Odebrecht

López Obrador anuncia acuerdo con Odebrecth

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Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República, anunció que su gobierno llegó a un acuerdo con la empresa brasileña Odebrecht. Esto, con el objetivo de modificar los contratos de gas etano en una planta de polietileno ubicada en Veracruz.

Durante la conferencia matutina de este 3 de marzo, el primer mandatario expresó que la empresa Odebrecht es famosa por hacer sobornos en diferentes países. Incluso, mencionó que sus irregularidades llevaron a la cárcel a diversos funcionarios del mundo.

“Hay una muy buena noticia que queremos compartir con ustedes: se llegó a un acuerdo con la famosa empresa o sus socios Odebrecht, que es famosa porque sobornaba en países”, dijo el funcionario.

López Obrador aseguró que uno de los objetivos de su administración consiste en recuperar la mayor parte del dinero perdido a cusa de la corrupción. Por ello, advirtió que iniciaron una revisión de contratos.

De acuerdo con el jefe del Ejecutivo su gestión ha optado por hablar con las empresas que realizaron abusos en México. Aseguró que aunque busca evitar las discusiones en Tribunales, ya no habrá más “contratos leoninos”.

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Presidente López Obrador. Fuente: Cuartoscuro.

Octavio Romero Oropeza, director de Petróleos Mexicanos (Pemex), aseguró que con los cambios en el contrato con Odebrecht, el Gobierno Mexicano está ahorrando más de 13 mil millones de pesos.

AMLO aprovecha el acuerdo con Odebrecht para defender reforma a la industria eléctrica

Como es una costumbre, el presidente López Obrador aprovechó su anuncio del acuerdo con Odebrecht a fin de plasmar otro de sus intereses: la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica.

Desde Palacio Nacional, el líder de la autollamada Cuarta Transformación aseguró que así como su gobierno ha revisado los contratos con el gas, ahora lo pretende hacer con la energía eléctrica.

“Es lo mismo que en la industria eléctrica, aprovecho, es revisar los contratos. Lo que hicimos con el gas, pero en la producción de energía”, dijo el funcionario.

De este modo, AMLO volvió a acomodar su discurso con el objetivo de apelar a favor de sus objetivos prioritarios. Por el momento, una de sus mayores intenciones es monopolizar la energía eléctrica en la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

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Emilio Lozoya: el preso consentido

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Emilio Lozoya es un personaje que adquirió relevancia a partir de que fue acusado por un sinnúmero de hechos delictivos entre los que destacan los de operaciones con recursos de procedencia ilícita, asociación delictuosa y cohecho. Fue Director de Petróleos Mexicanos (Pemex) durante el gobierno de Enrique Peña Nieto y como tal se enriqueció y repartió millones de dólares entre sus cómplices.

Lozoya huyó del país, pero pronto fue capturado en España en una zona residencial exclusiva de la provincia de Málaga, con lo cual evidenció que además de contar con recursos millonarios para desplazarse y vivir holgadamente, gozaba de poderosos contactos para intentar ocultarse.

Pero lo más lamentable es que aparte de sus fechorías, involucró a varios de sus familiares en el desvío de recursos, entre ellos a su señora madre, por lo que las autoridades actuaron en su contra.

Lo sorprendente del caso es que después de que fue detenido, Lozoya recibió un sinnúmero de beneficios y un trato preferencial con el pretexto novedoso de poder acogerse al denominado principio de oportunidad como testigo colaborador.

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Imagen: Nerilicón.

El principio de oportunidad consiste en suspender la acción penal en contra de un inculpado, cuando se compromete a colaborar con su testimonio para denunciar y castigar un delito de mayor proporción al que se le acusa. Esta situación es inédita en nuestro medio, aunque es muy conocida en el derecho anglosajón, donde es constante que los fiscales tengan arreglos con delincuentes con tal de que estos denuncien a sus cómplices, siempre y cuando sean de superior jerarquía, pues lo que se busca es castigar a los delincuentes de alto rango que hayan participado en una trama criminal o en una cadena de corrupción.

En este sentido resultó escandaloso que Lozoya haya sido extraditado a México en condiciones verdaderamente generosas y amables, e incluso se le mandó un avión especial, cuando lo común es que a los presuntos delincuentes que son extraditados a nuestro país, lo hagan en un vuelo comercial. Algo aún más impactante fue que cuando Lozoya regresó a México, lo trasladaron directamente a un hospital privado, con el pretexto de que se encontraba enfermo, aunque nunca hubo evidencia de ello o por lo menos no se informó ni se supo con claridad cuál era su estado de salud. En esa tesitura se quedaron sin respuesta una gran cantidad de interrogantes y especulaciones, e incluso hubo quienes señalaron que el hermano de Emilio Lozoya es ahijado del actual Jefe del Ejecutivo y, con ello sembraron la duda de que no se está actuando con la mano imparcial ni con la aplicación estricta de la ley que el caso requiere.  

Con ese principio de oportunidad, Emilio Lozoya formuló una primera denuncia que llamó la atención por el número de hojas que contiene, exactamente 60; pero al analizarla, se observan serias carencias de técnica jurídica y por momentos se vuelve un “mamotreto” que llega a relatos casuísticos sobre anécdotas que resultan totalmente irrelevantes.

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Ilustración: Eje Central.

En esa denuncia Lozoya culpa de diversos delitos a políticos muy importantes, entre ellos a tres expresidentes, Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón Hinojosa y Carlos Salinas de Gortari, pero también “embarra” a los excandidatos presidenciales Ricardo Anaya y José Antonio Meade. Por si fuera poco, asimismo señala como presuntos delincuentes a los gobernadores de Querétaro, Francisco Domínguez, y de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca.

Por supuesto que, en su alocada y poco seria denuncia, Lozoya Austin se presenta como “víctima”, cuando es de todos conocido que el señor se enriqueció sin moderación y, que si bien es cierto pudo haber sido sólo un intermediario para realizar transferencias millonarias a otros sinvergüenzas como él, tal situación no lo exime de culpabilidad y menos para validar el principio de oportunidad que implica, insistimos, que denuncie delitos más graves, lo cual no hace.

Mas allá del escándalo mediático, el asunto deja no sólo un sinnúmero de dudas, sino también, lamentablemente, manifiesta el implícito hecho de que un asunto penal se vuelva un tema eminentemente político con la finalidad de descalificar a los adversarios y, más aún, se quiera aprovechar esta nada seria y “chacotera” denuncia para cuestiones electorales.

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Imagen: El Universal.

Bajo ningún concepto nos debemos dejar engañar, Lozoya es un sinvergüenza, un personaje impresentable que debe afrontar todas las consecuencias penales sin que se le esté dando un trato preferencial, que al final de cuentas puede pensarse que es para beneficiarlo y, como hasta ahora lo ha logrado, al no haber pisado la cárcel, e inclusive es tal la generosidad de las autoridades mexicanas que no tiene que ir a firmar como cualquier otro preso al reclusorio, lo hace vía electrónica desde la comodidad de su domicilio.

Si tuviéramos que entrar al análisis de la anárquica y poco seria denuncia de Lozoya, debe considerarse además que los videos filtrados, en poco o en nada ayudan para fincar responsabilidades, ya que quienes supuestamente recibieron dinero podrán negar los hechos, o bien, guardar silencio de manera que nunca se sabría de dónde procedieron los recursos por más que Lozoya afirme y alegue los supuestos ilícitos. Se reclaman pruebas serias, no sólo dichas.

La Fiscalía General de la República tendrá que trabajar intensamente con mayor transparencia ante la ciudadanía, y si quiere utilizar en algo lo señalado por Lozoya deberá obtener medios de prueba más eficaces, testimoniales sólidas, testigos ciertos y una gran cantidad de elementos que fortalezcan las, hasta ahora, poco responsables conjeturas o afirmaciones del que bien podemos denominar “el preso consentido”.


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El show debe continuar

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La denuncia presentada ante la Fiscalía General de la República por Emilio Ele, contra Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray, como presuntos autores intelectuales de los delitos por lo cual se encuentra acusado el ex director de Petróleos Mexicanos, ha detonado una conflagración inédita en las últimas décadas en México. Este hecho viene a agregar a las crisis sanitaria y económica, la de la política interna, que agudizará el enfrentamiento de la oposición de partidos políticos, así como de grupos empresariales –aquí incluyo a los propietarios de los medios de comunicación– intelectuales, organismos sociales y otros de menor pelaje, contra el gobierno federal, tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo, que provocará mayores perturbaciones en el escenario nacional. Con ello la clase política tendrá un impacto enorme que se percibirá en las elecciones del 2021, las más copiosas de la historia, a realizarse en junio próximo.

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Ilustración: Sounas.

La denuncia penal contra un expresidente de la República es un caso inusitado que iluminará –eso espera gran parte de la sociedad– los hasta ahora inextricables campos de la corrupción oficial con la cual se condujo la pasada administración del gobierno federal, en la que se encuentran involucrados el titular del Poder Ejecutivo y algunos diputados y senadores del Partido Revolucionario Institucional y del Partido Acción Nacional. Tres casos sobresalen –todos con sumas millonarias– aunque también se involucra en estos a la administración panista de Felipe Calderón Hinojosa, presidente de México, durante el periodo de 2006 al 2012, el de los sobornos de la empresa brasileña Odebrecht, la desviación de recursos públicos a la campaña electoral de Peña Nieto y la compra de votos de diputados y senadores de la LXIII Legislatura, principalmente panistas y priistas, para la aprobación de las llamadas reformas estructurales entre las que destaca la energética.

Graves y precisos son los cargos imputados por el ahora testigo colaborador Emilio Ele que fueron inmediatamente publicitados por el Fiscal General, Alejandro Gertz Manero, de manera sobria y reservándose nombres de senadores y diputados para no alebrestar la gallera, pero que en el transcurso de la indagatoria se conocerán, así como de muchos más implicados en este deshonroso asunto que, como en Brasil o Perú, llevará a extremos nunca antes vistos, como el encarcelamiento del expresidente del primer país, Inácio Lula da Silva; prisión para varios presidentes del segundo, incluyendo el suicidio de uno de ellos para evitar su detención. Una serie televisiva interesante sobre el llamado “Lava Jato” brasileño, denominada “El Mecanismo”, pone al descubierto el caso Odebrecht y sigue, toda proporción guardada, con este engranaje de corrupción en México con un declarante y un juez dispuestos a jugársela.

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Ilustración: Víctor Aguilar Rúa.

Los laberintos jurídicos son incontables y la puesta en escena desconocida. Ignoramos el fondo y recovecos del pacto que los negociadores del mismo hicieron con el imputado-acusador para que aceptara su extradición; así como también las formalidades jurídicas acordadas, tanto procesales como sustantivas, y las que en los distintos trayectos de los juicios surjan, y si prevalecerá la aplicación legal de las mismas o estarán sujetas al vaivén que determinen las decisiones políticas, es decir, la politización de la justicia; que no es ninguna novedad porque en los anteriores regímenes, en lo general, privaron los poderosos oráculos de la política.

Por tanto, la crisis política que se presenta entre las diversas fuerzas –algunas disfrazadas de caperucitas rojas– y el actual régimen –retratado como lobo feroz–, nos sumará como espectadores obligados del recurrente tema cinematográfico entre el bien y el mal, sin que sepamos actualmente los distintos roles de los actores en esta trama entre la comedia y la tragedia. “La diferencia entre la comedia y la tragedia –dice Woody Allen– es que en la comedia sus personajes encuentran la forma de sobreponerse a la tragedia”.


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Piden revisión a relación Pemex y Odebrecht

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AMLO pide cancelar contratos entre Pemex y Odebrecht

Petróleos Mexicanos se ha convertido en uno de los grandes retos del presidente que busca rescatar la industria y limpiar todo acto de corrupción anidado desde gobiernos anteriores. En está búsqueda, AMLO pide cancelar contratos entre Pemex y Odebrecht que implica el suministro de etano de la petrolera mexicana al consorcio brasileño.

El acuerdo a 20 años, firmado con Pemex durante la presidencia de Felipe Calderón (2006-2012), ha sido considerado abusivo por el mandatario, al obligar a la petrolera a importar gas para cumplir con sus disposiciones, lo que le ha generado millonarias pérdidas.

“Ese contrato se tiene que cancelar, o sea, es mi opinión, por ser un contrato leonino, se tiene que revisar”, dijo López Obrador sobre la planta Etileno XXI, ubicada en el estado Veracruz, en el Golfo de México, y que ha aparecido en la causa abierta por corrupción contra el exjefe de Pemex Emilio Lozoya.

Tras ser extraditado desde España en julio, Lozoya está respondiendo en su país ante la justicia y la semana pasada denunció al predecesor inmediato del presidente, Enrique Peña, de liderar una trama delictiva y sobornar a políticos con dinero de Odebrecht.

En declaraciones anteriores, el mandatario dijo que los dos presidentes que le precedieron deberían comparecer ante la justicia, en alusión a Peña y aparentemente también a Calderón, precisamente por el contrato Etileno XXI, aunque no ofreció detalles en este segundo caso.

Antes de que López Obrador asumiera el poder en 2018, Braskem, el brazo de Odebrecht en el área petroquímica y que opera la planta Etileno XXI con la mexicana Idesa, ha dicho que no pretende renegociar el contrato, pero está abierta a discutir alternativas.

Por el bien de todos, primero la corrupción

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Desde su última campaña como candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador destacó que asumiría dos compromisos eje: abatir la corrupción y cumplir con el lema “por el bien de todos, primero los pobres”. Éste se le está yendo de las manos, pero si consigue contener la corrupción, podrá hacer un balance favorable de su gobierno en 2024.

El presidente está convencido de que el mayor problema del país, del que surgen los demás y el que hay que cortar de raíz para avanzar en otros frentes, es la corrupción.

No dude usted que la cleptocracia está detrás de la falta de crecimiento económico, de las desigualdades, de la inseguridad pública, de las fallas en educación y salud, y de otros males.

La práctica la inauguró el porfiriato, época en que un grupo muy reducido de empresarios, como Antonio Basagoiti y Arteta, Thomas Braniff, Leon Signoret, y Weetman D. Pearson, tenían una abierta relación con los personajes clave de la política porfiriana.

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Ilustración: Debate.

La fuerza de esos empresarios era su capacidad de sesgar las políticas gubernamentales en su favor, lo que dejaba fuera de los negocios a quienes no entraban en esos arreglos.

Fue la causa principal de que no se consolidara en ese México una plataforma industrial y mercantil que fuera capaz de crecer, competir y sobrevivir sin los favores y privilegios que le diera el gobierno.

El mismo modelo se reprodujo durante el Prian y después de ochenta años, la situación que padecemos en México es bastante peor; ahora no sólo implica acumulación de riqueza en unas empresas a costa de la igualdad y libertad de competencia de las demás, sino complicidades en negocios ilícitos de frontal agresión a la sociedad.

Lo primero que hizo López Obrador al asumir la presidencia, fue una consulta patito para cancelar el aeropuerto de Texcoco y mandar el mensaje de que no sólo asumía el gobierno, sino el poder público, y que desde ese momento quedaría separado del poder económico.

La separación no tenía que ser ruptura, ni la intención era que lo fuera, aunque el presidente la condujo abiertamente, de la única manera que era posible hacerlo, sin dar margen a negociaciones a puerta cerrada.

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Ilustración: Vértigo Político.

Está el gobierno en la fase más delicada del proceso, que no consiste sólo en castigar con cárcel a uno que otro personaje, aunque ver el enjuiciamiento de un expresidente causaría gran regocijo social.

El verdadero desafío es desarticular la red de complicidades de la que se benefician autoridades, empresarios y la delincuencia, asunto arriesgado porque los miembros de esa mafia se cuidan unos a otros en todos los círculos de poder público, financiero, mercantil, judicial y tienen raíces en múltiples contingentes sociales.

La Fiscalía General de la República como denunciante, la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP como investigadora y el poder judicial, comparten esa responsabilidad.

La noticia del momento es que Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, vinculado a proceso por los delitos de asociación delictuosa, cohecho y operación de recursos de procedencia ilícita en el caso de Odebrecht, denunció el martes ante la Fiscalía que parte de los sobornos que recibió fueron a dar a la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto en 2012, por órdenes del entonces candidato y de Luis Videgaray.

Peña Nieto y Videgaray sólo incurrieron en cinismo y descaro, no son piezas clave del andamiaje de la corrupción contemporánea de cuya desarticulación depende en gran medida, el avance en el combate al crimen organizado.

Luis Videgaray y Enrique Pena Nieto
Luis Videgaray y Enrique Peña Nieto (Fotografía: Mensaje Político).

Entre tanto, la pandemia y una estrategia social débil, invalidan el lema de “primero los pobres”; lo más probable es que al final del sexenio haya más pobreza en el país.

Pero en este momento, mientras se resuelve la disputa sobre corrupción entre las élites de poder, la sociedad está sufriendo un daño que, como dice el Grupo Nuevo Curso de Desarrollo que coordina Rolando Cordera en la UNAM, puede ser mayor o menor dependiendo de las medidas extraordinarias, adicionales que ponga en marcha el gobierno el cual, por lo pronto, no está haciendo nada.

La economía no se recuperará espontáneamente, ni los ingresos de la gente; la inversión privada difícilmente crecerá por sí misma habiendo una enorme ampliación de capacidad productiva ociosa, con bajas perspectivas de repunte de la demanda y la prevalencia de una gran incertidumbre.

Sólo un impulso fiscal puede dinamizar la recuperación en el corto plazo, lo que supone mayor déficit público y para solventarlo, una reforma hacendaria en 2021.


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Caso Lozoya: Primer Acto

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Finalmente, el telón fue abierto y Emilio Lozoya Austin, en conferencia virtual desde el hospital donde según versión oficial se encuentra, compareció ante los jueces federales de control de la causa, declarándose inocente de los hechos que se le imputan por el caso de la compra a sobreprecio de la planta de Agro Nitrogenados –ubicada en Coatzacoalcos, Veracruz– a Alonso Ancira, propietario y director de la empresa Altos Hornos de México, sita en Monclova, Coahuila, y el caso Odebrecht, empresa constructora brasileña que le sobornó con 10.5 millones de dólares, tanto para fondear la campaña a la presidencia de Enrique Peña Nieto, como después para entregarle contratos multimillonarios ya como Director de Pemex en el pasado gobierno.

En su defensa aseguró que había sido intimidado, presionado e instrumentalizado y prometió revelar los nombres de quienes ejercieron éstas en su persona y que aprovecharía el criterio de oportunidad que establece la ley a quien delate a sus cómplices. En ambas audiencias los jueces determinaron que la extradición del presunto inculpado fue legal, a pesar de la contradicción de los certificados médicos expedidos en España y en México; el primero lo declaró sano, y el segundo, después de varias horas de vuelo entre ambos países, afirmó que estaba afectado de varias enfermedades: anemia, afección en el esófago, y –¡oh sorpresa!– cansancio general.

Lozoya investigado, bajo la lupa
Imagen: CIO Información.

Sin embargo, este proceso que se presume será el más enérgico y categórico de lo que va del siglo, adolece de apego estricto a la ley por las concesiones que se han hecho al inculpado y que la opinión pública pone en entredicho en los medios de comunicación, principalmente en las redes sociales. Por ejemplo, podrá llevar su proceso en libertad, a condición de portar un brazalete electrónico, ir cada quince días a firmar el libro de procesados, su arraigo domiciliar y la entrega de su pasaporte y visas a la autoridad para impedir su posible huida al extranjero nuevamente. Todo esto bajo un pacto realizado en la oscuridad de la política y la diplomacia, a cambio de aceptar su extradición y enfrentar los cargos aludidos ante la justicia mexicana. Y aún más, por ser considerado como un testigo colaborador –antes se les llamaba soplones–, como lo ha dicho el presidente Manuel López Obrador en sus conferencias de prensa matutinas.

El personaje o los personajes autores del compromiso, como también los ha calificado el propio presidente, al parecer permanecerán, por ahora, en la oscuridad, aunque se presume que están al servicio por parte del gobierno la Fiscalía General de la República (FGR) y la Secretaría de Relaciones Exteriores, y los abogados españoles y mexicanos o familiares, por parte del acusado. Todo ello, bajo la promesa de que denuncie y aporte pruebas de quiénes fueron los funcionarios que lo presionaron, para decirlo, en una palabra, y además a los diputados y senadores de la LXIII Legislatura –los más del PRI, el PAN– que aceptaron sobornos a cambio de aprobar la iniciativa sobre la reforma energética propuesta en el gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto.

lavado dinero, corrupcion
Ilustración: Vicente Martí.

Algunos jurisperitos han expresado opiniones que ya se preparan las figuras de prescripción y el debido proceso legal para finalmente dejar en plena libertad a Emilio Ricardo Lozoya Austin o ERLA, como ha pedido que lo publiciten con base en la protección a sus datos personales, cuando su nombre ya ha dado la vuelta al mundo en todos los medios de comunicación y redes sociales. La prescripción se da en los casos en los cuales los delitos imputados por el transcurso del tiempo entre la pena máxima y mínima de estos, ya ha caducado para ejercer la acción penal, y el debido proceso legal en aquellos que se demuestre que existen fallas legales en los procedimientos legales. En estos laberintos jurídicos también se ha señalado que la FGR le acusó por el delito de asociación delictuosa y no de delincuencia organizada, por ser menor la pena del primero y proceda la prescripción.

El ciclón Emilio promete ser de mayor intensidad, pero será un mega proceso largo y lleno de incidencias, que corre el peligro de descarrilar la negociación o compromiso porque las más duraderas son las del dinero, no las políticas. Tropiezo oportunamente en las lecturas de mi confinamiento con el poeta Ezra Pound que nos dice en sus Cantos: “En sus almas usura y en sus pechos cobardía/ en sus mentes fetidez y corrupción”.     


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Gavilán o paloma. Las expectativas sobre la extradición de Emilio

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Aunque con trato aterciopelado y en un ambiente más bien de cordialidad, finalmente, uno de los emblemas de la mafia del poder retornó al Anáhuac para rendir cuentas ante la justicia en el contexto de la radical transformación de la vida pública de México.

Cuando el Fiscal General de la República, en sus escasas apariciones dio a conocer la noticia de que el Exdirector General de Petróleos Mexicanos había aceptado ser extraditado de España, se desató una serie de especulaciones y sesudos análisis cuyo denominador común fue la hecatombe que producirían las esperadas revelaciones del detenido, quien, según el dicho de su entonces abogado, “no se mandaba sólo”.

La expectativa creció con el anuncio de que una aeronave oficial de bandera mexicana surcaba los aires hacia el viejo continente para recoger el preciado cargamento y retornarlo a suelo patrio para encarar a la justicia, que tan escasas veces logra imponerse ante fechorías y actos criminales, por más deleznables que sean.

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Ilustración: Expansión.

Puesto en tierra, el relevante personaje, señalado protagonista de uno de los episodios más escandalosos de corrupción de los últimos tiempos, se desvaneció en la chistera del mago político. Contra todo pronóstico, los ávidos y experimentados reporteros de todos los medios, cual jauría que lo acechaba a las afueras del hangar de la Fiscalía bien dispuestos al chacaleo, fueron chamaqueados por un dispositivo de señuelos y distractores que los dejó con un palmo de narices.

Nadie lo vio, nadie lo ha visto, nadie sabe, a ciencia cierta, su paradero, su situación o circunstancia. Mucho menos su status jurídico, el estado procesal, si es que existe, gavilán o paloma. Se ha dicho que se encuentra internado en un flamante hospital privado del sur de la Ciudad de México, “previo o post” de su asistencia a un centro penitenciario, por su delicado estado de salud, cosa que bien a bien, tampoco se conoce.

El misterio envuelve el caso, incentivo natural de la especulación y la sospecha. La argumentación de expertos legistas señalan ya afectaciones al tan recurrido debido proceso, que ha dejado en libertad a no pocas personalidades de la más abyecta cepa social, con la correspondiente remuneración a destacados juristas por los eficientes servicios prestados.

Bien entendido, la gran expectativa sobre Lozoya fue la de que vertiera acusaciones sobre personajes trascendentes, la de que corriera sangre, que se destaparan las alcantarillas de grandes componendas entre la política y los intereses privados, los poderes de hecho, los fácticos que aún dominan las decisiones.

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Ilustración: Beto.

Testigo protegido o testigo colaborador son las figuras con las que, se ha sugerido, podría ser considerado el tan esperado huésped alojado supuestamente en el sur de la megalópolis, lo que justificaría el trato privilegiado y la secrecía en su entorno y paradero, pero, de cualquier manera, la suspicacia envuelve el asunto.

El timing es importante, máxime cuando se ha echado a andar la maquinaria con rumbo a las elecciones del año próximo. Cierto, las cosas en palacio van despacio y será necesario jugar las coincidentes cartas (Lozoya, Duarte y Zerón) con magistral habilidad estratégica y dosificar adecuadamente su tratamiento para obtener los rendimientos esperados.

Aún queda en el aire si el verdadero objetivo se ubica en personajes de mayor peso en las administraciones previas y, sobre todo, si existe alguna intencionalidad política al respecto. Tómese en cuenta que el combate a la corrupción y a la impunidad ha sido hasta hoy el estandarte de la administración y la exigencia de la sociedad.

Está por verse si en verdad se bailará un gran tango o todo queda en una simple quebradita.


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La destrucción de la institucionalidad

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José María Benjamín González.

La destrucción del sistema político y de gobierno brasileño es una clara experiencia del proceso de destrucción que en la materia hoy vive México. La corrupción en Brasil y su aparente combate terminó afectado todo el entramado económico y social, obligando a que cada actor político y empresarial relevante terminara actuando para salvarse así mismo. Generando de esta manera un caos institucional y un repudio social. Odebrecht es sólo un nombre empresarial de una red empresarial que involucraba a las más importantes empresas del país en sus negocios con el gobierno. Pero la red empresarial se extendió internamente en todo ese país y echó anclas en buena parte de América Latina.

De igual modo, el vínculo de la corrupción involucró a todos los partidos políticos y órdenes de gobierno. Al final, Brasil votó en el hartazgo por la ultraderecha y hoy se puede pensar que hay una decepción social y ciudadana del resultado del cambio obtenido. En México el cambio político y de gobierno desordenado han llevado ya a la contracción económica, a una mayor violencia, y a la destrucción institucional. Ello dentro de una guerra fratricida del grupo gobernante, una oposición política paralizada y amenazada desde el gobierno en sus investigaciones sobre la corrupción. Proceso este último en el que la clase empresarial comienza a ver su futuro inmediato.

La amenaza velada parece ser la brida del supuesto control político y de gobierno en tanto la conexión popular con la ciudadanía manifiestan ya su agotamiento. Al tiempo que los servicios públicos como la salud, los apoyos públicos a los campesinos, o las promesas de campaña, también expresan su empobrecimiento y las finanzas públicas hacen agua.

Los paladines del gobierno actúan en el desconcierto institucional y obvian las manifestaciones de una corrupción rapaz, a la luz de un nuevo hartazgo ciudadano que se ha tornado en rabia y reclamo ciudadano. El cambio desatado ha terminado por gobernarse caóticamente a sí mismo, sin que haya visos de quien lo rige y concite.

Cuando los pueblos encuentran a sus clamados salvadores, normalmente encuentran a sus verdugos verdaderos.