psicología

El uno que somos todos: pronombre impersonal y número 1

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Uno busca lleno de esperanzas
el camino que los sueños
prometieron a sus ansias…

En este tango clásico de 1943, el admirable compositor porteño y “poeta del tango”, Enrique Santos Discépolo no sólo expresa una intensa vivencia personal, sino que la generaliza con el dramático pero indulgente pronombre Uno de su título, ese uno que se refiere a sí mismo y a los demás; a ese uno que somos todos. La amarga voz poética, que en mi imaginación retrospectiva resuena con el barítono timbre de Hugo del Carril, plantea la vida como una ardua y tenaz travesía en busca del amor, pero fatalmente condenada al fracaso, la desilusión y la soledad: “uno está tan sólo en su dolor/ uno está tan ciego en su penar”. Cincuenta años más tarde, en 1995, la ruptura fatal del corazón por la malograda pretensión amorosa fue desmentida –aunque supongo que no de forma deliberada y con menor trascendencia–, en otra canción titulada “Uno se cura”, cadencia tropical de Raulín Rosendo que marca la brecha de tiempo y estilo entre el desgarrado tango rioplatense y la bullanguera salsa dominicana, en la cual el pronombre impersonal afirma que uno ¡snif! padece y desfallece… pero sana.

Enrique Santos Discepolo
Enrique Santos Discépolo, el poeta del tango, compositor de Uno (1943). A la derecha su biografía titulada escuetamente Uno (Imágenes tomadas de: Iber Libro).

El significado de este pronombre impersonal implica una asimilación, porque el uno declarado se coloca en el lugar del otro implicado y surge para expresar creencias o experiencias con las que cualquiera estaría o debiera estar de acuerdo: uno debe aprender de sus errores; el criterio singular y personal del hablante como el plural y general de la gente. En el habla coloquial se emplea el uno para indicar a una persona cualquiera y esto se logra mediante un disfraz por demás inútil pues, en ese uno que profiere un hablante para referirse a sí mismo de manera despersonalizada, el yo brilla por su ausencia. El mismo pronombre se usa muchas veces como una alusión cortés e indirecta a uno mismo para evitar o encubrir el sentido usualmente presuntuoso del yo. Es una dilución e incorporación de la identidad propia en la multitud: yo como cualquiera, yo como tú. De esta forma el uno seguido del se impersonal (uno lucha y se desangra) permite al hablante generalizar su experiencia puntual o cualquier situación hipotética para hacer una deducción totalizadora que aplica a todos, o cuando menos menos al prototipo de la clase de gente a la que uno pertenece. Se usa uno como disfraz pronominal para indicar a la persona que habla, pero sin revelar cuál es su identidad, ni externar sus rasgos, excepto, significativamente, por el género. Aquí, la autorreferencia del pronombre se hace patente porque concuerda: cuando una mujer lo dice, lo estipula como una: ¡se entera una de cada cosa!

Por su tono generalizador, el pronombre indefinido es apto para formular refranes: uno nunca sabe; uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. También se presta para concretar reflexiones, como ésta de Jaime Gil de Biedma: “Que la vida va en serio/ uno lo empieza a comprender más tarde”. Ahora bien, a diferencia del sentido generalizador del pronombre indefinido, en ciertos contextos lingüísticos y de conducta el uno puede ser exclusivamente auto-referencial y aludir sólo al hablante, como en mi caso particular sería esta frase: uno que nació en 1943 se ve impulsado a citar Uno, tango de ese mismo año.

Marie Rasson
Marie Rasson, lingüista experta en el uso del uno como pronombre indefinido.

Con base en un detallado análisis de discursos naturales en castellano, Marie Rasson, de la Universidad Católica de Lovaina, concluye que hay un continuo entre el sentido genérico y el sentido específico del uno. Esta investigadora del habla encuentra mayor frecuencia del uno pronominal en conversaciones cara a cara (uno a uno), en especial las que tienen mayor intersubjetividad que las más formales, lo cual confirma que es un recurso fundamentalmente oral e interactivo. De esta manera, en varios análisis de conversaciones recogidas ha quedado claro que el uno se usa mucho más en encuentros cara a cara que en medios escritos y, dentro de ellos, más en la ficción que en textos académicos, donde casi no aparece, excepto si un texto, como el presente, trata del pronombre uno. Es así que aparte del uso canónico del uno cuando se refiere solapadamente al “yo”, también puede designar al prototipo de sujetos en los que no está incluido el interlocutor, o bien en donde ambos, el hablante y el oyente están incluidos: uno debe ser consciente de lo que dice, ¿no crees? O bien: uno debe saber cuándo retirarse.

Marta León-Castro distingue dos objetivos del pronombre uno: el encumbrimiento y la generalización. En referencia al encubrimiento, el hablante puede buscar un acuerdo o aceptación por parte del interlocutor, o bien intenta proteger su imagen de posibles críticas y pasar desapercibido. En cambio, en la forma de generalización el hablante expresa una verdad con la que cualquiera puede identificarse, aunque a veces con un sesgo crítico o irónico: hoy en día una se viste como le da la gana. Un punto importante es que la referencia del uno no está dada exclusivamente por la gramática o la sintaxis de la frase que contenga al pronombre, sino se especifica por el contexto de factores fuera del discurso o extralingüísticos, propios de las circunstancias, las acciones y los elementos de la interacción y del entorno.

espejos
El pronombre yo del lenguaje funciona como la imagen de la persona ante un espejo; el pronombre uno como la imagen multiplicada entre dos espejos. La imagen de una persona reflejada en dos espejos se multiplica al infinito (Fotografía tomada de: Oye Borges).

Si bien todos los pronombres personales como yo, mí o mío son las marcas de lenguaje más alusivas a la subjetividad, el pronombre impersonal uno es quizás la marca lingüística más contundente de autoconciencia y alteridad intersubjetiva, porque al proferirla el hablante no sólo se refiere de manera indirecta e impersonal a sí mismo, sino que hace una alusión de dos bandas a sí mismo y mira su figura de soslayo, como si la viera de un espejo a otro. Uno es a la vez una voz autorreferencial porque se señala a sí misma y heterorreferencial porque refiere a los demás, como si hubiera en cada quien un principio común de la especie, o al menos de los miembros de la lengua en la que habla y de la cultura a la que habla. Esto es rigurosamente cierto en la medida que uno es un ejemplar de esta especie de criaturas bípedas, encefalizadas, capaz de comprender y vocear la unidad y variedad de sus miembros. En suma: Uno se refiere a sí mismo como visto por otro y ve al otro como uno mismo: “Cartabón y escuadra, uno sin otro no vale nada”.

uno
El número uno en su apariencia indoeuropea con serif, y la portada del documental de la BBC sobre su historia (la historia de uno) en la matemática (Imágenes tomadas de: Vimeo).

El pronombre personal indefinido uno procede directamente del latín clásico unus, el primer número natural, representado en la numeración indo-arábiga por un solitario glifo (“1”) rematado por un copete o serif, cuya apariencia erguida puede sugerir la verticalidad (postural) del ser humano. El numeral uno es el primer dígito de los números enteros y tiene por eso mismo las características de ser único y sin par, lo cual viene a coincidir con el concepto de persona como una entidad singular. La unidad conformada por el número uno es un elemento de identidad matemática porque cualquier número multiplicado por la unidad permanece sin cambio. Como se puede ver, la noción matemática del numeral uno y la noción lingüística del pronombre impersonal uno tienen un aroma cognitivo: un ser singular semejante a otros seres singulares de su clase. La matsemántica revela al uno pronombre y al uno numeral como conceptos gemelos que impregnan la noción que tiene la persona de sí misma y que colige en semejanza y diferencia con las demás.


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Memoria personal, memoria colectiva, memoria histórica

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La memoria histórica corresponde al conjunto de conocimientos que comparte una sociedad sobre su formación y se manifiesta de diversas maneras públicas, como la conmemoración de acciones, fechas y figuras señaladas. Los anales históricos, muchas veces teñidos de intensas emociones de identidad, se ventilan en la arena pública sometidos a exaltaciones, deformaciones u ocultamientos por parte de los círculos de poder y medios de opinión. Constituyen además temas comunes y candentes que las personas confrontan en referencia a los datos y criterios de otros, y la reflexión e interpretación de las circunstancias que supuestamente causaron los hechos. Lo que se juega en estos lances internos y externos es la veracidad y significación del pasado.

memoria colectiva
Portada del libro “La memoria colectiva” de Halbwachs y el funesto lema “A cada quien lo suyo” en la puerta del campo de concentración de Buchenwald, donde murió en 1945 (Fuente: Wikipedia).

El sociólogo francés Maurice Halbwachs, asesinado en el campo de concentración de Buchenwald en 1945, concibió a la memoria colectiva como el proceso de reconstrucción de su pasado por una sociedad determinada. A diferencia de la memoria histórica que sería la relación más difundida y oficial de hechos rescatados en diversas fuentes, la memoria colectiva se refiere a los recuerdos que un grupo social destaca y atesora, los cuales son compartidos, transmitidos y construidos por ese grupo humano en su conjunto y que suelen formar parte de su tradición. Como sucede con el engrama de los recuerdos episódicos y semánticos labrados en el cerebro individual, ocurre una extensión externa en los recuerdos de los otros y en las marcas de la memoria colectiva. Halbwachs propuso que la memoria colectiva estaría compuesta por una interacción entre las memorias individuales y los marcos sociales. Estos marcos son construcciones lógicas, representaciones de acontecimientos y de personajes localizados en el tiempo y espacio que permiten encuadrar una narración identitaria para una colectividad y sus miembros. Se podría decir que, así como la memoria personal –tanto la episódica como la semántica y la operativa– permite un auto-reconocimiento individual, la memoria colectiva permite a una sociedad reconocerse conjuntamente.

roger bartra
Portada de “Antropología del cerebro” de Roger Bartra y el autor.

En los últimos lustros el campo de la neurociencia social se ha interesado en las bases cerebrales de las relaciones intersubjetivas y de la memoria colectiva. En su medio se ha postulado que existen esquemas de memoria que conectan los engramas del cerebro con los eventos históricos que conforman la memoria colectiva, y que funcionan debido a similitudes en la codificación de información a nivel individual y social. La cognición individual tiene un asa externa que se modula y complementa de manera dinámica y adjunta con memoriales ubicados en el mundo y que incluyen libros, monumentos, crónicas, conmemoraciones y demás marcas públicas. Como lo ha sugerido y justificado el reconocido antropólogo mexicano Roger Bartra, se trata de una cognición distribuida porque involucra un acoplamiento interactivo entre recursos internos del cuerpo, en especial del cerebro y sus engramas de la memoria, con instancias externas de naturaleza simbólica que en conjunto integran una parte de la conciencia de sí. Ciertos datos y recuerdos significativos del individuo y las creencias más enraizadas de la colectividad son procesos con dos polos, uno íntimo y subjetivo que las personas atesoran como parte de su identidad, y otro colectivo conformado no sólo por las circunstancias ambientales y sociales que originan la experiencia, sino también por el conjunto de historias, nociones, valores, lugares, ideas, rituales, pautas de comportamiento y demás menesteres que conforman la cultura.

frente por la memoria
La memoria colectiva se manifiesta en ocasiones como movimientos sociales de personas que han compartido o padecido un suceso público soslayado o acallado por el grupo en el poder. En este cartel aparecen las madres de Plaza de Mayo que surgieron en los años de la represión política de Argentina. Ostentan el símbolo de la pañoleta blanca que las identifica en la memoria colectiva como madres de personas desaparecidas por la dictadura (Figura tomada de: Frente por la Memoria Colectiva).

Los datos y narraciones de la historia suelen acarrear una carga simbólica, imaginativa y afectiva que los convierte en parte importante de la cosmovisión personal y colectiva. Es así que los personajes históricos elegidos como héroes o villanos constituyen símbolos que forman parte de la identidad. Por otro lado, los criterios asumidos por una persona sobre su identidad o filiación política (“yo soy demócrata,” “yo soy anarquista,” “yo me considero conservador,” etc.) tienen referentes históricos (datos, personajes), fuentes ideológicas (teorías, doctrinas), datos de memoria colectiva (testimonios, diálogos, controversias) recuerdos y evaluaciones de la memoria personal (enseñanzas, confiabilidad y contexto de la fuente de información). En este sentido es interesante anotar que existen tendencias morales innatas que inclinan a las personas hacia un perfil progresista o conservador que se ven revestidas y afianzadas por las ideologías que se adoptan.

Es significativo advertir que, aparte de designar al sistema cognitivo de retención y recuperación de información, las palabras “memoria” y “memorial” se usan para referir a informes escritos en los que se expone información de algún suceso público. La labor de un cronista (literalmente “relator del tiempo”) es narrar los sucesos que presencia en el orden en el que sucedieron, y en su testimonio se conjuntan sus procesos subjetivos con eventos del entorno que dan como resultado un documento que puede cimentar historia. La memoria personal y subjetiva se enlaza de manera dinámica con la memoria colectiva y objetiva, de tal manera que la historia se basa en la investigación de los anales y documentos existentes con el objeto de reconstruir e interpretar el pasado. La historia no sólo es producto de la actividad de los historiadores, cronistas e instancias de autoridad, sino una vez configurada, difundida y enseñada, es fuente de memoria semántica, de conocimiento verosímil y finalmente de la cosmovisión para una comunidad humana y cada persona que la integra.

memoria de los 43
“Antimonumento por los 43”. Conmemoración pública no oficial en la Ciudad de México de la memoria colectiva concerniente a los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa 2014, en oposición a la “verdad histórica” proclamada por el gobierno. La memoria colectiva tiene una correspondencia intensa con las memorias individuales de un sector lacerado de la población (Fuente: Wikipedia).

El conocimiento histórico socialmente sancionado tiene gran poder de convicción y constituye un ingrediente clave de la imagen e interpretación del mundo en una cultura determinada y para cada uno de sus individuos. Sin embargo, la sanción pública y la historia oficial de hechos pasados no son garantía de veracidad y toda persona inquisitiva aplica sus recursos de aprendizaje, verificación, reflexión y crítica para deslindar el conocimiento verdadero del falso y el valioso del intrascendente. Este juego entre la cognición social e individual constituye un proceso fundamental en la evolución de las personas, de las sociedades humanas y en último término de la especie.

Paul Ricoeur se refiere al tiempo vivido para aludir lo que viven los seres humanos en su cotidianidad o diario transcurrir. Este filósofo y hermeneuta francés plantea el papel de la narración y comunicación de la experiencia a través de la rememoración como un estrato elemental de la memoria. El ingreso de la  memoria narrada en la tradición y la historia constituye un segundo estrato aprehensible a través de un paradigma colectivo. Finalmente, el tercer estrato concierne a los humanos como la especie biológica que ha  trascendido miles de años e incide en la cultura por herencia y tradición. En este contexto vale la pena evocar el sentido del término “rememoración” en Walter Benjamin, pues concierne a la tarea común de la memoria personal, la colectiva y la histórica en la recreación de un pasado en un presente.

Concluyo: la memoria, tanto la personal como la social, además de codificar, evocar e interpretar información, llena un menester evolutivo: reconstruir el pasado para aprender de él y labrar un mejor futuro; recuperar el pasado para sedimentar y cristalizar el valor personal, el valor cultural y, en definitiva, el valor humano.


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Las frases que heredó Sigmund Freud

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Las mejores frases de Sigmund Freud el padre del psicoanálisis.

Las mejores frases de Sigmund Freud vuelven a seguir el 6 de mayo, fecha en el que se conmemora el natalicio del padre del psicoanálisis.

Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, nació el seis de mayo de 1856 en Freiberg, Moravia (en la actualidad, Příbor en la República Checa). Hijo mayor de seis hermanos (cinco mujeres y un varón) y de ascendencia judía, Freud creció lleno de privilegios que no le fueron otorgados al resto de sus hermanos, pues su padre creyó siempre que él haría grandes cosas.

Se cuenta de él que cuando niño pidió a su madre que hiciera callar a una de sus hermanas que tocaba el piano mientras él estudiaba y ésta prohibió rotundamente, desde ese momento, las clases de piano en la casa para que su hijo mayor pudiera concentrarse sin sufrir distracciones nunca más. También se sabe que era fanático empedernido de las propiedades cognitivas que traían consigo el uso de cocaína en dosis controladas y que, de hecho, intento hacerse fama con este producto pero su amigo y compañero de proyecto, Ernst Fleischl-Marxow, robó el crédito total de sus esfuerzos.

Freud fue inegablemente una de las figuras más influyentes del siglo XX, gracias a sus trabajos sobre la conducta humana y sus orígenes. Se desarrolló en dos campos simultáneos, por un lado creó una teoría de la mente y por otro, paralelamente, construyó una técnica terapéutica para ayudar a las personas con afecciones psíquicas.

El descubridor de la neurosis logró acuñar una rama completa dentro de la psicología, el psicoanálisis es aún una herramienta altamente efectiva en el control de los malestares psíquicos. Influyó en muchos otros investigadores como Jung, Winnicott, Pearls, Rogers, Horney.

Su teoría principal se basa en la creencia de que dentro del sujeto convergen tres estados, uno consciente -al cual accedemos directamente para manejar nuestra realidad directa-, uno preconsciente -dentro del cual se alberga información que no tenemos todo el tiempo presente, pero a la que podemos acceder rápidamente (como fechas importantes, nombres, números telefónicos) y un último estado inconsciente -en el cual se mantienen nuestros deseos mas profundos, pulsiones y miedos y que resultan en muchos casos como completamente desconocidos para el sujeto-.

De acuerdo con Freud, es en este último campo donde se generan todos los problemas que el sujeto puede presentar en su vida y el malestar que de estos deviene, esto ocurre principalmente por la negación a los sentimientos de deseo o aberración que tenemos hacia lo externo y lo propio.

Si quieres saber más sobre Freud y su trabajo, estas son algunas de sus frases mas importantes:

  • “Las ilusiones se encomiendan a nosotros porque nos salvan del dolor y nos permiten disfrutar, en su lugar, del placer. Por tanto, debemos aceptar sin quejas cuando en ocasiones chocan con un poco de realidad, contra la cual caen en pedazos.”
  • “Nunca estamos tan indefensos ante el sufrimiento como cuando amamos. Cualquiera que ame se vuelve humilde. Aquellos que aman tienen que, por así decirlo, empeñar una parte de su narcisismo”.
  • “Fumar es indispensable si no tienes a nadie a quien besar.”
  • “Pues allí donde el amor despierta, muere el yo, déspota y sombrío.”
  • “La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas.”
  • “Aun en muchas formas de la elección amorosa salta a la vista que el objeto sirve para sustituir un ideal del yo propio, no alcanzado. Se ama en virtud de perfecciones a que se ha aspirado para el yo propio y que ahora a uno le gustaría procurarse, para satisfacer su narcisismo por este rodeo.”
  • “Necesitamos amar para mantenernos saludables y podemos caer en enfermedad cuando no tenemos oportunidad de amar.”
  • “La amistad es el arte de mantener la distancia mientras que el amor es el arte de intimar.”
  • “Recordar es el mejor modo de olvidar.”

Autobiografía: un yo presente espía y relata a un yo pasado

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La autobiografía es un género o un venero muy importante de la literatura donde no sólo se ventilan las nociones del yo, el sujeto, la verdad, la historia o la visión del mundo, sino que está en juego ese gran tema de la memoria que es el recuerdo y el olvido. Además, tres modos de identidad convergen y se enredan entre sus líneas: el autor, el narrador y el personaje. En efecto: una persona de carne y hueso (el autor: un yo verídico o empírico) cuenta su vida en primera persona (la voz narrativa: un yo poético o literario) cuyo protagonista (el personaje: un yo narrado o relatado) es… ¡el propio autor! En “El pacto autobiográfico” el ensayista francés Philippe Lejeune define a la autobiografía como un “relato retrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia existencia, poniendo énfasis en su vida individual y, en particular, en la historia de su personalidad”. Subrayo persona real porque una persona concreta escribe verazmente su vida, aunque esta intención sincera se encuentre constreñida por la fidelidad y accesibilidad de los recuerdos, así como por la capacidad para expresarlos, para no mencionar las motivaciones que sesgan el texto de formas impensadas. Subrayo también la historia de su personalidad, pues elucidarla supone el característico desdoblamiento de la autoconciencia: un yo presente espía y relata a un yo pasado o… a varios yoes.

autobiografia lejeune
Portadas del libro de Lejeune sobre la autobiografía. Original en francés y traducción al castellano.

Se ha debatido si la autobiografía es una narración histórica o una ficción, aunque algo asume de ambas, quien la emprende no sigue los rigurosos métodos de un historiador, ni el creativo camino del novelista. Los críticos posmodernos no consideran a la autobiografía un género literario, sino una forma de elaborar textos que ocurre en muchas obras, sobre todo en las que expresan auto-referencia, algo difícil de precisar. Hay quien estipula que todo escrito literario es autobiográfico por el hecho de estar escrito por una persona desde su propio mundo y su punto de vista.

Acudamos a las ciencias cognitivas para ver si sus paradigmas y modelos arrojan alguna luz sobre la autobiografía y si esta práctica narrativa, a su vez, ilumina los procesos y la estructura de la autoconciencia. La ciencia cognitiva inicial asume que se representa e interpreta el mundo mediante el lenguaje y que estos actos del habla se comparten de múltiples maneras. El agente de esta intención comunicativa sería un yo relativamente definido y estable. Pero, como hemos visto, en las corrientes más actuales, el yo no se considera una unidad definida y definitiva, sino un proceso multidimensional que cambia por la construcción en marcha de una autobiografía implícita, cuya finalidad es proporcionar un sentido a la experiencia y una organización a la propia identidad. También se ha dicho que quien produce una autobiografía no es el yo, sino la elaboración de la autobiografía construye o constituye al yo. Podemos entrever que la narrativa de la propia vida y la autoconciencia son dos sistemas cognitivos dinámicos de alta jerarquía que se enlazan y refuerzan mutuamente, la primera como subsidiaria de la segunda.

En cada persona la historia de su vida se organiza mediante un mapa mental que no semeja una línea de tiempo histórico en la que se identifican puntos salientes, como son las cronologías relevantes que se presentan en un libro de historia. La mente no construye el tiempo pasado como una flecha cronológica sino en trayectorias, como la secuencia laboral, las aficiones y hobbies, la vida sentimental o la familiar que, al ser rememoradas se disponen mediante indicadores internos y externos. Desde luego estas líneas pueden encontrarse, entrelazarse y empalmarse, o bien la persona puede ordenarlas cronológicamente al contar o escribir su vida.

linea del tiempo
“Línea del tiempo” en la historia de la medicina, siglos XV al XVI. El modelo de “línea de tiempo” consiste en una flecha que corre hacia la derecha con intervalos fijos y marcas de eventos salientes. Aunque tiene elementos en común, la memoria autobiográfica no se mapea de esta forma (ver texto; imagen tomada de: Docsity).

El pasado rememorado no tiene la consistencia o la claridad de la experiencia presente, pero adquiere nuevos significados que modelan y se anclan en la conciencia de sí por varias razones. Una es el hecho de que cualquier incidente recordado ha sobrevivido al olvido, lo cual constituye un filtro de información que opera fuera de la voluntad y tiene relación con otras funciones mentales, como la atención, la motivación, la emoción o el sistema de creencias. Otra razón que liga al recuerdo con la autoconciencia se refiere a que cada evocación asienta y aclara al recuerdo, porque mientras más se evoca es más fácil recuperarlo y porque, con cada evocación, suele sufrir ajustes e inferencias que lo resignifican. En suma: la memoria autobiográfica no sólo recapitula vivencias pasadas protagonizadas por un yo previo, sino que, al hacerlo, restaura y moldea al yo presente. De esta manera es posible afirmar que el conocimiento sobre uno mismo derivado de la evocación, interpretación y acomodo de la propia historia es propiamente autonoético, porque rastrea y borda el saber sobre uno mismo.

Más aún: la memoria autobiográfica se integra al autoconocimiento porque dispone las experiencias individuales en marcos sociales y culturales. Este tipo de memoria surge en los infantes junto con la adquisición del lenguaje y se afianza en la adolescencia mediante una narrativa que se enriquece en el diálogo y la vivencia sociales. En efecto: la estructuración autobiográfica durante la adolescencia se conforma al patrón de socialización y al uso que el/la joven hace de pautas y símbolos culturalmente disponibles. Al establecer un nicho al yo en el tejido social, las narrativas familiares contribuyen al desarrollo de la memoria autobiográfica y se ha observado que los padres con una narrativa personal pulida y articulada tienen hijos con la misma capacidad.

Pedro Tzontemoc
El fotógrafo Pedro Tzontémoc y su libro “Identidad en el laberinto de la memoria”.

Un ejemplo manifiesto de esta autoreferencia contextual es el libro “Identidad en el laberinto de la memoria” del fotógrafo mexicano Pedro Tzontémoc, quien despliega su búsqueda de identidad en la historia de su familia proveniente de la emigración gallega a México. El artista estuvo expuesto a esta tradición en su infancia y juventud no sólo en su núcleo familiar, sino en el contexto del amplio árbol genealógico que lleva el apellido Díaz desde una pareja de campesinos de la montaña lucense, casada hacia 1865, hasta cientos de descendientes en varios países de Hipanoamérica (la diázpora, en la que está incluido el que esto escribe). Las fotos de lugares y personas que Pedro Tzontémoc ha tomado y recolectado constituyen la cartografía de un mestizaje forjado en el laberinto de esta estirpe familiar y de los paisajes contrapuestos de México y Galicia.

El Diario de Ana Frank
El Diario de Ana Frank fue traducido al castellano en 1955. Está disponible de forma gratuita en la red porque se han cumplido más de 70 años de su muerte en el campo de concentración de Bergen-Belsen (Imagen tomada de: El Universo).

La memoria y la narración autobiográficas parecen cumplir una función de autorregulación y homeostasis, muchas veces en el marco de conflictos que requieren ser comprendidos. Llenan así un cometido que rebasa al individuo, sus memorias y sus intenciones personales porque un objetivo manifiesto en casi todas las autobiografías es comunicar a otros yoes el yo del autor. Se ha dicho que Michel de Montaigne inauguró la conciencia moderna de un yo que escribe sobre sí mismo; parecería necesario agregar que este yo relator necesita a otro yo receptor que lo pueda escuchar y comprender. Al iniciar a los 13 años su entrañable e inmortal Diario, Ana Frank resuelve meridianamente este cometido:

“A fin de evocar mejor la imagen que me forjo de una amiga largamente esperada, no quiero limitarme a simples hechos, como tantos hacen, sino que deseo que este Diario personifique a la amiga. Y esta amiga se llamará Kitty”.

Estrategias de autoayuda frente a la crisis sanitaria

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Impacto emocional del COVID-19

A causa de la crisis global generada por la pandemia del COVID-19, datos de una encuesta de opinión pública (Buendía & Laredo, 2020) nos muestran que, entre los mexicanos, “impera el pesimismo sobre el futuro inmediato”. Así, el 70% espera una disminución en su ingreso familiar, 69% supone que algún miembro de su hogar pierda su empleo, 62% considera probable que haya desabasto de alimentos en algunas zonas del país, mientras que 33% piensa que es probable que algún miembro de su hogar contraiga el virus.

Desesperanza, angustia y hasta desesperación son algunos de los sentimientos que nos despierta el encierro del hoy y la incertidumbre del mañana. Hay quienes viven este aislamiento con tal miedo que su vida se ha tornado insoportable. Es por ello que los gritos de auxilio se han multiplicado. Especialistas en psicoterapia y coaching emocional me comentaron recientemente que estos días han incrementado las llamadas de ayuda de quienes no logran mantenerse a flote. También, en las redes sociales se multiplican los tips para que la gente logre calmar su miedo con meditación, pensamientos positivos, rutinas de ejercicios o bien con consejos para seguir con la vida a pesar de las condiciones adversas. De igual forma, hay datos que muestran que quienes antes acudían a terapias emocionales y psicológicas, ahora acuden a libros de autoayuda (El Comercio, 2020).

ninos en reclusion
Ilustración: El Sol de Mazatlan.

En marzo pasado, la Organización Mundial de la Salud ya había alertado sobre el impacto emocional del COVID-19: “El aislamiento, el distanciamiento físico, el cierre de escuelas y lugares de trabajo, son desafíos que nos afectan, y es natural sentir estrés, ansiedad, miedo y soledad en estos momentos”. Éstas fueron las palabras de Hans Kluge, jefe de la OMS para Europa, durante la rueda de prensa del 25 de marzo. Mujeres embarazadas, adultos mayores y niños son la población más vulnerable frente a los posibles efectos emocionales de la emergencia sanitaria (DW, 2020).

La autoayuda frente a un grito de auxilio

El 23 de marzo se celebró el Día Internacional del Libro y el 30 de abril festejamos en México el Día del Niño. Difícil festejar a los niños durante el aislamiento obligado; pero parece fácil leer un libro en el encierro –si es que nos queda tiempo después de que la cuarentena nos ha multiplicado las labores domésticas y de cuidado–. Editoriales, librerías y autores han facilitado publicaciones y libros electrónicos de manera gratuita. También en redes sociales se muestran distintas formas de celebrar a los niños en casa. Seguramente este encierro ha obligado a muchos a buscar en las redes sociales estrategias para sobrevivir el encierro, calmar el estrés y animar a los niños.

Sin duda, también obligará a muchos a buscar soluciones en libros de autoayuda y eso no es extraño. La autoayuda como género literario surgió en la década de los treinta del siglo pasado, justamente después de la Gran Depresión de 1929 (Papalini, 2015). De hecho, uno de los primeros libros que hicieron de este género una industria por sus vastas ventas alrededor del mundo fue el que publicara en 1936 el empresario estadounidense Dale Carnegie, Cómo ganar amigos e influir sobre las personas. Entonces, no será extraño que después de la crisis que estamos viviendo, este género -el cual, se ha expandido desde 1990- gane mayor auge.

libros de autoayuda
Ilustración: Trendsmap.

Ya estamos viendo cómo la biblioterapia se presenta como una herramienta para sortear la angustia y el miedo actuales; y, sin duda, una vez que termine el periodo de aislamiento, las personas seguirán acudiendo a los libros y manuales de autoayuda para mejorar la situación anímica o económica en la que cayeron. Si bien, como en todo género literario, hay buenas y malas obras, el de autoayuda no es la excepción. No obstante, en diversas investigaciones (véase, por ejemplo, Montes de Oca y McLean, 2019) se ha mostrado que algunos de los libros de autoayuda, sí ayudan; además de que hacen que los lectores reflexionen, asimilen y adapten los contenidos a sus propias experiencias. En otras palabras, los lectores toman lo que les conviene para solucionar sus problemas.

Ya veremos cómo después de la crisis del COVID-19, por una parte, se multiplican las publicaciones y, por otra, crecen los lectores de un género que en México gana preferencia, ya que en 2017 casi el 30% de quienes habían leído un libro el último año, había preferido este género (Montes de Oca y McLean, 2019).


Referencias
~ Buendía & Laredo, 2020, Encuesta Nacional de Opinión Pública COVID-19.
~ DW, 2020, “OMS: el impacto psicológico del COVID-19 en la sociedad no debe ser ignorado”, 26 de marzo.
~ Diario El Comercio, 2020, “Autoayuda, un género que crece en el aislamiento”.
~ Montes de Oca, Laura y Scott McLean, 2019, “Entender la autoayuda. Claves interdisciplinarias para analizar una práctica cultural en expansión”, Revista Interdisciplinaria de Estudios Latinoamericanos, año 3, núm. 3, septiembre-diciembre, disponible en: https://bit.ly/3bRUeKK.
~ Papalini, Vanina, 2015, Garantías de felicidad. Estudio sobre los libros de autoayuda, Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora.


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¿Somos nuestra memoria? Autorrealización por el recuerdo

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El poema “Memoria” de José Emilio Pacheco, previene: “No tomes muy en serio/ lo que te dice la memoria. /A lo mejor no hubo esa tarde. /Quizá todo fue autoengaño. /La gran pasión/ sólo existió en tu deseo”. Pero el autoengaño del falso recuerdo (¡fake news!) no debe tomarse a la ligera: desde la teoría y la ciencia será conveniente escrutar el artilugio de la memoria y su relación con el yo y, además, en el fuero interno, reflexionar la propia historia para esculpir y depurar la identidad.

deja vu y recuerdos
Ilustración del fenómeno deja vú como un “truco del cerebro” (Fotografía tomada de: BajaPress).

En 1886 el psiquiatra alemán Emil Kraepelin (1856-1926) describió varios errores de la memoria bajo el nombre de “paramnesias”. Las más comunes son el tomar fantasías o sueños como vivencias ocurridas en el mundo externo y el considerar una escena vista o una situación vivida como duplicación de una anterior, lo que se conoció luego como déjà vu (ya visto) y déjà vécu (ya vivido). Otra distorsión de la memoria es la confabulación que consiste en fraguar adiciones a los recuerdos y sus relatos narrados. Esto sucede en las amnesias y llega al delirio en los alcohólicos crónicos con síndrome de Korsakoff, quienes rellenan sus lagunas de memoria con narrativas inventadas para paliar la evidencia de su patología. También se han documentado numerosos sesgos de la memoria en personas normales que se manifiestan en el guardar y recordar eventos y experiencias de forma distorsionada. En su libro Los siete pecados de la memoria, Daniel Schacter ha descrito algunas desviaciones prevalentes y éstas incluyen agrandar logros, recordar calificaciones mejores de lo que fueron, retener el contenido pero no la fuente de la información, confundir una memoria con una imaginación, considerar los eventos remotos como recientes y los recientes como remotos, o recordar mejor las tareas no terminadas que las terminadas. Estos sesgos manifiestan la fuerte conexión cognitiva que existe entre la memoria, el razonamiento, el sistema de creencias y la conciencia de uno mismo, en especial la parte referente a la autoimagen que hemos revisado como el falso ego.

Daniel Schacter
Daniel Schacter y dos de sus libros sobre la memoria (Fotografía tomada de: PNAS).

Una forma impactante de recuerdo es el flashback, la recolección repentina, vívida e involuntaria de una experiencia previa, usualmente aterradora. En las personas que padecen síndrome post-traumático, la palabra flashback, importada del inglés y del cine, implica un fogonazo retrospectivo, una reminiscencia intensa que revive en el presente lo que en su momento fue una experiencia intolerable que no logra asumirse. Pero acontece que el recuerdo derivado de eventos desgarradores frecuentemente se graba o recupera de forma distorsionada y da lugar a falsos recuerdo. El tema de los falsos recuerdos es muy extenso y baste aquí con decir que su existencia se ha documentado de manera rigurosa, así como la capacidad de generarlos por sugestión.

El olvido es otro tópico relevante a la fidelidad de la memoria. Se dice a veces que las cosas “han caído en el olvido” como si hubiera un opaco sumidero a donde va a dar lo que ya no se recuerda, pero es más verosímil plantear que la huella o el engrama de la memoria se diluye, se desmorona, se silencia o se pierde con el tiempo. Pero el paso del tiempo no es suficiente para erosionar la huella, pues algunos recuerdos permanecen y otros decaen. Un recuerdo tiende a perderse cuando no se reactiva y es posible que los remotos sean más indelebles porque han sido más reactivados: la repetición del recuerdo entraña una rehabilitación de la huella.

hector abad
Este libro de Héctor Abad versa sobre el asesinato de su padre en Colombia. Al ser balaceado tenía 65 años y en el bolsillo del pantalón llevaba el soneto de Borges, “Epitafio” cuyo primer endecasílabo dice: “Ya somos el olvido que seremos…” (Fotografía tomada de: Wikipedia).

Ahora bien, estas fallas y sesgos no invalidan la utilidad de la memoria. Aunque la información recuperada no sea exacta en comparación con el estímulo o la experiencia originales, el recuerdo debe ser lo suficientemente eficaz para que sea adaptativo y pueda ayudar para promover decisiones y conductas apropiadas; es decir, debe existir una cuota operativa y útil en el sistema de consolidación, almacén y recolección. El error de base no es tanto el de la inexactitud memoria, sino la falacia teórica que le exige el ser “objetiva” y fiel a la “realidad”, una fórmula que asume una separación terminante entre lo objetivo lo subjetivo, entre la realidad externa y la interna, entre lo físico y lo psicológico. La problemática idea de que toda memoria es falsa porque no es posible recuperar las experiencias pasadas en plena viveza y en todo detalle, puede además desembocar en un nihilismo sobre la identidad de la persona, pero esto no es una deducción convincente. Los ajustes que se producen en la recuperación y reconsolidación no necesariamente invalidan el recuerdo, incluso lo pueden enriquecer cuando se le ubica en tiempo y lugar, cuando se identifican los personajes recordados y sus relaciones, o cuando se le encuentran nuevos significados.

Notemos esta característica esencial del recuerdo: su recuperación a la conciencia ocurre en un marco cognitivo más cercano a la imaginación y a los sueños que a la percepción. Por ejemplo, un recuerdo episódico, como es una escena inolvidable de la propia existencia y que se puede evocar en este momento, surge en un formato imaginativo polisensorial –visual, auditivo, táctil, cinético– probablemente acompañado por emociones y consideraciones que proceden en el periodo mismo de recordar. Esta actividad es propia del pensamiento y como tal es ingrediente del conocimiento. Además, hay que distinguir la fidelidad de la memoria de la identidad personal fincada en las evocaciones de la vida.

¿Somos realmente nuestros recuerdos?

borges
Jorge Luis Borges (Fotografía tomada de: Zenda).

Las veredas del pasado no se remontan, ni es posible bañarse dos veces en las mismas aguas de un río, sea el Caístro de Esmirna o el Usumacinta de Mesoamérica. La experiencia no se almacena como una grabación o reflejo de la realidad externa, porque esta “realidad”, como sea que se conciba, no es totalmente accesible. Sólo una parte reducida de las energías del mundo y del cuerpo es asequible a la percepción; de ella sólo se procesa la fracción que se atiende y emociona; de esta sólo algunos estímulos salientes o secciones significativas de la vivencia se consolidan. Y esto sólo concierne a la incorporación, porque la recuperación implica una actualización que se realiza entre obstáculos de olvido, tergiversación y falsos recuerdos. El recuerdo no es reproducción o evocación fiel y fija del pasado porque en cada remembranza ocurre una recreación, una reconstrucción, una figuración.

La memoria es una iota de lo existente, pero por su contenido es indispensable para actuar en el mundo y para definir la identidad personal, en especial si se reflexionan y depuran los recuerdos. Dado que los recuerdos son parte de nuestra identidad, su tratamiento y depuración son recursos determinantes para realizarla progresivamente. Si la persona pretende conocerse a sí misma, le será necesario analizar y depurar este anclaje de la identidad en la memoria. Hacia la mitad del El elogio de la sombra, Jorge Luis Borges, un Virgilio de este délfico empeño, lo expresa de manera franca y honda:

Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas.
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy


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Más que duplicados de experiencias pasadas, los recuerdos son recreaciones que, si bien no conservan la nitidez y el detalle del evento original, suelen ganar en conocimiento y relevancia. Una forma automática de recuperación es la ecforia, término poco usado para identificar un suceso frecuente. A parte de acuñar el término de engrama a principios del siglo XX, Richard Semon subrayó el papel de las claves sensoriales para recuperar información almacenada en la memoria y denominó ecforia a este evento. El ejemplo paradigmático es el recuerdo de Marcel, el protagonista de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, cuando el sabor de una magdalena le evoca una escena infantil que da origen al relato. Semon teorizó sobre la existencia de engramas latentes en el cerebro que se recuperan de improviso cuando ocurre el mismo estímulo sensorial que les dio origen.

La ecforia ha permitido recientemente estudiar los fundamentos neuronales de la reactivación del engrama en animales de experimentación. Dado que muchos engramas se conforman por claves ambientales externas y estados internos, la recuperación sucede cuando las claves implicadas en la conformación de la red correspondiente al engrama aparecen de nuevo como estímulos. Algunas técnicas actuales de la neurociencia han permitido identificar los ensambles neuronales que constituyen los engramas de ciertas memorias en roedores de laboratorio. Con estas técnicas se logra marcar poblaciones de neuronas que están activas durante la codificación en la memoria, se modulan una vez establecido el engrama y es posible sondear cómo se reactivan durante el proceso de recordar. Esta línea de investigación ha confirmado que un engrama se forma por la facilitación de las sinapsis que conectan una red de neuronas y por la formación de otras nuevas que engarzan y consolidan la red.

mnemosyne memoria
Mnemosyne (1881) del pintor prerrafaelita Gabriel Dante Rossetti, representa a la musa de la memoria y madre de las 9 musas de las artes. En su mano derecha tiene una fuente de luz y en la izquierda una linterna de aceite que ilumina una flor de pensamiento, símbolo del recuerdo.

En estos y otros casos similares, la memoria constituye una facultad sensitiva porque almacena datos sensoriales de origen externo, pero también puede ser una facultad imaginativa cuando recoge figuraciones de origen interno. En efecto, las evocaciones sensoriales, las escenas del pasado, las ensoñaciones o las fantasías retenidas, reaparecen en el recuerdo como representaciones visuales, auditivas, táctiles o de sabores, pero elaboradas de varias formas. Para empezar, la experiencia memorizada adquiere consolidación y plenitud gracias a una integración de modalidades sensoriales e imaginativas que en la antigüedad se conocía como “sentido común” y que tiene una base en los sistemas de integración sensorial: las áreas y mecanismos cerebrales que conectan y asocian a las zonas que reciben y conciertan la información de cada uno de los sentidos. Esta elaboración acomoda, almacena y recupera la información de manera sistemática y no se restringe a combinar de manera congruente los datos y cualidades de los sentidos, sino que los confecciona con ingredientes cognitivos para integrarse en la memoria.

neuronas de memoria
Con técnicas como la optogenética se logran visualizar las neuronas involucradas en la codificación de una memoria y verificar cómo se reactivan para dar lugar al recuerdo (imagen tomada de: El Tiempo).

Además de la ecforia que recupera escenas del pasado cuando el sujeto percibe un estímulo similar al que precipitó la memoria original, en muchas ocasiones la persona volitivamente busca y recupera un dato, un personaje o una escena de su pasado en los archivos de su memoria. Ciertas evidencias de la conducta y de la fisiología neuronal sugieren que los recuerdos pueden ser recuperados mediante el escaneo de un mapa o representación que se encuentra comprimido en el tiempo. De vez en cuando el esfuerzo para recordar el nombre de un lugar o de una persona no tiene éxito, a pesar de que el sujeto tiene la seguridad de que la información está allí. Éste es el fenómeno de “punta de la lengua,” que suele remediarse cuando ya no se aplica el esfuerzo. Este tipo de experiencias indica que los engramas difieren en accesibilidad, lo cual refleja cambios en la organización de la red neuronal: se trata de engramas no siempre disponibles, a veces denominados silenciosos o latentes, como lo hizo el propio Semon.

Es importante definir a las reminiscencias como aquellos recuerdos que no son simples recuperaciones de datos sensoriales, sino que incluyen un sentido del tiempo, de la distancia, del movimiento y de otras categorías cognoscitivas. Santo Tomás denominó experimentum a la combinación de los elementos de la memoria en un esquema de organización cognitiva superior que ya es propia del conocimiento. Esto implica que en el dominio del conocimiento personal hay algo más que un catálogo de memorias, recuerdos y datos: hay una organización de elementos en un discernimiento organizado que al ser puesto en práctica mediante la inteligencia permite al ser humano adaptarse y sobrevivir. En este mismo contexto del conocimiento y del experimentum, se puede decir que la visión y el concepto que tiene un sujeto de sí mismo y del mundo no sólo están influidos por lo que recuerda y discierne de su vida pasada sino también por cómo recuerda los eventos vividos y cómo utiliza esa información.

jardin del etten
Memoria del jardín de Etten (1888) de Vincent van Gogh, depositado en el Museo Hermitage. Representa a su madre y su hermana al frente y una campesina atrás cargando flores en un camino, una escena recreada por el pintor unos años después de su estancia en Etten. Es un lienzo simbolista porque desde la imaginación y la memoria recrea una experiencia más significativa que un retrato de la naturaleza o que un recuerdo fotográfico de una escena.

Las opiniones, las creencias y los objetivos que tiene una persona influyen en cuáles recuerdos recupera de su vida pasada y en cierta medida en cómo se presentan. Mahr y Csibra propusieron que la memoria episódica implica una actitud epistémica de conocimiento hacia los eventos que se registran, y se recuerdan de tal forma que los contenidos de los recuerdos episódicos se suelen reconstruir de acuerdo a justificaciones explícitas de ciertas creencias. Esta operación supone una capacidad generativa o creativa de la recolección en el sentido de que lo recordado se acomoda a lo que se cree y esto permite representar y comunicar las razones que justifican tanto las creencias como los recuerdos. La manera como la persona se construye a través del tiempo está al servicio de crear una imagen coherente de sí misma, que suele ser favorable y propicia. Como dice el dicho “recuerdas lo que te conviene,” al que cabe agregar: “y como te conviene.” Ahora bien, este acomodo tiene límites, porque el conocimiento y la conciencia de la propia historia implican asegurar lo que ocurrió en el pasado, y para sostener esta autoridad el sujeto justifica sus recuerdos en el ámbito público por la referencia explícita a eventos pasados, que pueden ser comprobados o refutados por otros y por fuentes externas.

mi primer recuerdo
“My first memory”. La autora dibuja su primer recuerdo en el que observa un tren eléctrico a los 3 o 4 años. Nótese que la imagen incluye a la niña que observa la escena, una perspectiva desde fuera del cuerpo. Muchos recuerdos incluyen al sujeto y ponen en evidencia la creatividad imaginativa de la memoria más que la reproducción de una experiencia (imagen tomada de: SketchPort).

No se ha estudiado con suficiente amplitud el papel que juega la imaginación en la memoria. Una de las formas de enfocar este tema es considerar los dos tipos de recuerdos que mencionamos arriba: aquellos que se refieren a vivencias externas, o sea experiencias de la persona en el mundo, y aquellos que se originan como vivencias internas, como pueden ser las fantasías o los sueños que se almacenan en la memoria episódica. Se puede pensar que la persona distingue claramente unos de otros, pero no siempre es así. En la recuperación de los primeros recuerdos, muchas personas admiten que no pueden distinguir entre lo que ocurrió, de fantasías que pudieron agregarse o del papel que puede haber jugado una foto o un relato familiar. La noción misma de “realidad” está en juego, aunque las fuentes internas de memoria no dejan de ser realidades verificadas en su aparato mental. Esto lleva a considerar no sólo el papel que juega la imaginación en la memoria de cada individuo, sino el que juega el imaginario social en la construcción de la historia.


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Cajal tenía toda la razón al proclamar que cada persona esculpe su cerebro de manera particular por las experiencias, aprendizajes, destrezas y capacidades que adquiere en su vida. Pero este hecho instaura múltiples incógnitas en referencia a cuándo, cómo y dónde, porque sería necesario averiguar dónde y cuándo se encuentran los engramas de la memoria, cómo se establecen las modificaciones del cerebro y cómo se reactivan para dar lugar a los recuerdos. Mucha de la información al respecto se enriqueció con el estudio minucioso de algunos pacientes en el curso de los últimos dos siglos y sólo me referiré a un ejemplo notorio.

En los anales de la neuropsicología destaca el caso de H.M. (identificado como Henry Molaison después de su fallecimiento), un paciente estudiado durante décadas y cuyo hipocampo cerebral fue extraído quirúrgicamente en 1953 para tratar una epilepsia grave. El hipocampo es una región muy antigua del cerebro situada en la profundidad del lóbulo temporal. Si bien se curó de la epilepsia, H.M. perdió la capacidad de formar memorias a largo plazo, en especial hechos, nombres o imágenes propios de la memoria declarativa y esto constituye una amnesia anterógrada, la que se manifiesta a partir de la lesión. Otras funciones cognitivas y recuerdos previos a la operación permanecieron intactos. De éste y otros casos similares, se derivó que el hipocampo es necesario para la formación de memorias a largo plazo a partir de las de corto plazo, pero que no es el lugar de almacenaje y no participa de la memoria operativa y de procedimientos. La evidencia experimental reciente indica de que las memorias episódicas inicialmente requieren una plasticidad veloz en el hipocampo y gradualmente se consolidan en redes de la neocorteza. En la neurología se sabe que la falta transitoria de irrigación sanguínea o isquemia en el hipocampo produce una amnesia global transitoria durante el cual el paciente desconoce su paradero y pregunta: ¿dónde estoy? 

cerebro henry molaison
El paciente Henry Molaison (H.M.) y su cerebro. La extirpación del hipocampo para tratar su epilepsia le produjo un trastorno de memoria extensamente estudiado (Figura tomada de: Research Gate).

En 1971 O´Keefe descubrió que algunas células del hipocampo se activan cuando la rata de experimentación se encuentra en cierta localidad de un laberinto y por ello las llamó neuronas de lugar. Estas células seguramente forman parte del engrama del laberinto en la rata. En 2005 los esposos Moser identificaron en la región vecina de la corteza entorinal, neuronas que generan un sistema de coordenadas para navegar y hacer camino en un espacio. Es probable que el espacio y el tiempo se procesen inicialmente en diferentes redes de neuronas, pero sus señales convergen en el hipocampo para crear un marco espaciotemporal que es propio de la memoria episódica. 

La abundante investigación sobre el papel de varias estructuras cerebrales en la memoria ha aclarado el papel del hipocampo y sus zonas vecinas en la cara medial de los lóbulos temporales del cerebro. Las evidencias de la neuropsicología, de los estudios de conducta y de la neurofisiología en animales, han mostrado que el hipocampo participa en la memoria espacial de las formas y dimensiones de los lugares, así como de la orientación y movimiento del organismo en el espacio. Además de la consolidación de las memorias episódicas, se conoce que esta región funciona para integrar tales funciones mediante sus conexiones con otras áreas. Por ejemplo, las interacciones entre el hipocampo y la corteza prefrontal son fundamentales en la modulación de las acciones dirigidas a una meta o a la obtención de un resultado particular. Las redes del hipocampo mapean múltiples dimensiones de la experiencia para organizar las formas de conocimiento que integran a la persona con su mundo.

hipocampo
Arquitectura del hipocampo revelada por medios histoquímicos. El pliegue de la estructura sobre sí misma sugirió la del hipocampo de mar (derecha). El hipocampo es crucial en la memoria espacial y en la consolidación de las experiencias (Figura tomada de: Departamento de Histología y Embriología).

Ahora bien, es importante destacar que otras formas de memoria involucran diferentes partes del cerebro. Por ejemplo, la investigación de LeDoux destaca el papel crucial que realizan los núcleos amigdalinos del lóbulo temporal en las respuestas condicionadas de miedo en la rata. En este mismo rubro, vale la pena citar la prolongada investigación del psicobiólogo mexicano Roberto Prado, quien inicialmente demostró la participación del caudado, un núcleo profundo del cerebro involucrado en la regulación y coordinación del movimiento en la memoria de una conducta aprendida por miedo. Las ratas en estudio evitaron para siempre entrar en una zona obscura de la caja experimental después de haber recibido un toque eléctrico en las patas, la primera vez que la exploraron. Se trata de un aprendizaje emocional producido por un solo evento que es relativamente fácil de provocar y de analizar una vez establecido. Por razones teóricas y experimentales, Prado consideró que el engrama de esa conducta estaba localizado en el núcleo caudado hasta que una experiencia más intensa de aprendizaje (un choque eléctrico más potente) rebasó esta estructura y protegió a esta conducta contra fármacos que contrarrestan la memoria. Ésta es una evidencia de que una experiencia emocional y puntual se codifica en diversas estructuras cerebrales y que su engrama puede moverse en el cerebro.

neurona
La “neurona de Jennifer Aniston” se refiere a una neurona que responde no sólo al reconocimiento de un rostro particular, sino a esa persona en cualquier atuendo y circunstancia. Es una neurona de concepto que forma parte crucial de un engrama (Figura tomada de: Medium).

Rodrigo Quian Quiroga, neurocientífico argentino que investiga en Inglaterra, ha logrado registrar la actividad de neuronas individuales en cerebros de humanos conscientes sometidos a neurocirugías. Al presentar a estos pacientes fotos de diversas celebridades, encontró neuronas en el lóbulo temporal que sólo disparan cuando el sujeto reconoce a una celebridad en particular. Estas células fueron llamadas “neuronas de Jennifer Aniston,” porque se detectaron con fotografías de esta actriz. Seguramente diferentes neuronas están involucradas en el reconocimiento de otros conocidos y el importante hallazgo permite concluir que esas neuronas localizan cierta información necesaria para identificar a una persona conocida, y forman parte de una red involucrada en ese reconocimiento. Es muy probable que la memoria episódica utilice varios indicios y dominios para operar. Por ejemplo, se ha postulado una distinción entre trazas de memoria y ubicación en el tiempo. Las trazas o huellas son representaciones de episodios que se han vivido, en tanto que la ubicación en el tiempo integra estas escenas en un marco espaciotemporal para su comprensión, su narración y para proyectar posibilidades a futuro. 

Por éstas y muchas otras evidencias, se puede afirmar que ciertos engramas están distribuidos y abarcan redes neuronales de varias regiones del cerebro, tanto de la corteza como de núcleos subcorticales. Cada una de estas regiones codifica información específica del evento, como pueden ser cualidades sensoriales, afectos, información de tiempo y lugar. Es muy posible que las regiones nodales para un engrama cambien a lo largo del tiempo y esto se manifiesta en las modificaciones que sufre el recuerdo a lo largo de la vida. Estos factores forman parte de la memoria episódica del individuo y proveen de una información muy relevante de cómo se almacenan las escenas del pasado en el cerebro. Diversas zonas y redes neuronales intervienen para fundamentar aspectos de la identidad personal; ya hemos mencionado que la planeación de acciones futuras involucra al lóbulo frontal, la reflexión a la red basal o default del cerebro. Las conexiones entre las redes que procesan aspectos de la propia identidad en el espacio y el tiempo son fundamentales para integrar la diversa información sobre uno mismo en una autoconciencia formada por múltiples caretas.

cerebro engrama
El engrama como una red neuronal que se activa durante el aprendizaje, se consolida perdiendo actividad y se renueva y reconsolida con cada nueva recolección o recuerdo. Figura tomada del artículo: Josselyn, S., Köhler, S. & Frankland, P. “Finding the engram”. Nat Rev Neurosci, 16, 521–534 (2015).

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