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Moverse entre riesgos que se mueven, la nueva vulnerabilidad global

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¿Cuánto puede durar un año? ¿Y en ese tiempo, en ese lapso incierto, cuántas cosas pueden cambiar?

Tal parecía el tono con el que comenzó su discurso en el Foro Económico de Davos, celebrado hace unos días, la presidenta de la Comisión europea, Ursula von der Leyen.

Así, habló de cómo, hace apenas un año, Trump se robaba la atención y también sobre cómo una valiente adolescente, Greta Thunberg, hacía un llamado urgente a la acción climática.

Nos llegaban también en ese momento, evocó Von der Leyen, palabras más, palaras menos, algunas noticias desde China a las que, a decir verdad, nunca imaginamos la magnitud que tendrían.

Y de pronto, ese recuento parece situado en una línea del tiempo que supone más de 365 días, parece como si hablara de un lapso de tres, cinco, siete años.

Si la pandemia ha exhibido las vulnerabilidades de la era global, tal y como fue concebida, al desafío se suma la rapidez con que pueden aparecer riesgos que no estaban en el horizonte, sino hasta que son catastróficos.

Como ha sido costumbre en ediciones anteriores, el Foro presentó la 16 edición de su Informe de Riesgos Globales. Un muy bien documentado y editado estudio que se ha vuelto referencia obligada en los últimos años.

vulnerabilidad global
Imagen: Nexos.

Una parte importante del informe presentado por Davos se vale de una encuesta que ubica lo que quienes participan del Foro creen que serán riesgos en el corto, mediano y largo plazo.

Aquí, el recuento de los riesgos, repercusiones y amenazas identificadas en el Informe Davos 2021.

Corto plazo (lo inmediato y hasta dos años), de mayor a menor: enfermedades contagiosas; crisis en calidad de vida; catástrofes medioambientales; fallas en la ciberseguridad; inequidad digital; estancamiento prolongado; terrorismo; desilusión juvenil; fragmentación social; deterioro de los entornos para la vida humana.

Mediano plazo (entre tres y cinco años), repercusiones de mayor a menor: crisis en precios de activos, colapso de la infraestructura TICs, inestabilidad de precios, crisis de materias primas, crisis de deuda, fractura en relaciones bilaterales entre Estados, Conflictos entre Estados, deficiencias en ciberseguridad, fracasos en sistemas de cibergobernanza, geopolitización de los recursos.

Largo plazo (entre cinco y diez años) amenazas de mayor a menor: armamento de destrucción masiva, colapso de los Estados, biodiversidad perdida, avances tecnológicos mal empleados, crisis de recursos naturales, colapso de la seguridad social, colapso del multilateralismo, colapso industrial, fracaso de la acción climática, ataque al conocimiento científico.

riesgos globales 2030
Imagen: Pacifista.

Como se ve, cada una de estos ámbitos, riesgos, repercusiones y amenazas entraña, en sí mismo, un amplio catálogo de asuntos que merecería cada uno la mayor prioridad por parte de gobiernos y sociedad.

En apenas un año, el lugar que en la percepción de riesgo ocupaban algunos de los ámbitos planteados arriba se reformularon, y otros que no habían aparecido, o al menos no con esa determinación, se colocaron en los primeros lugares de la lista.

Al hacer una revisión sobre cómo se ha movido la percepción de los riesgos, repercusiones y amenazas en los últimos nueve años, se observan tanto continuidades como irrupciones notables, la principal, la que tiene que ver con la salud.

Veamos cuál fue considerado el principal riesgo mundial por probabilidad. En 2012, 2013 y 2014, disparidad de ingresos; 2015, conflictos entre Estados; 2016, migración involuntaria; y de 2017 hasta este 2021, cambio climático.

Más que interesante resulta ver la mayor movilidad, o volatilidad, si se prefiere, que surge cuando se enlistan los principales riesgos de esos mismos años, pero ahora siguiendo el criterio de su impacto global.

2012 y 2013: financiamiento fallido; 2014: crisis fiscal; 2015: crisis de agua y acción climática fallida; 2017, 2018 y 2019: armas de destrucción masiva; 2020: acción climática fallida; 2021: enfermedades infecciosas.

La rapidez y a la vez la sensación de lentitud con que ha transcurrido el primer año de la pandemia, pone de manifiesto que si ya sabíamos que los riesgos cambiaban, más o menos, de un año a otro, esta vez, pueden cambiar de un mes a otro.

riesgos globales
Imagen: @cuyo003.

Cómo moverse entre riesgos que se mueven. Cómo prepararse para lo que no existe aún o para las disrupciones sistémicas como las de coronavirus.

La década que se avecina estará marcada por el esfuerzo que implicará la reactivación económica post-COVID, pero no menos por una ecuación resultado del compromiso climático y la transición digital.

Por una parte, la agenda de París, con el doble componente de mitigación y adaptación climática, con la mira puesta en 2030.

Por otra, la urgente necesidad de encarar la concentración del poder digital, la brecha de acceso y alfabetización digital y la no consolidación, aún, de un sistema global altamente confiable en materia de ciberseguridad.

En la convergencia de reconocer que el planeta ha llegado a su límite, o mejor dicho, lo hemos llevado a él, y el paso decisivo hacia la década digital, estará la capacidad para encarar vulnerabilidades.

Moverse entre riesgos que se mueven. Moverse con rapidez de manera forma integral, coordinada y simultánea a nivel nacional, regional, local y globalmente. Tal como las amenazas se mueven.

Así.


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2021: Lo que nos toca a nosotros

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Hablando sobre la deseabilidad del momento democrático que según él, ineludiblemente se advenía en el mundo del siglo XIX, decía el filósofo francés Alexis de Tocqueville que para que las democracias funcionaran correctamente, debía tenerse muy en cuenta cuáles eran los elementos que las hacían trabajar de manera adecuada. Por un lado, definitivamente estaba el orden institucional y el Estado de derecho; pero por otro, todavía más importante, estaba el papel que la sociedad debía jugar en la preservación de un equilibrio muy frágil.

En su extraordinaria obra, La Democracia en América, Tocqueville explica por qué los estadounidenses –al menos en un primer momento– estuvieron mejor parados que, por ejemplo, sus compatriotas franceses, para lograr que su constitución democrática fuera la más conducente a la forma de vida buena que él visualizaba. El complejo estado social que permitió el arraigo profundo de la Constitución y las leyes democráticas –formado, por ejemplo, por los valores que compartía la incipiente sociedad norteamericana–, fomentaba entre los ciudadanos el aprendizaje que él denominaba “el arte de ser libre”: un arte que, entre otras cosas, moderaba el individualismo exacerbado en el que los sujetos democráticos podían caer; y un arte que suponía la participación activa en la cosa pública local, de tal suerte que dichos individuos fueran capaces de comprender que la mejor forma de satisfacer su interés personal, era a través del interés que pusieran en contribuir activamente al bien colectivo (él le llamaba “el interés personal propiamente entendido”). 

El contexto en el que nos encontramos es muy distinto a aquél con el que Tocqueville convivió en torno a 1830 en Estados Unidos. Sin embargo, las lecciones que nos ofrece a partir de su minucioso “estudio de caso”, son por demás relevantes en un momento en que no podemos dar por hecho nuestra joven democracia mexicana: concretamente es pertinente darle vueltas a aquello que se refiere al aprendizaje del “arte de ser libre”, un arte que en definitiva nos sería muy útil aprender en estos momentos de incertidumbre y cambios.

Alexis de Tocqueville
Alexis de Tocqueville (1805-1859) (Imagen: Jot Down).

En junio de este año tendremos las que serán las elecciones más grandes de la historia de nuestro país. Si bien el número de cargos que se disputan es enorme (21 mil de acuerdo a información del INE), la magnitud de este proceso radica, más bien, en la trascendencia que deriva de la coyuntura histórica en que nos encontramos.

En medio de una pandemia que nos ha cimbrado hasta lo más profundo, de una crisis económica sin precedentes en la historia moderna y bajo el liderazgo de un gobierno cuyo compromiso con las instituciones es –por decir lo menos– dudoso, tenemos la posibilidad de empezar a cambiar la dirección, de tal manera que los próximos años, los prospectos de éxito, nos favorezcan un poco más.

Para Tocqueville, el involucramiento en lo público tenía que ver principalmente con la participación activa en las pequeñas localidades donde uno se encontraba. En una situación en donde lo más recomendable es la “sana distancia”, al menos varios meses más, dicho involucramiento podría darse de maneras alternativas, que en sí mismas me parece que abonan de manera importante al aprendizaje del arte que ya hemos mencionado. Una manifestación muy clara del ejercicio de nuestra responsabilidad ciudadana es más que obvia: el 6 de junio todos debemos asistir a votar. Pero la preparación para ese día es lo que todos tenemos también que asumir como un deber propio. Ante la abrumadora cantidad de datos (y de “datos alternativos”), será de fundamental importancia saber discernir éstos de aquellos; y no sólo es aprender a detectar la veracidad de las noticias y la información que se nos presenta, sino saber qué importancia tiene aquello que vemos o leemos en el panorama más amplio de lo que buscamos entender.

constitución, democracia, justicia
Imagen: Revista El Mundo del Abogado.

Lo anterior sólo se puede dar a través del diálogo; y el diálogo, a su vez, requiere de pensamiento crítico y apertura a las demás opiniones. En los siguientes meses, en esta columna buscaremos ir dando elementos que permitan asimilar lo que ocurre, contribuyendo a tener una conversación que nos ayude a ver lo que realmente importa, y así, poder tomar decisiones bien pensadas.

Lo que nos jugamos en 2021 no es poca cosa. Pero somos afortunados de que realmente el destino de lo que pueda venir después está (todavía) en nuestras manos. Dependerá de cómo participemos: de que veamos en nuestro involucramiento, como decía Tocqueville, el “interés personal propiamente entendido” para que las generaciones que vienen puedan seguir teniendo la posibilidad de escoger quién las gobierna.


Agua Salada, una crónica de supervivencia (Final)

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Día 11

Finalmente, mi número se acercaba. De no interrumpirse la secuencia, en menos de una hora podría abandonar el barco y tocar tierra firme. Por fin podría empezar a saber que estaba pasando y como estaban mi familia y mis compañeros de viaje, y averiguar cómo regresar a mi casa desde un lugar tan remoto. Hice esfuerzos enormes para que la ansiedad no me devorara, llevando en el bolsillo mi arma más importante: mi celular y el cargador.

Cuando abrí mi camarote y salí, dos guardias ataviados con traje sanitario me escoltaron diciendo que era el único de esa zona que estaba en mi camarote.

—¿Qué pasó con los demás?

—Quisieron escapar pero no pudieron.

—¿Y qué les pasó? –insistí–.

Silencio, no recibí ni una palabra más de su parte, aunque sabía que su silencio era una respuesta.  

Por fin toqué tierra, el puerto era un gran vacío, no habían camiones o taxis para los pasajeros que suelen bajar de un crucero. Nada. No quise adentrarme a las primeras calles de la ciudad solo, por lo que decidí esperar a otros pasajeros para tratar de ir en grupo. Mientras llegaban a ese punto, sólo veía calles vacías llenas de basura y desechos, como si un huracán hubiese pasado por la isla. Prendí mi celular en busca de señal, pero no registraba nada.

Las tres personas que se acercaron no me parecieron la mejor opción para unirme. Por su aspecto, parecían de algún país africano y deduje que la comunicación y los códigos culturales dificultarían las cosas. Seguí esperando hasta que, por fin, un grupo de cuatro argentinos me dejaron unirme luego del interrogatorio de rigor, que pude superar gracias a que uno de ellos me identificó como parte de los pasajeros del congreso, e incluso dijo haber conversado brevemente conmigo en el evento inaugural.

—Gracias Fernando, aprecio mucho que me dejen ir con ustedes. Sea lo que sea que nos espera, creo que ir solo no es buena idea.

La propuesta de uno de ellos parecía hacer sentido. Buscar los edificios más altos del puerto, que seguramente serían los hoteles de cadena, para pedir ahí ayuda, ubicar la embajada o el consulado del Argentina o de algún país europeo, informarnos de la situación, trazar un plan de regreso, etcétera. No costó trabajo ubicar un par de construcciones que sobresalían de las demás, y no debían estar a más de un kilómetro, por lo que iniciamos la caminata.

Las calles eran un desierto caluroso y abrumador, como de película de terror. Muebles viejos, basura, cristales rotos, autos abandonados y un par de barricadas con gente que nos observaba de lejos, embozada y armada.

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Imagen: Jeremy Martínez.

Logramos llegar al primer edificio pero las puertas estaban cerradas y no había un solo letrero. El segundo edificio, una cuadra después, era un Holiday Inn también cerrado con toda clase de bloqueos que impedían siquiera acercarse a la puerta. Fue claro que la situación era muy grave y una sensación de abandono y muerte me invadió. El panorama parecía mucho peor de lo imaginable.

En esas cavilaciones estábamos cuando un adolescente se acercó en una bicicleta destartalada, y desde unos 5 metros nos habló en mal inglés:

—¿Son del barco?

—Asentimos con la cabeza.

—¿Necesitan wi-fi?

—Sí, sí.

—Síganme y los llevo a un lugar en que podrán usarlo, pero cuesta 100 dólares por persona 10 minutos; ¿traen dinero?

Hasta ese momento reparé en que todo mi efectivo se había ido en el plan de rescate de Isabel, y que mi expectativa era “sacar dinero de la tarjeta” en cuanto tocáramos tierra.

—¡Sí lo tenemos!, interrumpió Fernando, vamos… ¿está lejos?

—No, no, a 5 minutos caminando.

Iniciamos la caminata siguiendo al niño, que en ese momento veíamos como nuestra salvación. Tener un celular funcionando, en ese momento, representaba nuestra razón de ser. Todo se reducía a la magia del aparatito que nos permitiría tener todas las respuestas que necesitábamos.  

El lugar era una casa playera descuidada escoltada por tres tipos armados a la entrada, con pistolas y machetes. Esperen aquí nos dijo el niño, hay que entrar en el siguiente grupo. En la espera, pregunté a nuestro guía por los demás pasajeros del barco y se limitó a decirme que casi todos habían buscado la forma de tomar una balsa hacia la siguiente isla. No pasaron ni 5 minutos cuando nos llamaron para ingresar, cobrando a la entrada. Prometí a Fernando que algún día le devolvería el favor y pasamos. Adentro habían 10 o 12 sillas distribuidas alrededor de la habitación, separadas unas de otras por cortinas viejas de baño colocadas con maderas podridas. En cada espacio había un pizarrón con la clave escrita en gis. Tan pronto fuimos ingresando la clave nuestros teléfonos volvieron a la vida recibiendo los miles de mensajes que teníamos pendientes de ser bajados. El ruido de los mensajes “entrando”, se combinaba formando una melodía siniestra de información esperando ser descifrada.

No sabía por dónde empezar. Traté de ordenar mi mente. Revisé, primero, los chats de la familia y según fui leyendo la información me fue inundando la cabeza con imágenes. Palabras más o palabras menos, les urgía saber cómo estaba porque una parte del mundo estaba colapsada por la explosión de la nueva cepa del virus. En los países en los que las vacunas habían sido aplicadas el virus estaba bajo control, pero en los países pobres en los que las campañas de vacunación apenas empezaban la situación era apocalíptica. Además, ahora el  foco de la infección era Brasil, pero habían brotes en todos los países latinoamericanos, y desde luego en la del Caribe. 

En muchas ciudades los muertos eran dejados en montañas en las calles y todo estaba fuera de control. Habían levantamientos en toda la región, y tratando de mantener el control las policías estaban disparando contra todos los que violaran el toque de queda. ¡Era verdad, lo que había sucedido en el barco era verdad! El virus había regresado con mayor letalidad que antes y el miedo había sacado las cosas de su curso normal, al menos, en algunos países. La situación era clara y triste… los países más pobres, sin vacunas, estaban pagando el precio de haber ¡sido dejadas atrás!

Sólo alcance a avisar que “estaba bien”, en un lugar seguro, que les avisaría de mi situación “en breve”, y me puse a revisar los chats de mis otros compañeros de travesía en busca de algún mensaje revelador… pero no había rastro.

Iba a intentar una llamada con mi hija cuando nos avisaron que nuestro tiempo había terminado. Salimos del lugar y ya habían, al menos, otras 20 personas esperando entrar. Estábamos en shock. Nos dirigimos sin hablar hasta un lugar que consideramos “seguro”, en el que varias personas hacían una larga fila para recibir botellas de agua, y empezamos a intercambiar la información que cada uno tenía. Era la misma. En todas las ciudades de donde proveníamos reinaba el caos y la desolación. No sabíamos dónde estábamos, no sabíamos a dónde ir, y tampoco imaginábamos cómo salir de ahí. Formados en la fila para recibir una botella de agua que necesitábamos desesperadamente, fuimos informados a gritos por una persona con un uniforme que alguna vez había sido de guardia o policía, que a nosotros no porque éramos extranjeros. 

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Imagen: BBC.

Decidimos que lo mejor era que Fernando regresara al reino del wi-fi, y por otros 100 dólares mandara mensajes a diversas personas que podrían orientarlo sobre alguna forma de escapar de la isla. Empleamos más de dos horas en dos ingresos más de Fernando a la casa del wi-fi para obtener algunas respuestas y poder tomar alguna decisión. Al final, ya con la tarde convertida en anticipo de obscuridad y peligro se llegó a una decisión, que consistía en tratar de conseguir un bote que nos llevara hasta Puerto Rico, en el que se encontraba un consulado de Argentina que estaba asistiendo a sus nacionales a regresar a su país.

De acuerdo, era un buen plan, pero ¿yo qué haría? Aunque me aseguraron que abogarían por mí en su consulado, para recibir ayuda, el panorama era incierto. Si había una embajada o consulado mexicano en Puerto Rico, era posible que estuviese cerrado o incomunicado. Decidimos regresar al puerto. Ellos, en busca de alguien que quisiera llevarlos a Puerto Rico a cambio de una pequeña fortuna que habían reunido para negociar su salida, y yo, pensando en regresar el barco, mi antigua ratonera, tratando de acceder al único “lugar seguro” que identificaba en esa zona. Regresamos en silencio, todos pensando en lo que seguía. Todos con miedo en nuestros corazones. 

En el puerto, después de algunas gestiones con desconocidos, mis amigos habían ya encontrado transporte y esperarían al amanecer para intentarlo. Tratarían de pasar la noche en la pequeña oficina de acceso al puerto, en el que un conserje, a cambio de 200 dólares, les permitiría refugiarse. Les pedí que me dieran oportunidad de intentar reingresar al barco, y de no tener éxito los alcanzaría antes de su partida para unirme a la expedición. Nos despedimos deseándonos suerte, diciendo a Fernando que nada en este mundo me daría más gusto que entregarle personalmente los 100 dólares que le debía.

—De acuerdo –me contestó–, es una promesa…

Me acerqué al barco en busca de alguna persona para negociar mi reingreso y tardé casi dos horas en poder hablar con alguien de la tripulación que, desde más de 3 metros, casi a gritos, me pedía que me retirara.

No tenía opciones, por lo que eché mano de todas mis habilidades de abogado para convencerlo de que era responsabilidad de la línea de cruceros regresarme al punto de origen. Después de tres entrevistas con diferentes personas y casi en el límite para decidir si me unía a Fernando, aceptaron dejarme pasar. En el curso de la negociación me informaron que el barco trataría de regresar a Miami al día siguiente, tan pronto consiguieran combustible y agua, y además los únicos pasajeros que seguían en el barco, resguardados, eran los estadounidenses, porque eran los únicos que podrían autorizar para regresar a Miami. Una vez más, la nacionalidad como primer criterio de discriminación. Por lo visto, de la pandemia… no habíamos aprendido nada.

Lo que me abrió las puertas fue que la ruta de regreso tocaría Cozumel para reabastecer combustible, lo cual me permitiría bajar en mi país. Regresé al camarote por fin, escoltado, y tan pronto pude me dirigí al camarote de Juan esperando encontrarlo, pero nadie respondió.

Día 12

Dormí más de 14 horas, y aun así seguía exhausto. El día previo había agotado mis reservas de estabilidad emocional y de resistencia física. Había logrado conseguir media botella de agua en el barco, pero moría de sed y hambre. Salí al pasillo y esperé en la puerta de mi camarote hasta que un miembro de la tripulación pasó y le pregunté por agua y comida. Quedó de ver la forma de conseguirlo y volvería. Y volvió. Media hora más tarde, una charola con pan y alguna fruta en estado regular de conservación aparecieron ante mis ojos, como el mayor de los tesoros. Junto con la comida llegó la mejor de las noticias: el barco iniciaría el camino de regreso por la tarde, una vez que acabaran la recarga de combustible y de alimentos. Además, disfruté de mi primer baño con agua dulce y caliente, que pasó por todo mi cuerpo eliminando la sal y el sudor que formaban ya una capa grasosa que daba constancia olorosa de mi condición de marginado.

¡Qué alivio! Sentí, por primera vez desde el confinamiento, que era el fin de la pesadilla. Volvería a casa vivo y sano. Por primera vez lloré, primero sólo unas lágrimas, y luego un llanto desolado y abundante, como hacía años que no lloraba.

El aviso del capitán de que estaríamos iniciando el regreso, y que esperábamos llegar a Cozumel a las 10 de la mañana del día siguiente terminó por inyectarme la dosis de emoción que me faltaba. Repasaba, uno a uno, los momentos vividos desde que habíamos abordado, y las muchas personas que me habían ayudado desinteresadamente y habían hecho la diferencia. Una hora después de partir, previo aviso del capitán insistiendo en que nos mantuviéramos en nuestros camarotes, iniciaron el reparto de comida. Otra vez toc-toc en mi camarote, y esta vez una charola con una ración suficiente de comida y agua.

barco
Imagen: RT.

A los 5 minutos, otros breves golpes en la puerta, y al abrir la sorpresa, casi me hace gritar. Era Juan, disfrazado con traje sanitario, que me apartó para poder entrar con rapidez, y ya con la puerta cerrada darme un abrazo largo y sentido. Ambos lloramos antes de poder empezar a ponernos al día. Le hice un muy breve resumen de mi estancia en tierra y de mis peripecias para regresar al lugar del que tanto tratamos de escapar.

—¿Qué pasó?, ¿te dejaron regresar al barco como a mí?

—No jefe, yo nunca bajé, me escondí y me quedé aquí, pasando de un camarote a otro para poder escabullirme y conseguir los restos de comida o agua que pude conseguir. A los gringos los concentraron en el piso de arriba.

—¿Cómo supiste que estaba aquí?

—Tengo ya mis “mensajeros” jefe, la gente de limpieza se ha convertido en aliada…

—… y de Isabel o de Javier, ¿sabes algo?

—De Isabel nada, aunque llegué a escuchar en los pasillos que dos o tres intentos de fuga habían fracasado y que tenían a varias personas detenidas en la parte de abajo del crucero.

—Bueno, ojalá estén detenidos, además no pueden acusarlos de nada porque en ese momento quien tenía el control del barco era el comando que lo tomó…

—¿Comando? No jefe… nunca hubo un comando. Una persona de la tripulación me confió que nunca existió algún comando, el capitán tomó la decisión de dejar correr esa información para evitar que la gente saliera de sus camarotes… era la única manera de evitar el caos porque el barco tenía sólo combustible y comida para llegar al primer punto de la travesía y pasarían semanas antes de que nos dejaran bajar en algún lugar.

No pude contestar, esa información desató cientos de conjeturas en mi mente sobre los efectos de una decisión que influyó totalmente en las vidas y destinos de todos los que viajábamos en ese barco, y que reconocíamos en el capitán a la máxima autoridad del navío. No quise calificarlo como estúpido o criminal de inmediato, prefería aplazar el veredicto para cuando pudiera reflexionar sobre el asunto. Sólo me limité a decir:

—No chingues, está muy cabrón hacer algo así…

—Juan, ¿tú sabes lo que sucedió en realidad?

—Sí, me lo comentaron otros pasajeros que pudieron de alguna forma tener señal en sus teléfonos al acercarnos a tierra… ¿no hubiera sido mejor decir la verdad sobre la existencia del nuevo virus para que la gente se quedara confinada?

—Creo que no… después de la experiencia del COVID, la gente habría buscado escapar del barco a toda costa, y según pasaran los días la situación se habría salido de control. Tal vez la decisión del capitán no había sido tan mala. Por eso cortaron toda comunicación del barco con el exterior.

—Y la nuestra de no participar en intentos de fuga tampoco. Era una huida hacia una situación peor que en el propio barco. En mi caso –agregó Juan–, el miedo que me paralizó me ayudó a mantenerme con vida.

Sólo entonces me asaltó un pensamiento que me tomó por sorpresa como mío, con forma de culpa plena. ¡No debí impulsarlos a tratar de huir! Fue una decisión funesta, basada en especulaciones.

—Debimos permanecer juntos y aguantar hasta el final.

—Pero Isabel ya se veía muy mal jefe, tenía que tratar de huir o moriría aquí…

Salimos al balcón a hurgar el horizonte, cada uno sumido en sus pensamientos. En otras circunstancias sería un momento placentero para disfrutar del sol, de la brisa y del agua salada. Hoy no lo era.


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Las famosas vacunas

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Mantenemos una angustia sistemática que sobrepasa el miedo, todo se ha convertido en un patético drama. Nuestra salud, tranquilidad y en general nuestras esperanzas giran alrededor de una vacuna, sobre la que no hemos tenido respuesta de que tan eficaz es y si con ella podremos recuperar la calma perdida.

Con base a lo anterior, al momento todo ha sido funesto; hemos perdido a seres queridos, gratos amigos se han adelantado, vivimos permanentemente con infaustas noticias. La desinformación y alteración de datos es la constante. Se asegura disponibilidad para recibir enfermos en diversos nosocomios, lo real es que hay una deambulación de contagiados, quienes auténticamente mueren en la calle; en teoría hay espacios para atender el Covid-19, en la práctica solo hay confusión y caos.

Desde mi visión, la responsabilidad ha recaído en manos de una sola persona, marginando así al Consejo Nacional de Salud. Este individuo habla, habla, habla y se contradice, falta a la verdad, pero tal parece que entre más errores, más concesiones le otorga el jefe del Ejecutivo federal. No se trata de criticar al Subsecretario de Salud, simplemente debemos reconocer su ineptitud, incoherencia, descuidos e imprecisiones; lamentablemente nuestro mandatario no escucha a nadie, se muestra indiferente ante las opiniones y se encapricha con sus ideas, dando al traste con el sentido republicano en que se debe sustentar un buen gobierno.

dudas vacuna
Imagen: Axios

Y de acuerdo con mi análisis, el desastre no ha sido solo en el ámbito de la salud, que es el más preocupante, también en lo económico; nuestra recuperación llevará varios años, los optimistas dan un plazo de un lustro, pero hay quien asegura que no en menos de una década volveremos a mantener condiciones adecuadas en lo que hoy estamos perdiendo: empleos, productividad y confianza, consecuencia de una administración improvisada que actúa irresponsablemente con “prontos” y “ocurrencias”. Lo peor es que lejos de que exista sensatez en el pueblo, éste insiste en sostener a gobernantes que han mostrado incapacidad y solo se han ocupado en incrementar la separación entre los mexicanos, dando preferencia al odio que puede llegar a convertirse en un severo conflicto social, cuyas consecuencias serán imprevisibles y la nada deseable guerra civil.

Otra particular conflictiva está en las relaciones humanas, donde la familia ha sufrido quebrantos no solo en lo económico, sino en otros aspectos esenciales como lo es el conflicto entre quienes deben mantener un cariño sistemático, pero cuyos lazos se han visto severamente afectados. Fortalecer la unidad familiar, sustentados en el afecto y en los valores se hace imprescindible; después de la familia también la solidaridad comunitaria es fundamental, la cual no se logra solo con palabras, sino con respaldos serios y oportunos, donde la respetabilidad, el buen trato y la cordialidad mantengan preferencia absoluta. Lo prioritario es la unidad, insistimos, el apoyar al congénere y darle oportunidad a un ambiente fraternal.

Volviendo al tema de las vacunas, insistimos en que es una alternativa a la que hemos sobrevalorado, es muy difícil adelantarnos a su eficacia. En otros males los antídotos para contrarrestarlos han tardado años, por lo que aplicando la lógica, lo que ahora nos ofrecen para combatir el Covid-19 se ha realizado con tal rapidez que sería insensato tenerle fe ciega. Aceptemos que estamos en medio del océano de la pandemia, queriéndonos salvar con una balsa endeble, por la que formulamos votos logre el bienestar, pero nada nos garantiza el éxito; lo que si resulta sano es que el gobierno federal, llegue al entendimiento de que no puede combatir solo la pandemia, se reclama del apoyo de todos, iniciativa privada y sin duda, sin excepción todos los niveles de gobierno.

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Imagen: Rappler.

Enhorabuena que se permita que los particulares adquieran vacunas y éstas se comercialicen, va de la mano con la corresponsabilidad social. Penosamente el régimen actual se dedica a denostar con intensidad a la iniciativa privada, pero insistimos, no es el momento de divisiones, ni descalificaciones.

Por lo que hace a la participación de las diversas entidades federativas, es un acierto; lamentablemente el federalismo se ha visto marginado como nunca; el centralismo que se sufre es atroz, todo pretende resolverse en las famosas y cada vez menos oportunas “mañaneras”, donde asisten los obedientes, incondicionales y un grupo de pseudoperiodistas crean diálogos en los que siempre aparece la ofensa como forma de gobierno. Bienvenida la reflexión de dar oportunidad a los Estados de la República para que asuman su responsabilidad y en la medida que puedan sean quienes protejan a su población. Y deseo precisar que el manejo político y electoral de las vacunas contra el Covid-19 debe desaparecer; es inadecuado que se llegue el momento de que a cambio de una vacuna se persuada para otorgar el voto al partido en el poder. Se señala que hay un Plan Nacional de Vacunación, pero éste no puede ser tiránico; es bueno por todos conceptos que cada gobernante en su Estado tenga la oportunidad de brindarles esa seguridad a sus gobernados.

Debemos evitar caer en lo que criticamos, no se trata de denostar, ni menospreciar la buena fe de los entes obligados en un problema en el que todos debemos contribuir para superarlo.

Me permito insistir, no debemos bajar la guardia, la vacuna es una alternativa en la que tenemos grandes esperanzas, pero más aún que ella, el cuidado, seguir las reglas y la manera prudente de conducirnos son indispensables. Aspiremos a una sociedad comprometida para luchar contra el mal y cada uno desde su trinchera llevar a cabo un trabajo constructivo y solidario. Dejemos divisiones, ofensas y desprecios, cuando hoy más que nunca debemos estar unidos todos, el que tiene con el que no tiene, el que gobierna con el que no lo hace y en general, buenos, malos y de todo tipo estemos en el mismo proyecto. La vida es lo fundamental y debe protegerse como el bien de bienes, el bien jurídico y social más relevante.


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Y no entendemos

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Mientras el gobierno capitalino apretó a los comercios establecidos (como fue el caso de los restaurantes) con cierres totales y parciales durante la aplicación del semáforo epidemiológico color rojo, desde el pasado 19 de diciembre y hasta la fecha, en las calles el comercio informal ha resultado ser un gran ganador, pero se han descuidado muchos riesgos.

El pasado mes de enero fue el más crítico para México desde el inicio de la pandemia, el 28 de febrero de 2020, donde se registraron 32 mil 729 decesos por el COVID-19 y con 438 mil 166 contagios. Pero qué pasaba en las calles de la Ciudad de México mientras la mayoría de giros comerciales formales enfrentaban los severos impactos económicos por las restricciones de operación. Los restauranteros protestaron, hubo mítines y marchas, pues ya arrastraban la crisis económica que les dejó el semáforo rojo entre abril y junio pasados.

Al respecto, comentaré un escenario que llama mucho la atención por el gran descuido que prevalece y en donde la ausencia de las autoridades es notoria a costa de la salud de miles de personas.

Durante un simple ejercicio de observación realizado por este columnista, en las calles de las alcaldías de la Cuauhtémoc, Coyoacán y Tlalpan, pude detectar que ningún puesto callejero de comida (un total de 60) cuenta con el mínimo de los protocolos de sanidad.

clausurado
Imagen: APNews.

En los puestos de tacos y tortas pude constatar que ninguno contaba con una botella de gel, ni se respetaba la distancia de 1.5 metros entre clientes y mucho menos tenían un termómetro digital en forma de pistola. 

Las superficies en que los clientes degustaban sus tacos era “limpiada” por trapos secos sucios, los recipientes de salsas abiertos estaban expuestos a recibir los aerosoles (gotitas de saliva o respiratorias) de los comensales, pues la distancia era menor a 20 centímetros de distancia y con frecuencia los clientes platicaban y reían, mientras comían.
Observé cómo algunas personas se bajaban al cuello el cubrebocas tocando la superficie de los mismos sin aplicarse ningún gel (que ellos mismo pudieran traer). 

Esas mismas manos que habían tocado el protector por sus lados externo e interno, eran las mismas que tomaban la única cuchara de las salsas, las mismas que agarraban los platos de plástico que, por cierto cuando terminaban sólo se les retira el papel que sirvió de cama para el taco o la torta, y se les limpia con el mismo trapo sucio.

Muchos clientes mientras comían revisaban su teléfono móvil (sin limpiarlo) y volvían a tomar la cuchara de la salsa colectiva o movían con sus manos el recipiente de la salsa para acercarlo.

En la mayoría de los casos comprobé que quien cobraba era el mismo que “limpiaba” superficies y platos. Nunca vi que se aseara las manos, y tanto él como quien preparaba los alimentos portaban cubrebocas muy arrugados y sucios de los resortes, que denotaban que llevan varios días con el mismo. Cuando preguntaba si tenían gel o alguna solución sanitizante, la respuesta casi siempre era similar, ‘se nos acaba de terminar’.

comida en pandemia
Imagen: El Financiero.

Si bien en el mayor de los casos los clientes llegaban con cubrebocas, también comprobé que había gente que acudía al puesto sin protector. Simplemente llegaban, comían, platicaban muy cerca de otras personas que obviamente no portaban el cubrebocas por estar degustando los alimentos. Era un verdadero baño de aerosoles, y quién sabe si alguno de ellos era asintomático al COVID-19 o estaba con los primeros síntomas.

El escenario era peor cuando sólo había un despachador, pues él hacía todo con trapos sucios, tocaba dinero, manipulaba platos “limpios” y en ocasiones con las manos se tocaban el cubrebocas.

A los encargados les preguntaba si las autoridades del Sector Salud los visitaban para darles explicaciones sobre los protocolos sanitarios que debían seguir por tratarse de venta de alimentos en plena pandemia, y su respuesta era inmediata: no.
Aún no sabemos cuántas personas se han contagiado de COVID-19 en los puestos callejeros de comida, pero todo indica que esos sitios se están convirtiendo en “bombas” de tiempo contra la salud.

Lo lamentable es que las autoridades sólo están enfocados a los giros formales, los que generan empleos y pagan impuestos y servicios.

Cuando México ha acumulado, al 2 de febrero, 2 millones 67 mil 855 contagios confirmados y 159 mil 533 decesos por COVID-19, es hora de atender lo que pasa con los puestos callejeros de comida.


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López Obrador y las redes sociales

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El revuelo causado en los medios con motivo del contagio del Covid-19 del presidente de la República, Andrés Manuel López Orador, ha sido exagerado y deformado. Las redes sociales se han convertido, en éste, como en otros asuntos, en verdaderas cloacas de drenaje y los medios tradicionales –prensa impresa, televisoras y radiodifusoras– no le han ido a la zaga, en cuanto a contenidos a favor y en contra. Es cierto que en este caso se trata del jefe del Poder Ejecutivo, en un régimen presidencialista como de suyo ha sido desde los albores de nuestra Independencia, a lo que se agrega la pandemia que flagela al mundo entero, la crisis económica y vivir una etapa de transformación del sistema político, económico, social y cultural del país que se ha propuesto el propio presidente.

La algarabía mediática no encuentra sustento alguno previsto en los medios legales. La Constitución General de la República admite sólo tres casos, el de la falta absoluta del titular del Poder Ejecutivo, el de la renuncia al cargo y el de la falta temporal. En ninguna parte contempla el caso de alguna afección a la salud del funcionario que desempeñe la titularidad del cargo. Ni el de la más grave de las enfermedades conocida en la actualidad. Por tanto, no existe ninguna motivación ni fundamento para la “marimorena” –palabreja en desuso que encontré en el diccionario de María Montaner, pero que viene como anillo al dedo para este tema y que es sinónimo de alboroto o bronca– que se ha armado por el contagio del tenaz y célebre tabasqueño.

amlo redes sociales
Imagen: Aristegui Noticias.

Destaco tenaz y célebre –aunque hay que tener cuidado con los adjetivos, porque como apuntó el gran poeta chileno, Vicente Huidobro, “el adjetivo, cuando no da vida, mata”– por su larga lucha para llegar a la silla presidencial y por su popularidad inicial y sostenida a lo largo de su mandato. A ello, presumo, se debe el debate desatado entre los que lo respaldan y a quienes lo descalifican. La Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, designada como relevo para continuar las conferencias mañaneras, ha tenido que hacer frente a cuestionamientos insidiosos que han llegado a “hipótesis” –así las llamó ella– extremas sobre la salud del presidente de México.

Muchos mandatarios de otros países han sido víctimas del llamado coronavirus. Iniciando con el ya expresidente Donald Trump de Estados Unidos, Jair Bolsonaro de Brasil, Angela Merkel, primera ministra de Alemania, Boris Johnson del Reino Unido, y muchos más líderes que han salido con bien de los efectos de la pandemia. Todos ellos, como en el caso de AMLO, han recibido los parabienes de sus pares deseándole su pronta recuperación y de sus seguidores que, en el caso de México, se cuentan por millones, como lo evidenció la votación más abundante en la historia para un candidato presidencial y el sostenido apoyo que manifiestan las encuestas realizadas.

Pero también han puesto en entredicho a plataformas como Facebook y Twitter, que se han manifestado como empresas privadas que operan por encima de la ley y de los gobiernos. El caso de Donald Trump, al margen de la buena o mala impresión que de él se tenga, se llegó al extremo de cancelar su cuenta y no difundir sus últimos mensajes, violando el derecho que tiene todo ciudadano en las sociedades fundadas en la democracia a la expresión de sus ideas. En este caso, no solamente privaba a un ciudadano común, sino al presidente del país más poderoso de la tierra, como demostración del poder supremo al que han llegado las redes sociales, que maniobran sin regulación alguna la opinión pública, por encima de los gobiernos de naciones soberanas.

redes sociales
Imagen: The New York Times.

Todo derecho tiene su límite; basta leer en México la arcaica y olvidada Ley de Delitos Imprenta del gobierno de Venustiano Carranza, aún vigente para darse cuenta de ello. Tan vigente es que su última reforma aparece en el Diario Oficial del 4 de noviembre de 2015, aun cuando permanezca en el limbo del olvido y los editores periodistas y empresas editoriales, radiofónicas, televisivas y redes sociales, se la pasen por el popular arco del triunfo. Es cierto que a más de cien años de promulgada requiere de su actualización, pero hasta ahora ningún legislador, partido político o Ejecutivo, lo ha emprendido por temor a los medios de comunicación y plataformas digitales, aunque el senador Ricardo Monreal, coordinador de la bancada de Morena, ya le puso el cascabel al gato, pronunciándose por la necesidad de regularlas.

Finalmente, el presidente López Obrador, se ha presentado en un video, en una de las galerías de Palacio Nacional, a dar cuenta y razón de su estado de salud, saliendo al paso de sus “adversarios políticos”, como sutilmente llama a sus enconados enemigos de variados pelajes, que ignoran que “el odio no es más que la carencia de imaginación” según Graham Greene, autor de la novela El Poder y la Gloria, que relata magistralmente el movimiento cristero en México.


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Estrategia 2021: en dos tiempos

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 Los inversionistas más exitosos,
no son los más inteligentes.
Son los más disciplinados. 
Warren Buffett.

A pesar de un favorable balance de noticias actuales y potenciales futuras (tasas bajas, mejores reportes al 4T20, próximos estímulos, programa de infraestructura, etc.), los mercados siguen presentando sesiones volátiles dentro de una tendencia alcista. La mayor preocupación continúa siendo la capacidad de contener el COVID-19 en Estados Unidos y el resto del mundo (en tiempo y magnitud). El clima frío de la temporada no ayuda y los resultados del proceso de vacunación que recién inició, tomará algún tiempo. A partir de dicho escenario y atendiendo el sentido común, la estrategia que estructuramos en SNX se basa en una diversificación de empresas como dueños que pueda atender “dos tiempos” a lo largo del 2021.

Primer Tiempo: Si el COVID-19 continúa avanzado y/o sin ceder demasiado los primeros meses del año, entonces el grupo de empresas que se vieron favorecidas en el 2020 asociadas con los nuevos hábitos de comportamiento en el mundo (trabajo en casa, consumo digital, entretenimiento en casa, etc.) seguirán teniendo muy buenos resultados (y alza en precios). Por otra parte, será la primera mitad del año, cuando los reportes trimestrales observen los mayores crecimientos en utilidades, sobre todo por una base de comparación muy fácil (mayor caída en el 1S20). De hecho, el estimado de crecimiento promedio para las utilidades netas del S&P500 al 2T21 es de 45.0%.

Segundo Tiempo: Hacia la 2ª mitad del año, el crecimiento económico en Estados Unidos será más fuerte, impulsado por las medidas de los primeros meses. Empresas rezagadas serán más evidentes en oportunidad y la expectativa de un 2022 “normalizado” se anticipará. Es difícil pronosticar el momento exacto de cada ciclo (“tiempo”), por ello, la diversificación en el portafolio SNX nos hace sentir cómodos, priorizando como siempre el control del riesgo.


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Héctor Fix Zamudio. Su legado

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El 27 de enero de 2021 falleció el Doctor Héctor Fix Zamudio, a la edad de 96 años. Fue un muy distinguido jurista, para muchos especialistas, el más importante de las últimas décadas en México. Es una gran pérdida para el país y para el mundo del estudio del Derecho. Fix Zamudio además de haber sido un investigador y catedrático de excelencia fue promotor de importantes instituciones y difusor de la cultura jurídica y en particular de los Derechos Humanos a nivel internacional.

Héctor Fix Zamudio nació el 4 de septiembre de 1924 en la Ciudad de México. Estudió la licenciatura en Derecho en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, ahora Facultad de Derecho de la UNAM. Más tarde obtuvo el doctorado por la misma Facultad. Inició su vida laboral en el Poder Judicial de la Federación, en el que trabajo por 19 años. Una de sus primeras e importantes influencias intelectuales fue la del procesalista español Niceto Alcalá Zamora y Castillo, miembro distinguido del luminoso exilio español que tanto enriqueció intelectualmente a México.

Por sus capacidades profesionales y su vasta cultura jurídica fue invitado a incorporarse como investigador de tiempo completo en el Instituto de Derecho Comparado, actualmente Instituto de Investigaciones Jurídicas, de la UNAM, en una época en la que nuestra Universidad pasaba por un momento de desarrollo de la excelencia en varias áreas de la misma y tomaba particular impulso la investigación académica. Fue Director del Instituto, por dos periodos, durante doce años. Bajo su dirección la investigación profesional del Derecho tomó un impulso inédito en México y en América Latina.

Fix Zamudio cultivó el Derecho Procesal, el Derecho Comparado, el Derecho Constitucional, el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, entre otras materias. Su obra se integra por numerosos libros y más de 500 artículos publicados en Revistas especializadas y libros colectivos. Participó en numerosos foros nacionales e internacionales, con un gran reconocimiento a su excelencia académica. De igual forma fue profesor tanto de la licenciatura como de la División de Estudios Superiores de la Facultad de Derecho de la UNAM.

muerte de Héctor Fix Zambudio
Fotografía: PuntoEdu, PUCP.

Su vasta obra académica se caracteriza además de su erudición y profundidad por el rigor lógico-jurídico. Tuvo una formación muy sólida en materia del Derecho procesal, así como la experiencia operativa por haber pasado sus años iniciales profesionalmente por el Poder Judicial Federal, lo cual le dio enorme solidez a sus investigaciones.

En el Instituto de Investigaciones Jurídicas fue formador de numerosos cuadros de juristas que han sido fundamentales en el estudio del Derecho en México y en América Latina.

Un aspecto muy relevante de su muy amplia trayectoria profesional fue el tema de los Derechos Humanos. Su contribución fue fundamental en la creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Asimismo, fue miembro de su Consejo Consultivo. Fue también Juez y Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. También, fue miembro fundador del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional.

Tuvo muchos y merecidos reconocimientos, entre ellos, miembro de El Colegio Nacional, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y recibió la Medalla Belisario Domínguez, (2002), entre muchos otros. Otras distinciones, por mencionar sólo algunas de ellas, fueron el Premio Nacional de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía (1982); Investigador Emérito del Instituto de Investigaciones Jurídicas; Investigador Emérito del Sistema Nacional de Investigadores; Premio Internacional Justicia en el Mundo, de la Unión Internacional de Magistrados (2004). Recibió también numerosos Doctorados Honoris Causa, entre ellos, de la Universidad Complutense de Madrid; de la Universidad Castilla-La Mancha; de la Universidad de Sevilla, entre otros, así como de México e Iberoamérica.

En el ámbito personal, formó una grata familia, pero tuvo la pena primero de enviudar y después de ver morir a sus dos hijos hombres, Héctor y Carlos Fix Fierro. Héctor Fix Fierro fue un distinguido jurista que también dirigió el Instituto de Investigaciones Jurídicas.

Héctor Fix Zambudio, fallece
Héctor Fix Zambudio (Fotografía: Fundación UNAM).

Pero una breve descripción de Héctor Fix Zamudio quedaría incompleta si no señalara que la característica fundamental de su personalidad era su bondad, sencillez, afabilidad, apertura y magnífica disposición al diálogo. Fix Zamudio fue un apasionado del Derecho, la justicia, la verdad y la paz. Fue un hombre generoso y bueno para todos los que lo tratamos.

Para mí, el legado de Fix Zamudio es el de destacar la importancia del rigor y la profundidad en el estudio del Derecho y, sobre todo, de la construcción de un verdadero Estado constitucional de Derecho como condición necesaria para el desarrollo, la prosperidad, el bienestar, la libertad, la justicia y la paz en México, en Iberoamérica y en el mundo.


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