en su relación de exportaciones-importaciones). Tercero, China se ha convertido recientemente en el cuarto destino de las exportaciones mexicanas en 2019 (con apenas un 1.45% del total) y después de Estados Unidos, Canadá y Alemania); la participación de las importaciones chinas ha sido mucho más significativa y representó el 17.77% de las importaciones totales en 2019. Cuarto, la información del Cechimex refleja que las importaciones mexicanas provenientes de China se concentraron en 2019 en electrónica y autopartes, con un 61% del total; las exportaciones mexicanas, por el contrario, se concentraron en petróleo y diversos minerales (43% del total), así como autopartes y productos electrónicos (28%). Por último, y no obstante las masivas importaciones y el déficit comercial, históricamente más del 91% de las importaciones chinas fueron de bienes intermedios y de capital, es decir, insumos y capital relevante para el aparato productivo y su manufactura, ya sea para su consumo interno o para las exportaciones.

Mexico y relaciones entre EU y China
Imagen: Expansión.

En este contexto, el INEGI presenta la información comercial por países, por el momento hasta agosto de 2020. Los resultados son significativos desde múltiples perspectivas. En primer lugar, el comercio exterior de México en 2020 (siempre acumulado hasta agosto y en comparación con agosto de 2019) –y también como resultado de la pandemia del Covid-19– ha caído abruptamente, con un -18.7% para el total y del -18.9% y -13.7% para Estados Unidos y China, respectivamente. Desde una perspectiva mexicana los principales cambios hasta agosto de 2020 se presentaron en el crecimiento de sus exportaciones (8.1%, y sobresaliente ante masivas caídas entre sus principales destinos) y las caídas de las importaciones de Estados Unidos con un -24.3% y China con -15.5%. Como resultado de estas tendencias las participaciones de Estados Unidos y China representaron su mínimo y máximo histórico en el comercio exterior de México hasta agosto de 2020, respectivamente, con un 62.89% y 10.21%.

El tema es de la mayor relevancia ya que incluso en 2020 China continua profundizando su presencia comercial en México, y a diferencia del desempeño del comercio entre Estados Unidos y China desde 2017. De confirmarse estas tendencias para 2020 y en el corto plazo, generarán con certeza, “suspicacias” y debates en Estados Unidos. Lo anterior considerando que en México, como estrategia general, desde 1994 –e incluyendo la actual administración– se ha priorizar la relación con Estados Unidos, apenas en 2020 con la firma del T-MEC y su capítulo 32.10 que excluye negociaciones de libre comercio con economías que no fueran de mercado, léase la República Popular China. Al menos tan importante será evaluar cómo las empresas mexicanas y particularmente las de la cadena autopartes-automotriz, sobrellevarán las reglas de origen (que aumentaron con respecto al TLCAN) ante el aumento de las importaciones (no-regionales) de China.

comercio, China, Mexico
Imagen: puertasautomaticasediciones.mx.

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75 años de Naciones ¿Unidas?

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Desde que nació en 1945 el más importante organismo multilateral atestiguó vuelcos inesperados en la política de sus 193 miembros, que trastocaron el status quo en todo el planeta. El balance no es alentador. De la segunda posguerra mundial, la Humanidad transitó a la perversa confrontación ideológica que por décadas oxigenó la Guerra Fría y en este siglo, ven emerger a nuevas potencias y otras que se repliegan. Hoy, bajo los efectos colaterales de la pandemia por COVID-19, miles de millones ven cómo se calientan las tensiones geopolíticas que anticipan una era de crisis multidimensionales donde las guerras híbridas impedirán que la Organización de Naciones Unidas (ONU) garantice la paz y seguridad internacional.

La sesión inaugural de la Asamblea General (AG) del organismo, en su 75 aniversario, fue el escenario de un duelo geopolítico entre las dos mayores potencias económicas y tecnológicas. El retador fue el presidente de Estados Unidos, Donald John Trump, que en los siete minutos de su mensaje a teledistancia enfiló contra China y aseguró que, “Al igual que hace 75 años cuando se fundó la ONU, hoy estamos en una gran lucha global, esta vez contra un enemigo invisible: el virus chino que ha costado incontables vidas”.

En lo que podría ser su última aparición ante el organismo –si no se reelige–, el neoyorquino también denostó la neutralidad de la Organización Mundial de la Salud porque, aseguró, está virtualmente controlada por China. Por ello, pronosticó que su país pronto distribuirá una vacuna que vencerá la pandemia y así entrará en una nueva era de prosperidad, paz y cooperación sin precedentes.

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Imagen: Wesser Kurier.

Sin pronunciar una palabra sobre Rusia, por décadas perfilada en el imaginario estadounidense como su gran amenaza política, Donald Trump también obvió las críticas a su deficiente gestión de la pandemia que hizo de su país el que suma más decesos y contagios; y remató: “Mientras perseguimos este futuro brillante, debemos hacer rendir cuentas al país que desató esa plaga”.

El magnate inmobiliario usó el tono fuerte y provocador. Venía de lograr un gran éxito diplomático por los Acuerdos Abraham, que alinearon a dos multimillonarias monarquías del Golfo Pérsico a Estados Unidos e Israel contra Irán. Con ese movimiento geoestratégico, el mensaje de Trump a Beijing fue: no permitiremos que maniobres más con Teherán. 

Declarado el duelo, llegó la réplica de la República Popular China. Ante el vacío discursivo de su antecesor, el presidente Xi Jinping ofreció respuestas y propuestas: anunció que el coronavirus será derrotado, abogó por que la OMS conduzca la reacción internacional contra la pandemia y rechazó el intento de politizar y estigmatizar ese asunto.

Xi, hábil conocedor del softpower, denunció el unilateralismo y el bullying, así como la propagación de “virus políticos” y aseguró que su país no mantendrá “ningún tipo de guerra, ni fría ni caliente”. Desafió a Trump al comprometerse a cumplir la meta de emisiones de carbono y anunció la donación de 100 mdd para que la ONU y sus órganos ayuden a combatir el COVID-19 en países vulnerables. Por ello el énfasis del embajador chino, Zhang Jike, al decir que: “el ruido estadounidense es incompatible con la atmósfera general de la Asamblea General”.

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Imagen: Sputnik News.

Ese duelo de gigantes recuerda que el segundo secretario general de la ONU, Dag Hammarskjöld, reflexionó que esa organización “fue creada no para llevar a la humanidad hasta el cielo sino para salvarla del infierno”. Y en efecto, algunos viven en el cielo y millones de sus 193 miembros en el infierno. Hoy la pandemia por COVID-19 es el mayor evento disruptivo global de las últimas décadas, y sin ser un evento geopolítico, perturbó al sistema hasta modificar el orden establecido y generar una crisis multidimensional en cascada de efectos socioeconómicos, sanitarios y políticos, imprevistos y que diferirán la consecución de la Agenda de Desarrollo 2030 para un mundo sostenible.

A 75 años del nacimiento de la ONU ya no existe la Unión Soviética, China ya no es un país feudal, Estados Unidos pierde hegemonía, la Europa culta y humanitaria cierra sus puertas a refugiados y migrantes mientras persiste el acoso capitalista sobre los ricos recursos de América Latina donde la pandemia trastocó su agenda social. De ahí que ante la ONU el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, pidiera el fin del genocida bloqueo estadounidense que dura más de 50 años y que, aunque Donald Trump lo recrudeció brutalmente, los cubanos lograron contener la pandemia y enviar misiones humanitarias a países afectados.

La ONU no es indiferente a las nuevas sorpresas geopolíticas como el ingreso al mundo de la Inteligencia Artificial, la militarización del espacio exterior, nuevas amenazas a la bio y ciberseguridad y efectos por el cambio climático. En el mediano plazo, los países miembros del organismo atestiguarán una inminente reordenación geopolítica en la que habrá ganadores y perdedores. Todos, como México, serán parte de ese cambio en el mapa mundial.


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¿Quién es más antichino: Trump o Biden?

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Hemos insistido en esta columna sobre el dramático escalamiento de las tensiones desde 2018 entre Estados Unidos y China, siendo que la Administración Trump y varios de sus halcones –destacando Mike Pompeo y Peter Navarro– no sólo han logrado cuestionar prácticamente la totalidad de las relaciones bilaterales –hasta un posible punto de no retorno–, sino que también poner en jaque a todo un grupo de instituciones multilaterales (como la Organización Mundial del Comercio, la propia Organización Mundial de la Salud, y compromisos internacionales ambientales, entre otras).

Es importante señalar que en los últimos días –más allá del escalamiento en el ámbito financiero para que empresas chinas que no fueran auditadas según las normas y leyes estadounidenses no pudieran obtener financiamiento en Estados Unidos–, la potencial amenaza del Comité sobre Inversión Extranjera de EU (CFIUS) en afectar adquisiciones de Tencent en Estados Unidos, en un reporte del Tesoro de EU de diciembre de 2020 que impactará a bancos chinos y de Hong Kong vinculados con funcionarios sancionados de Hong Kong, así como probables medidas del Departamento de Defensa en contra de Semiconductor Manufacturing International Corp –uno de los fabricantes más importantes de semiconductores en China–, la Administración Trump pareciera adquirir una actitud “magnánima”: aceptó que las operaciones en Estados Unidos de TikTok (propiedad de ByteDance) fueran parcialmente adquiridas por Oracle (con el 12.5%) y Walmart (7.5%), es decir, ByteDance continuará concentrando el 80% de TikTok y sólo restringió a la aplicación WeChat para que no fuera bajada en Estados Unidos, ambos casos muy por debajo de las iniciales amenazas hace algunas semanas.

China y USA
Imagen: The Verge.

Al respecto, ¿es realista pensar que con una administración demócrata bajo el presidente Joe Biden, la relación entre las principales dos economías cambie cualitativamente? Existen diversos análisis recientes explícitos del propio Biden y varios asesores en Foreign Affairs y Foreign Policy, así como un detallado análisis del New York Times del 6 de septiembre de 2020, entre otros.

Por un lado, el candidato Biden se ha visto presionado por el propio Trump –y el 71% de los estadounidenses que cuenta con una opinión negativa sobre China– de ser al menos tan crítico como Trump con respecto a China, además de iniciativas lidereadas por el propio Partido Demócrata: hace apenas unos días el Senado estadounidense –con mayoría demócrata– anunció una iniciativa denominada America LEADS Act por 350,000 millones de dólares y con el objetivo de apoyar un grupo de cadenas globales de valor específicas (particularmente de la salud y nuevas tecnologías como la 5G y la Inteligencia Artificial), específicamente ante la competitividad china.

elecciones Estados Unidos
Ilustración: El Nuevo Mundo.

El candidato Biden conoce a China desde hace más de 40 años y se ha encontrado en múltiples ocasiones con el presidente Xi Jinping en los últimos años. Si bien históricamente Biden buscó activamente la integración entre ambos países, recientemente acusó a Jinping como un líder autoritario y un “matón” (thug), destacando que Estados Unidos debiera ser más duro ante China. ¿Una futura administración demócrata sería entonces una continuación de las políticas de Trump? Los diversos recientes escritos de Biden y sus colaboradores parecieran indicar un grupo de sensibles diferencias, más allá de la “competencia entre grandes potencias” en el largo plazo:

1. Una administración Biden buscaría enfatizar el fomento de la producción y competitividad estadounidense –como el America LEADS Act–, más allá de su relación con China.

2. Una diferencia significativa radicaría en la búsqueda de “socios” y alianzas internacionales –en la Unión Europea, Asia, América Latina, etc.– en su política hacia Asia y China; aunque por el momento Biden no se ha comprometido a participar en el CPTPP (Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico) o el TPP (Tratado de Asociación Transpacífico), originalmente concebido bajo la vicepresidencia de Biden.

3. En múltiples ocasiones en las últimas décadas, Biden ha destacado el tema de los derechos humanos y laborales en China como un aspecto crucial en la relación bilateral y respectivas sanciones en caso de no cumplir con las exigencias estadounidenses. El tema pudiera convertirse en un nuevo frente crucial entre ambas potencias.

4. Pareciera que Biden también pudiera buscar la cooperación con China –y en paralelo a las diversas tensiones arriba señaladas– en ámbitos internacionales como el medio ambiente, la salud y crisis nacionales o regionales específicas, además del apoyo al sistema de las Naciones Unidas.

Joe Biden y Donald Trump
Imagen: Courier Newsroom.

Todo lo anterior avizora que la relación EU-China –con Trump o con Biden– continuará siendo profundamente tensa como resultado de su efectiva competencia por el liderazgo tecnológico, productivo y financiero. Las diferencias fundamentales parecieran radicar en el estilo de la relación y políticas específicas, y con la expectativa de permitir un escenario internacional de mayor certidumbre ante la búsqueda de nuevas alianzas (en contra de China); habrá que conocer si China estuviera interesada en opciones de cooperación bilateral ante una estrategia estadounidense tan adversa en el corto, mediano y largo plazo.

Terceros países –explícitamente México– debieran estar generando escenarios y políticas explícitas ante los posibles resultados de las elecciones de noviembre.


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TikTok y la guerra entre Estados Unidos y China

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La orden de prohibición incluiría a la aplicación de videos cortos TikTok y a la de mensajería china WeChat. Para Gerardo Gutiérrez Candiani, esta medida no puede pasar desapercibida para México, ya que será una de las claves de la geopolítica en las próximas décadas.

“Hay que tener bien claro cuál es nuestra posición en el mapa de las relaciones internacionales que se perfila, con un antagonismo entre dos potencias con modelos políticos muy diferentes. Sobre este escenario es preciso delimitar, con perspectiva estratégica, el análisis de oportunidades y amenazas, fortalezas y debilidades,” consideró el economista en su artículo “Las tensiones entre China y Estados Unidos y la oportunidad para México.”

De acuerdo con un comunicado emitido por el mismo Departamento de Comercio estadounidense, cualquier acción para distribuir o mantener WeChat y TikTok en tiendas de aplicaciones quedaría prohibida a partir de la fecha señalada y alojar o transferir el tráfico de Internet asociado a la aplicación de mensajería china será considerado como ilegal, misma medida que se aplicará para la app de video cortos.

El documento señala que con esta medida queda prohibida cualquier prestación de servicios a través de móvil WeChat con el propósito de transferir fondos o procesar pagos en territorio estadounidense.

El secretario de Comercio, Wilbur Ross, reconoció que estas acciones son la muestra que el Presidente Donald Trump busca proteger el comercio nacional de las amenazas del Partido Comunista chino, avivando la tensión entre el gigante asiático y la potencia americana.

“Las acciones de hoy demuestran una vez más que el presidente Trump hará todo lo que esté en su poder para garantizar nuestra seguridad nacional y proteger a los estadounidenses de las amenazas del Partido Comunista chino”, señala Wilbur Ross en el comunicado.  

“Bajo la dirección del presidente, hemos tomado medidas significativas para combatir la recopilación maliciosa de datos personales de los ciudadanos estadounidenses por parte de China, mientras que promovemos nuestros valores nacionales, normas basadas en reglas democráticas y la aplicación agresiva de las leyes y regulaciones de Estados Unidos.”, añadió.

Además, el Gobierno estadounidense aclaró que se reserva el derecho de imponer nuevas prohibiciones contra las dos aplicaciones más famosas de origen chino en territorio norteamericano.

“Si determina que el comportamiento ilícito de WeChat o TikTok está siendo replicado por otra aplicación de alguna manera fuera del alcance de estas órdenes ejecutivas, el presidente tiene la autoridad para considerar si las órdenes adicionales pueden ser apropiadas para abordar tales actividades”, cita el comunicado.

El jueves 6 de septiembre el Presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva sobre la manera en la que su gobierno abordaría las amenazas planteada por la app de videos cortos TikTok. En el documento publicado por la Casa Blanca, el Gobierno estadounidense argumentó que la difusión de esta aplicación en su territorio representa una amenaza de China a la seguridad nacional, la política exterior y la economía.

La base de su argumento es que TikTok “captura automáticamente grandes extensiones de información de sus usuarios”, lo que permitiría que el Partido Comunista de China acceda a datos de los estadounidenses y podría ayudar a Pekín a “rastrear la ubicación de los empleados y contratistas federales, crear expedientes de información personal para el chantaje y realizar espionaje corporativo”.

Se incrementa la tensión entre potencias

Gutiérrez Candiani recuerda que la tensión entre Estados Unidos y China radica desde los tiempos de campaña de Donald Trump en su primer camino a la presidencia cuando el magnate acusaba a los chinos de prácticas como dumping, manipulación cambiaria, barreras no arancelarias, así como piratería y robo de propiedad intelectual.

“La competencia tecnológica, cada vez más abierta y agresiva, en la que se inscribe el boicot a TikTok y el acoso a Huawei, es probablemente el signo más claro de que esta tensión bipolar seguirá en ascenso.”, señala y considera que es una oportunidad para México y su relación comercial con el vecino del norte.

“A partir de este año, nuestro país se convirtió en el principal socio comercial de nuestros vecinos del norte, superando a China y a Canadá. No habíamos ocupado ese primer lugar, que tuvieron por décadas los canadienses, hasta que fueron relevados por los chinos en 2015. A nosotros ya nos habían desplazado del segundo lugar dese 2006.”, destaca Candiani en su artículo para El Semanario.

Estados Unidos-China, ¿y los librecambistas mexicanos?

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Como hemos insistido en diversas ocasiones, desde 2018 y particularmente en 2020, las tensiones entre Estados Unidos y China se han incrementado hasta un punto en la actualidad en el que incluso un presidente como Biden poco podrá hacer para “normalizar” las relaciones con China en 2021. Mucho se ha destacado el caso del comercio; menos, pero igual de importante son los aspectos de instituciones culturales, diplomáticas y medidas en el ámbito del control de las exportaciones, de productos tecnológicos y las amenazas hacia fondos de inversión que incluyeran a empresas chinas, así como la amenaza de que empresas chinas que no cumplieran con las normas de auditorías estadounidenses, no pudieran cotizar en Estados Unidos, entre varios otros.

El caso de Huawei es emblemático para comprender la profundidad de la ruptura entre ambos países y, al menos tan importante, las implicaciones para terceros países: Estados Unidos pudiera hoy en día tomar medidas semejantes en contra de cualquier otra empresa y país, con o sin tratados.

Huawei restricciones USA
Imagen: Pasion Movil.

Veamos el caso de Huawei, una de las empresas emblemáticas del desarrollo tecnológico chino y, por el momento, con inigualable capacidad de ofrecer en la actualidad el servicio de 5G (en términos de costos y calidad). Desde 2018 la Administración Trump exigió la extradición de Meng Wanzhou –hija del fundador de Huawei– a Canadá, el proceso sigue en pie todavía. En noviembre de 2019 Estados Unidos pareciera haber cambiado su postura hacia Huawei –probablemente también considerando los servicios que ofrecen sobre todo a las zonas rurales en Estados Unidos–, al ofrecer una Licencia General Temporal para realizar importaciones de componentes estadounidenses requeridos para los múltiples productos de Huawei. En el transcurso de 2020 –y conforme se acercan las elecciones estadounidenses en noviembre de 2020– la postura de la administración pareciera haberse endurecido significativamente de nuevo: su reiterada aparición en las las listas de empresas monitoreadas (entity list) y la exigencia de que estas empresas inicialmente sólo pudieran utilizar insumos y compontes estadounidenses, desde julio incluso que utilizaran software estadounidense, sólo pudiera sobrellevarse si reciben un permiso explícito para cualquier proveedor de Huawei.

Este lunes 17 de agosto el Departamento de Comercio de Estados Unidos escaló aún más el caso de Huawei: ningún proveedor de Huawei podrá ofrecer sus servicios, partes y componentes a Huawei si utiliza software y/o partes y componentes estadounidenses sin contar con el permito del propio Departamento de Comercio. Es decir, Huawei no podrá comprar prácticamente ningún componente o servicio internacional desde el 20 de agosto de 2020 –prácticamente todos incluyen algún componente of software estadounidense, incluyendo fabricantes de semiconductores como TSMC y SMIC– sin el permiso explícito del Departamento de Comercio de Estados Unidos.

conflicto China y Estados Unidos
Imagen: El Cronista.

El caso de TikTok –de la empresa ByteDance– no es de menor relevancia: en cuestión de días la Administración Trump decidió que TikTok también pudiera convertirse en una amenaza para la seguridad nacional estadounidenses, a menos de que fuera adquirida –particularmente sus actividades en Estados Unidos– por Microsoft.

No es difícil imaginarse que la contraparte china tomará respectivas medidas en contra de empresas estadounidenses que China considerara estratégicas.

Estas tendencias, sin lugar a dudas, dan pie a múltiples reflexiones. Me permito aquí sin embargo, llamar la atención sobre el “silencio” de toda una serie de funcionarios, consultores y académicos en México resultantes del período 1988-2019: cientos de directores generales, subsecretarios, secretarios, consultores y demás aduladores de irrefrenables procesos de apertura, libre comercio y liberalización a ultranza en el campo, la energía, manufactura y servicios, ni hablar del comercio exterior. En su primera generación –y bajo el liderazgo de Pedro Aspe Armella y en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM)– todavía contaban con ciertos argumentos académicos relevantes en su momento; las posteriores generaciones se convirtieron en parte del establishment político de las respectivas administraciones y con argumentos crecientemente trasnochados y dogmáticos, con poco conocimiento y actualización en las respectivas temáticas. Pero al fin lograron justificar y defender sus “huesos”: puestos bien pagados, asesorías para el sector público y privado, ahora aprobadas por sus asistentes, etc.

TLCAN Mexico replica China
Imagen: Reporte Índigo.

Llama la atención que este significativo grupo de personas en la actualidad –relevantes en medios, consultorías, incluso en ciertas universidades y hasta secretarías (30 años no pasan en vano)– no ha levantado la voz –desde la perspectiva del libre comercio, por ejemplo–, ni ante la exigencia de la Administración Trump de renegociar el TLCAN, ni ante el “nuevo comercio administrado” impuesto por Estados Unidos desde 2018 internacionalmente y particularmente vis a vis China, y mucho menos ante estas medidas unilaterales de Estados Unidos en contra de empresas específicas en 2020 (Huawei, TikTok, etc.). Las implicaciones de estas medidas unilaterales implicarán una profunda disrupción del comercio internacional, olvidémonos del libre comercio y otros argumentos esgrimidos desde finales de 1980.

Las discusiones de estos grupos –hasta el reciente proceso de reformas energéticas– parecieran distar de interés académico y hasta ideológico y concentrarse meramente en su interés monetario y hasta personal, como lo demuestran las recientes denuncias del “Sr. L.”, ¿será?


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Estadounidense planta misteriosas semillas de China y esto fue lo que pasó

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Un residente de la localidad de Booneville, Arkansas, fue de los estadounidenses que recibieron uno de los misteriosos paquetes con semillas procedentes de China y antes de que el departamento de Agricultura prohibiera su siembre, decidió plantar su contenido, recibiendo una gran sorpresa con el resultado obtenido, informó la prensa local.

Doyle Crenshawn relató que había sembrado las semillas “solo para ver qué pasaba”. Abonaba cada dos semanas la parcela donde realizó la siembra, y tras germinar las plantas empezaron a crecer rápidamente. Finalmente florecieron y dieron frutos similares al calabacín.

Crenshawn plantó las semillas antes de que el Departamento de Agricultura estadounidense emitiera una advertencia a los destinatarios de esos paquetes de no plantarlas. Las autoridades del país norteamericano temían que las semillas se trataran de una maleza invasora o que contengan algún tipo de plaga que afectara la ecología local.

A finales de julio, decenas de residentes de EE.UU., así como de Canadá y el Reino Unido, informaron haber recibido paquetes con semillas procedentes de China que no habían pedido. La semana pasada el Servicio de Inspección Sanitaria de Animales y Plantas del Departamento de Agricultura identificó algunas de las semillas, y determinó que se trataba de plantas que no representan ningún peligro.

Según esa agencia, los paquetes podrían ser parte de una estafa en la que una compañía envía paquetes a los consumidores y luego escribe reseñas positivas falsas sobre el producto en nombre de la persona que lo ha recibido. Además, algunos de los paquetes estaban mal etiquetados e indicaban que contenían joyas.

China-Estados Unidos: a cubetazos… e implicaciones globales

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Pareciera ser obsesivo e inútil insistir –en plena pandemia global del COVID-19– en la profunda crisis y “competencia entre grandes potencias” como lo reconoce Estados Unidos desde 2017, entre Estados Unidos y China, tal y como lo hemos realizado insistentemente en esta columna desde 2019. El tema, sin embargo y desgraciadamente, nos acompañará en América Latina y el Caribe (ALC), y en México, en las próximas décadas.

En esta columna hemos insistido que tendremos que acostumbrarnos globalmente –y por ende en ALC y en México– a que la competencia arriba señalada nos acompañará en las siguientes décadas: los gobiernos de ALC y en México tendrán que tomar postura al respecto –les guste o no– en esta “nueva relación triangular” entre Estados Unidos y China y ALC-México; la preparación institucional –en los sectores públicos, privados y académicos– será fundamental. En plena crisis del COVID-19 se están dando “duro y a la cabeza”: cierre de Institutos Confucio en Estados Unidos, tensiones con respecto a Hong Kong y Taiwán, salida de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud, retiro de visas a periodistas estadounidenses y chinos, respectivamente, retiro de investigadores en temas vinculados con la “seguridad nacional” respectiva, dadas de baja de estudiantes vinculados al sector público en China y de China en Estados Unidos, y ni hablar de la “guerra comercial” y su aparente tregua en enero de 2020.

relaciones China-Estados Unidos
Ilustración: Craig Stephens.

En los últimos días, sin embargo, estas tensiones han incluido un sector que, hasta el momento, había sido “prohibido”: el sector financiero, sabiendo que se trata de las dos principales dos economías globales y de que, hasta antes de 2019, eran sus respectivos principales socios comerciales.

El contexto es relevante: la Administración Trump busca, desde hace un par de semanas, cuestionar y prohibir –todavía no como Ley– que fondos de inversión estadounidenses inviertan en activos de empresas chinas: el precedente legal es el caso del fondo de inversión público (Federal Retiment Thrift Investment) que fue explícitamente increpado por la Administración Trump en mayo de 2020. Como resultado, en mayo 20 de 2020 el Senado de Estados Unidos aprobó una Ley (Holding Foreign Companies Accountable Act) en la que se exige que todas las empresas serían dadas de baja de las bolsas de valor de Estados Unidos –incluyendo de países que no permiten hacer pública la auditoría de empresas locales de países como Bélgica, China y Francia– si las empresas que realizan la auditoría no cumplen con las exigencias de contaduría estadounidenses durante al menos tres años. Esta Ley exige inspecciones estadounidenses por parte de la PCAOB (por sus siglas en inglés), sabiendo que la legislación china, desde marzo de 2020, sólo permite el acceso a esta información si así lo permite el Consejo de Estado de la República Popular China.

guerra comercial
Ilustración: Revista Fortuna.

Todo lo anterior pareciera ser un problema burocrático y secundario: alrededor de 200 empresas chinas, lideradas por Alibaba, han logrado a financiamiento por alrededor de $35,000 millones de dólares y representando un mercado cercano a un billón de dólares. Existen especulaciones de que estas empresas chinas bien pudieran trasladar sus actividades en mercados de valores en Hong Kong, aunque con importantes costos.

Lo anterior, sin embargo, refiere a un nuevo escalamiento en las relaciones Estados Unidos y China: “todo se vale”. La Administración Trump toca un muy sensible y nuevo sector en la relación Estados Unidos-China y a nivel global: el sector financiero. No sería espectacular esperar el siguiente escalamiento y respuesta por parte de China: la simple intención por parte de China de “indicar” comprar menos bonos del Tesoro de Estados Unidos –con importantes implicaciones por su devaluación ante los acreedores chinos– y así llegar a una de las “desintegraciones” (decoupling) más significactivas entre Estados Unidos y China. A marzo de 2020 China había comprado el 15% de los bonos del Tesoro y deuda de Estados Unidos, con importantes efectos en la tasa de interés en Estados Unidos y a nivel global.

Las implicaciones para América Latina y el Caribe, incluyendo a México, serán de la mayor relevancia en el mediano y largo plazo, seguir “nadando de muertito” no será opción ante estas tensiones.


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