salud mental

Cerrando ciclos

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El caminante espiritual. si bien sabe que la vida es un sendero que se disfruta mientras se recorre, también reconoce que su existencia es como una cadena que se va formando con los eslabones que corresponden a los diferentes eventos, situaciones y ciclos que experimenta.

Toda cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. Por ello, es fundamental cuidar de cerrar bien cada uno de los eslabones; sin apegos, por formidables que hayan sido las personas y los momentos pasados y sin aversiones por justificados que estén esos sentimientos para construir una personalidad sólida, satisfactoria, plena y abierta para hacer de nuestra existencia una experiencia valga la pena ser vivida.

Cada uno de los eslabones que conforman la subsistencia, son parte irrenunciable de la historia de cada persona, que necesitan ser bien cerrados para poder engarzar los siguientes y hacer funcional su ser. No hay eslabones buenos ni malos, sólo son. Aun cuando se les puede clasificar como afortunados o desafortunados, ninguno de ellos es absoluto ni eterno y a todos se les puede encontrar orientaciones positivas de la misma manera que todos tienen aspectos oscuros.

cerrar un ciclo
Imagen: Brian Rea.

En efecto, todo evento, por dramático, difícil o doloroso que haya sido, tiene particularidades luminosas que empujan la vida a más y mejor. Encontrar su luz y caminar por los senderos que alumbran enriquece y fortalece la vida. De igual forma, toda situación por bella, satisfactoria o gozosa que se haya experimentado tiene matices oscuros que atrapan e impiden continuar el camino.

Reconocer las representaciones positivas de los acontecimientos experimentados como dolorosos y las perspectivas negativas de los eventos placenteros son un primer paso para fortalecer la cadena de la vida, el segundo es dejarlos donde se encuentran, en el pasado.

Cerrar cada evento implica aceptar la participación personal en el mismo, reconocer la trascendencia que tuvo en la propia vida, saber agradecer, aceptar la necesidad de perdonar y soltar para seguir el camino ligero de equipaje.

cerrar ciclos
Imagen: Sam Nagel.

Cerrar implica abrir el corazón y la propia vida a lo novedoso, con la experiencia que ha dejado el pasado, con la certeza de las propias habilidades desarrolladas, con la esperanza que cada naciente día es una nueva oportunidad para experimentar la profundidad del devenir.

Estamos al inicio del último mes del año, un año atípico para el mundo entero, que ha presentado retos, pérdidas y adaptaciones. Un año que ha sacado a la luz la verdad oculta de todos nosotros: los miedos, la rigidez, la indiferencia, la solidaridad, las fortalezas, la creatividad, el ingenio y la voluntad de persistir. Un año difícil en todos los sentidos que ha exigido de un esfuerzo mayor y que literalmente nos ha robado el aire. Pero también ha sido un año que ha permitido sacar habilidades y fortalezas ocultas en las profundidades de nuestras personas, cualidades que descansaban tranquilamente pues sus servicios no habían sido necesarios. Las hemos visto, las hemos reconocido y ahora sabemos que podemos hacer uso de ellas para continuar nuestro sendero.

Es tiempo de recapitular y asumir lo ocurrido para cerrar el eslabón del 2020 y con mayor consciencia disponernos a enfrentar el futuro que se nos avecina con la certeza y la confianza de que todo lo que necesitamos para seguir ya lo tenemos, en todo caso, sólo nos hace falta buscarlo y sacarlo a flote para continuar.


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Afecta pandemia salud mental, algunos piensan hasta en el suicidio

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Un día simplemente te dijeron: ya no puedes salir. El “quédate en casa” se repitió hasta el cansancio, para imponer una sentencia que, de no cumplirse, podía costarte la vida. Tal vez pensaste que sería una semana o dos, pero pasaron tres, cuatro, hasta que los meses se acumularon y, en consecuencia, las pérdidas y la incertidumbre. La pandemia de COVID-19 presentó el contexto ideal para incrementar los problemas de salud mental.

Quienes ya tenían síntomas de algún padecimiento, como el estrés, insomnio o irritabilidad, terminaron por verlos crecer hacia algo mayor. Y quienes no presentaban ninguna de estas situaciones, comenzaron a desarrollarlas en el encierro. Así, la enfermedad que nos obligó a usar cubrebocas e imponer una distancia entre las personas, terminó por despegar otros malestares.

“La pandemia a lo largo de todo este tiempo, nos ha afectado de diferentes maneras”, cuenta en entrevista con El Semanario, José Javier Mendoza Velásquez, jefe del Área Médica en servicios de atención psiquiátrica de la Secretaría de Salud y académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “Lo que más ha pasado es el incremento de lo que nosotros identificamos como trastornos ligeros o síntomas psiquiátricos, que no logran establecer un trastorno como tal, no se identifican como una enfermedad, pero que sí son síntomas, como el insomnio, la irritabilidad, el estrés, la ira”.

Circunstancias adversas

Un tamizaje realizado por la UNAM y la Secretaría de Salud, con información de 104 mil 875 personas, reveló que 26 mil 90 reportaron casos de violencia durante la pandemia, con 12 mil 408 incrementando el consumo de sustancias como alcohol y otras drogas. Este escenario va directamente relacionado con los 10 mil 799 casos de depresión y 8 mil 339 de ansiedad generalizada, lo cual también llevó a 5 mil 562 personas a autolesionarse o pensar en quitarse la vida.

No es nada fácil llevar a cabo nuestra rutina cotidiana detrás de cuatro paredes, con toda nuestra familia, teniendo que estudiar y trabajar desde ahí, o incluso luchando por sobrevivir al perder nuestros medios de ingresos. Y a esto sumémosle la posibilidad de contraer una enfermedad que puede ser mortal. Ante todo, la gran cuestión: ¿cuándo terminará? “Generalmente, cuando tenemos un problema, sabemos cuánto tiempo tenemos que aguantar, pero aquí lo único que sabíamos es que cada vez aumentaba. Ante esa situación no había una base que nos ayudara a estar un poco más tranquilos sobre esto”, explica Mendoza Velásquez.

¿Y dónde nos refugiamos de todo esto? ¿A dónde escapamos para despejar nuestra mente? En el alcohol y las drogas que no hacen más que empeorar todo. “Conforme fue aumentando (la cuarentena), fuimos estando más tiempo en contacto con el estrés, con los cambios, con las situaciones distintas que, al final del día, lo único que hacen es acumular experiencias traumáticas en el individuo y pueden aparecer otros trastornos, dentro de los cuales, los que más nos preocupan principalmente son los trastornos más estables como la depresión, el trastorno por estrés postraumático o el trastorno por estrés agudo, el consumo de sustancias y, en su caso, la aparición de otros trastornos emocionales que conducen a la violencia o suicidio”, asegura el académico de la UNAM.

Los más vulnerables

Desde que inició el confinamiento en México en marzo, hubo quienes lo sufrieron más, explica el especialista. “Va a impactar más en personas con mayor vulnerabilidad, en personas que tengan otras condiciones psicosociales importantes, como pobreza, educación, ahí las situaciones todavía son un poco más complicadas”, comenta.

Razones no faltaban para sentirse mal. “Esto todavía se podía complicar más con la vivencia del duelo, sea por la pérdida de una persona, sea por la pérdida de trabajo, sea por la necesidad de desplazarme, todas esas situaciones fueron incrementando riesgos a la salud mental. Entonces, misma historia ocurrió cuando nos ‘desconfinaron’, el volver a la realidad, el volver a salir a la calle, se convirtió todavía en episodios de mayor riesgo”, asegura Velásquez.

El especialista vio muchos casos graves, sobre todo, en el personal sanitario, quienes llegaron a padecer “burnout”, es decir, estrés crónico y extremo. Otra población vulnerable, comenta, fueron los adultos mayores. “En el contexto de la salud mental del adulto mayor, sí había una deficiencia muy notable, porque tanto al adulto mayor como al adolescente, nadie le pidió su opinión, él no participó en la toma de la decisión. Simplemente un día le dijeron, ‘tú ya no sales’ y ya no pudo salir. El adulto mayor tú lo ves así como muy ansioso, con mucha dificultad para adaptarse, enfrentar la vida, hay muchos que todavía, hasta la fecha, siguen sin salir. Y esto ha ido cambiando a lo largo del tiempo, pero hay mucha gente que todavía se mantiene en casa y esa es una situación bastante complicada”.

Contra los prejuicios

Lo importante ahora es identificar los casos graves, cuando hay síntomas que ya no nos permiten realizar actividades cotidianas, para luego romper con los prejuicios que existen contra las enfermedades mentales. “Lo que sería ideal, es echar mano de entender que estas situaciones son muy comunes, son esperadas bajo esta situación, darse el tiempo de reconocer eso”, explica el académico. “Creo que es más importante ser un poco amable con uno mismo, entender que todos lo estamos pasando mal, no es una situación única y que vale la pena pedir ayuda”.

Mendoza Velásquez explica que en esta área existen prejuicios desde el simple hecho de buscar asistencia, hasta el tomar medicamento y las enfermedades en cuestión. “Existe esta creencia de que las personas tienen que resolver sus problemas de salud mental solos y que aquel que pide ayuda es un sinónimo de algo más. Es importante entender que todos tenemos problemas en la salud y una de nuestras áreas de salud, no especial, es la salud mental”, cuenta. Lo grave está en que muchos, como él, pronostican que la depresión se convertirá en la primera causa de discapacidad en adultos en los próximos años.

salud mental
José Javier Mendoza Velásquez, jefe del Área Médica en servicios de atención psiquiátrica de la Secretaría de Salud

Para evitar problemas graves de este tipo, durante el confinamiento, la Organización Mundial de la Salud hace algunas recomendaciones: mantenerse informado por medios formales y confiables, seguir una rutina sana que incluya: buenas horas de sueño, no descuidar la higiene personal, alimentación saludable y en horarios fijos, hacer ejercicio, establecer horarios de trabajo y descanso y realizar actividades placenteras; así mismo, reducir la exposición a noticias que generen tensión y estrés, mantener contacto social a distancia con familiares y amigos, reducir o evitar el consumo de alcohol u otras drogas y moderar el tiempo que se pasa en internet y videojuegos. Si se manifiestan síntomas de algún malestar mental o crisis emocionales, se puede llamar a La Línea de la Vida del Gobierno de México: 800 911 2000, así como a la Línea de Atención Psicológica de la UNAM: 55 5025 0855; donde se imparte ayuda y se puede pedir orientación para tratar cada caso en particular.

“Lo más importante es aprender a hacer este acto de autoreflexión, de identificar cuándo yo estoy en riesgo, identificar que algunos de estos puntos probablemente puedan mejorar si nosotros movilizamos algunas cosas”, aconseja Mendoza Velásquez. “Vigilar bien su sueño, tratar de establecer adecuadamente nuestros horarios, establecer rutinas que puedan ser flexibles. Antes teníamos rutinas muy inflexibles, ahorita tenemos que aprender a flexibilizarnos un poco, aprender que no todo está escrito en piedra, saber que esto es temporal, saber que existen opciones que pueden hacer que esto termine bien. Creo que esto nos ayuda un poquito a entender que esta situación, independientemente de lo funesto que parezca, puede llevarnos a un buen resultado”.

La apertura y la confianza en el camino espiritual

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Todo ser humano adulto, independientemente de su edad, cuenta con una interpretación de la realidad que le da cohesión y estructura a su existencia, una explicación coherente de su historia, así como un sentido y dirección para su vida. Si bien, gracias a ésta funciona en el mundo, tiende a rigidizarla como solución única con lo cual se autolimita e impide la expansión de su propia consciencia. Es decir, su configuración sólo puede ser preliminar y, por lo mismo, temporal, pues siempre surgen nuevos elementos que posibilitan la reestructuración para darle mayor profundidad, fortaleza, sabiduría, sentido y paz.

En efecto, la existencia siempre es procesual e interdependiente, estas características empujan la historia y la responsabilidad tanto personal como comunitaria y son el núcleo que mueven el siempre más del ser humano, esa eterna y sutil insatisfacción que acciona el destino de todos.

Aceptar el movimiento y la interrelación que implica la existencia permite reconocer también que ya se cuenta con los elementos necesarios para hacerle frente: apertura y confianza. Ambos existentes en todo ser humano como condición de posibilidad, pero que requieren ser desarrollados y fortalecidos para una mejor calidad de vida.

camino espiritual
Imagen: Samuel Castaño.

La apertura está íntimamente ligada a la percepción que va más allá de los cinco sentidos tradicionalmente aceptados. La apertura permite reconocer que siempre hay más, que cada nuevo elemento encontrado en el camino se puede contemplar, aceptar su existencia, analizar su pertinencia en la propia historia, integrarlo a la vida o dejarlo en el camino sin necesidad de destruirlo o cargarlo a la fuerza. La apertura enriquece la subsistencia, permite el crecimiento y lleva a la sabiduría.

La apertura requiere ejercitar la percepción, callar el juicio característico del propio ego y la inmediatez típica de este tiempo; necesita de atención plena para apreciar el mayor número de detalles del entorno para reconocer cómo se manifiesta la alteridad y contemplar al mismo tiempo qué sucede al interior del observador para descubrir quién se es y quién se quiere ser.

La apertura obliga a soltar certezas y a renunciar a un mundo de acuerdo con las propias expectativas para aceptar la realidad y descubrir en ella toda la variedad, lucidez y sabiduría que encierra. Dar un salto al vacío para adentrarse en el misterio mismo de la vida y gozar de la aventura de existir. Sin embargo, para lograrlo requiere de su eterna y fiel compañera: la confianza.

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Imagen: Livia Falcaru.

La confianza contiene el natural miedo a lo desconocido y al futuro, sobre todo cuando las certezas construidas por el propio esfuerzo se derrumban frente a los vaivenes del devenir, cuando la enfermedad irrumpe en la propia existencia, cuando las pérdidas afectivas hieren el corazón y los materiales el bolsillo, cuando el horizonte se torna obscuro y a simple vista no se percibe la luz.

La confianza necesita de sus aliadas, la distancia y la paciencia, pues sabe que alejarse le permite una mejor perspectiva para alcanzar ángulos imperceptibles en la cercanía, descubrir el mayor número de variables que afectan una misma situación, así como advertir los elementos propios de la situación ajenos a la persona misma. De igual forma, reconoce que el tiempo siempre transforma todo, la intensidad disminuye, el dolor sana, la pérdida se acepta y se aprende a vivir con lo que queda y con lo que se encuentra en el camino, pues en la vida nada se pierde y todo renace en formas novedosas y oportunidades emergentes.

Así, el camino espiritual lejos de ser una meta a la que se llega, es un camino que se transita como viajero que quiere desentrañar sus misterios y como peregrino que humildemente agradece el milagro de existir.


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A través de la pantalla

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En los últimos meses, la colaboración y la comunicación en las organizaciones vivieron una profunda transformación porque la interacción entre las personas se ha dado a través de Internet. Por medio de la pantalla aprendimos recursos, dinámicas y herramientas que jamás hubiéramos volteado a ver a no ser por este confinamiento. Esta situación ha modificado las formas de conversación y colaboración en los equipos de trabajo, lo que nos plantea nuevos retos y oportunidades.

Cuatro ideas que me parecen dignas de reflexión en este momento son:

1. Poder construir espacios más igualitarios e incluyentes: A la distancia, desarrollamos la empatía para vernos más como personas que como trabajadores, ya que nos encontrábamos en los entornos de nuestra vida cotidiana y no en el disfraz de los escenarios corporativos que sostienen y refuerzan relaciones verticales de poder. Esto propicia espacios y esquemas de colaboración más horizontales. La junta, a modo de ejemplo de varias prácticas, necesita distanciarse de protocolos donde el poder se ejerce de manera vertical y, por tanto, inhibe la participación de todos. El lugar de una “cabecera” omnipotente que pueda dominar a todos los asistentes de la sesión inhibe una interacción más activa y creativa entre los colaboradores. Los métodos y las herramientas de colaboración abren posibilidades amplias para descentralizar el poder.

reuniones por la pantalla
Imagen: Mayumi Takahashi.

2. Entrenar la atención en ambientes multiseñales: Una característica de los tiempos actuales es la presión de hacer varias tareas a la vez. Esta situación se agudiza con una tecnología atiborrada de aplicaciones y sistemas de comunicación que siempre demandan respuesta rápida. Ahora, encima de esto, la información del mundo laboral coexiste con la del mundo personal y familiar. Es imposible dar marcha atrás a los avances tecnológicos y a estos ritmos de vida. El reto ahora será enfocar nuestra atención en una sola tarea en un ambiente multiseñal y, de esta manera, apostar más por la calidad que por la cantidad de trabajo.
3. Cuidar el bienestar emocional de tus colaboradores: Las oficinas ofrecen muchos espacios informales para conectar con personas con las que colaboramos. Los encuentros en el área de café, por ejemplo, nos daban la oportunidad de saber sobre los estados de ánimo de nuestros colegas y reaccionar a ellos. En la distancia, perdemos estos espacios. El seguimiento del estado de ánimo por parte de los líderes y entre los colaboradores será esencial en el desarrollo de las organizaciones. Tener videoconferencias con las cámaras encendidas o dejar un espacio en la agenda para compartir estados de ánimo pueden ayudar en este sentido.

reuniones a traves de la pantalla
Imagen: Michael Byers.

4. Procurar espacios de convivencia informal en los equipos de trabajo: Cuando empezó la pandemia, uno de los factores que elevó los niveles de estrés en los trabajadores fue la falta de espacios donde las personas pudieran interactuar de manera informal: ir por un café, sentarse a platicar sobre la domesticidad o compartir chismes. El trabajo a distancia volvió más evidente la necesidad de cuidar y mantener las relaciones personales entre los integrantes de una organización. Uno de los retos más importantes en este momento será encontrar espacios de convivencia informal entre los trabajadores en formatos de trabajo híbrido o a distancia para no perder el enriquecimiento de las relaciones personales.

Para muchas personas esta nueva forma de interactuar será una realidad permanente y, por lo tanto, habrá que generar nuevos esquemas de interacción. La existencia y permanencia de las organizaciones no sólo dependerá de su capacidad de adaptarse a las circunstancias económicas, sino de hacer transformaciones profundas que promuevan la colaboración genuina y formas de comunicación más eficientes.


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Psicología médica

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Desde las últimas décadas del siglo XX, la salud mental fue evolucionando y transformando, de manera importante, su rol en el ámbito médico-hospitalario. Fue así como una nueva manera de entender a las enfermedades somáticas hizo que psicólogos y psiquiatras extendieran su intervención al tratamiento integral de patologías, tales como el cáncer, el sida, el lupus, la diabetes y la esclerosis múltiple. Una nueva visión integral del proceso salud-enfermedad, donde los factores biológicos interaccionan con los psicológicos, sociales y medioambientales, hizo que surgieran múltiples aproximaciones terapéuticas para el apoyo multidisciplinario de pacientes con enfermedades médicas complejas.

Prueba de la importancia de esta nueva forma de abordar la salud, fue la aparición paulatina, pero sostenida, a partir de los década de los 70, de diferentes disciplinas como la Medicina Comportamental, la Salud Comportamental, la Psicooncología y finalmente, la Psicología Médica. Todas estas especialidades centraron la aplicación de los conocimientos de la psicología sobre el comportamiento humano a los contextos médicos, poniendo énfasis en el cuidado integral del paciente y en el mejoramiento de su calidad de vida, más allá de los pronósticos estadísticos de la enfermedad de base tratada.

Con poblaciones cuyas expectativas de vida crecen en forma significativa año a año, las causas de muerte han ido variando en el tiempo. Más allá de la actual pandemia por Covid-19, es evidente que, en los últimos treinta años, se ha producido un descenso enorme en las tasas de mortalidad por enfermedades infecciosas, pero al mismo tiempo ha ocurrido un incremento exponencial de patologías como cáncer, enfermedades coronarias, obesidad, diabetes, etc. Si se analiza, desde el punto de vista etiológico y evolutivo, la causalidad de esta progresión, queda claro que, en gran medida, la mayoría de las dolencias que afectan a la humanidad están relacionadas con el comportamiento y estilos de vida de la población, antes que agentes patógenos.

depresion y pandemia
Imagen: Sasha Seraia.

Por otra parte, los avances de la medicina han conllevado una serie de repercusiones en la práctica de la misma. Con anterioridad al desarrollo de fármacos eficaces, la figura del médico, y anteriormente la del curandero, basaba buena parte de su intervención, en la empatía, la compasión y la transmisión de sentimientos de esperanza hacia los enfermos. En muchos casos, esa praxis psicológica primaria constituía, con pocas excepciones, la única terapia que los cuidadores de la salud pudieron ofrecer durante cientos de años a los enfermos. Sin embargo, los avances científicos del siglo XX hicieron que se olvidaran estos importantes aspectos de la relación médico-paciente, y que ésta, junto con los aspectos psicológicos de la enfermedad, se desatendiera enormemente.

Todavía mayor fue la pérdida de esta perspectiva cuando a principios del siglo XX se inició lo que se denomina “medicina especializada”, que provocó que los estudiantes de medicina fueran instruidos en el tratamiento de enfermedades concernientes a determinados sistemas u órganos corporales, con poca o ninguna integración de conocimientos que facilitase la atención integral del paciente.

En otras palabras, esta especialización, junto con la posibilidad de mejores y más completos diagnósticos y tratamientos, fue acompañada de una pérdida en la utilización de aquellos elementos terapéuticos asociados con el conocimiento y la compresión del paciente como ser humano multidimensional. De este modo, factores familiares, económicos, ocupacionales, culturales y de personalidad, fueron completamente ignorados durante la mayor parte del siglo pasado, dominando una visión unicausalista de la enfermedad, a la que se dio en llamar “teoría del germen infeccioso”, según la cual, la condición necesaria y suficiente para el desarrollo de una enfermedad era la presencia de un agente patógeno.

sentados en sillas, rojo, aislamiento
Ilustración: Damián Lluvero (Forbes).

Sin embargo, el nuevo panorama epidemiológico ha traído consigo la reconsideración de esos otros factores implicados en la salud humana, propiciando así la aparición de una nueva comprensión de la enfermedad como un fenómeno plurideterminado, en el que los factores biológicos, conductuales y ambientales (físicos y sociales) cobran una gran importancia.

Ello no se debe únicamente a la comprensión de elementos asociados al desarrollo de las principales enfermedades del mundo moderno, sino también al cambio en los objetivos que la práctica médica se plantea con respecto al tratamiento de dichos trastornos. El objetivo, en la mayoría de las ocasiones, ya no es la curación, sino que, por el contrario, en gran parte, de los trastornos crónicos (enfermedad de Crohn, fibromialgia, parkinson, alzheimer, etc.) lo que se persigue es el aumento en la calidad de vida del paciente. Este nuevo objetivo requiere del aporte de profesionales pertenecientes a diferentes disciplinas, que contemplen al paciente en su totalidad y atiendan las repercusiones que la enfermedad puede suponer para éste en diferentes contextos. Así, conceptos como estrategias de afrontamiento de la enfermedad o adhesión terapéutica, han ido cobrando cada vez más relevancia. Es así como, desde hace ya muchos años, la salud se entiende como “el estado de completo bienestar físico, mental y social y no la mera ausencia de enfermedad”.

psicologia medica
Imagen: Patrycja Podkościelny.

Debido a esto, la intervención psicológica actual no se reduce a ser exclusivamente clínica en el sentido tradicional, sino que contempla unos objetivos más amplios, abarcando también la prevención y la promoción del bienestar físico y mental. Se entiende, por lo tanto, que el individuo debe ser visto no como un ser aislado, sino como un sujeto inmerso en un contexto social, por lo que se refuerza el punto de vista de que los factores socioambientales desempeñan un papel fundamental en la génesis y evolución de una patología y la respuesta al tratamiento de la misma.

Con la inclusión de parámetros emocionales, en el tratamiento de las enfermedades médicas de características crónicas, una nueva manera de trabajar multidisciplinariamente se ha iniciado. El reconocimiento de la importancia de la salud mental en la vida de las personas sanas o enfermas, desde el punto de vista orgánico, ha abierto un nuevo ciclo en la historia de la medicina. La psicología médica constituye no sólo un enfoque revolucionario, sino que también señala el inicio del desarrollo de mejores herramientas de prevención y tratamiento de enfermedades crónicas. En definitiva, si vamos a vivir más, debemos, sobre todo, vivir mejor.


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Seguimos creciendo

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Así que nos llegó el cambio, no nos lo esperábamos así, las lecciones y los mensajes los leemos de manera equivocada, creemos que los cambios serán sutiles, tranquilos, sin revolución, pero parece que olvidamos la historia o nos da flojera ver hacia atrás para entender los mensajes.

Este cambio llevaba un rato macerándose, nos dijeron que empezaría en el 2012, yo creo que efectivamente fue así, fue ahí donde todo empezó, todo es diferente, nada es igual y, sin embargo, nosotros buscamos lo estático, lo que se queda igual sin cambio, nos resistimos, sin darnos cuenta, a que todo cambia, que tú cambias, que yo cambio, y el mundo cambia.

seguimos creciendo
Imagen: Brian Stauffer.

Ya nada es ni será igual, las formas, los ritmos, cambiaron; las prioridades, los gustos, los sueños cambiaron; la vida cambió una vez más, pero este cambio no es el primero ni será el último, lo que pasa es que en este momento nos tocó estar en el ojo de huracán, nos tocó vivirlo, no vivir las consecuencias, sino vivir la revolución y eso no es fácil, es difícil, duele, hay pérdidas, enojos, tristezas, confusión y poca certeza.

¿Qué nos está diciendo la tierra? ¿Qué nos exige la conciencia? ¿Quiénes se quedan y quienes se van? Si me toca quedarme, ¿qué me toca hacer?

Tienes dos opciones, no cambiar o subirte al tren del cambio. Si no cambias te petrificaras, perderás una hermosa oportunidad, seguramente al principio te sentirás más seguro, pero con el tiempo dejarás de moverte, de experimentar, de vivir las nuevas experiencias  y posiblemente lo lamentarás. Por el contrario, si te subes al tren del cambio, ciertamente te aseguro incertidumbre, miedo, confusión, pero vivirás una gran aventura, un nuevo amanecer, una nueva tierra.

Nosotros somos los pilares sobre lo que se va a construir la nueva realidad y esto no es poca cosa, tendríamos que sentirnos agradecidos, incluso honrados de estar vivos en estos momentos, es un honor tener esta responsabilidad que construirá los cimientos del nuevo mundo.

atrevete a cambiar
Imagen: García Lam.

Atrévete a cambiar, trabaja en tu conciencia, hazte preguntas, infórmate, crece, expándete, construye, comparte. Esta nueva realidad nos necesita a todos.

No importa a qué te dediques, siempre va a ser importante, todo tiene un sentido, todo cuenta, todo suma, desde donde quiera que leas estas líneas sábete importante, valioso y necesario para esta nueva realidad.

No lo olvides, “conviértete en tu mejor posibilidad”, cada uno de nosotros pongámoslo como meta. ¿Te imaginas el mundo que tendremos? ¿Las relaciones que compartiremos? ¿Lo que juntos lograremos?

Lo que podemos soñar, sí podemos lograrlo. Esto es para ti, que siempre me lees. Gracias.


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Depresión y ansiedad, la nueva normalidad por el Covid-19

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La pandemia por coronavirus no es la única crisis sanitaria por la que atravesamos en este momento. Situaciones como el confinamiento, los duelos sin despedidas, la crisis económica y los problemas que viven los hospitales día a día, tienen como resultado que cada día suban un peldaño más hacia la inestabilidad de nuestra salud mental.

Viajar en Metro o Metrobús, usar el servicio de transporte público, ir al tianguis o al supermercado son ahora actividades de alto riesgo,  que muchas personas en el país y el mundo dejaron de realizar por miedo a contraer el virus SARS-CoV-2.

Tenemos el caso de Pablo, que con una botella de gel, guantes, mascarilla y careta viaja en el Metro todos los días para llegar a su trabajo en la zona sur de la ciudad, pero no es lo mismo para su esposa, quien no se anima a salir de su vivienda por no contagiar a su hijo de 8 años.

El Covid-19 no es la única epidemia que atraviesa el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) pronostica que en este 2020 la depresión será el segundo fenómeno psicológico que afectará a millones de personas a raíz del confinamiento y constante estrés por la crisis sanitaria.

En México, los padecimientos depresivos ocupan el cuarto lugar en complicaciones médicas. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que 29.9% de los habitantes mayores de 12 años sufren algún nivel de depresión ocasional, mientras que 12.4% los experimenta de manera frecuente.

El miedo a la enfermedad misma y al futuro incierto disparan la tasa de trastornos relacionados con la ansiedad y el estrés; las estadísticas también señalan que en China la tasa de depresión se elevó un 50%, mientras que hubo un aumento de 45% en ansiedad y 34% en insomnio. En México, la prevalencia de ansiedad y depresión aumentaron a un 32.42% y 27.26% respectivamente en lo que vamos de este medio año.

Esta preocupación constante por enfermarse puede agravar el estado de bienestar y la integridad social del ciudadano. Cada día nos exponemos a notas amarillistas repletas de calamidades que nos lleva a somatizar; la doctora Raquel Tawil, miembro de la Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM), explica este fenómeno como una interconexión entre las emociones y el cuerpo; “si dichas emociones de angustia contenida no se transmiten de manera adecuada, estas serán manifestadas en el plano físico de nuestro cuerpo como trastornos psicosomáticos… cada día existen más casos de personas que caen en estado de pánico porque histéricamente su cuerpo imita los síntomas del virus y en realidad sólo muestra un reflejo de la angustia que siente su cuerpo”.

El Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE) elaboró un estudio sobre el deterioro de la salud mental de los mexicanos durante la fase dos de la crisis sanitaria. Entre los principales estresores de la pandemia, la ansiedad por la presencia generalizada de un virus contagioso y frustración por el aislamiento social, representan las principales fuentes de presión psicológica.

Al 28 de agosto pasado, el número de pruebas realizadas en Centros de Salud y hospitales del Gobierno de la Ciudad de México fueron de 183, 432. En sólo dos días, a la noche del 30 de agosto, la cifra aumentó a 269, 001 pruebas para la detección del coronavirus, de los cuales 63.3% de los casos dieron resultado negativo.

Aun cuando la mejor recomendación fue el aislamiento social como medida preventiva de contagio, sin duda esta acción tuvo un impacto emocional que en una primera fase se consideraban síntomas normales ante situaciones drásticas como las que estamos viviendo.

El Consejo Ciudadano informó a principios de este mes, que desde el 28 de febrero que se detectó el primer caso de Covid-19 en México, se ha apoyado a más de 4, 529 jóvenes de 18 a 25 años, siendo este el sector más vulnerable en padecer un trastorno emocional al adaptarse a la nueva normalidad. Entre los casos más recurrentes, el 33% de las llamadas corresponde al apoyo psicológico ante problemas de pareja, familiares, sensación de soledad y baja autoestima; así como consecuencias emocionales como la ansiedad o depresión ocasionados por el aislamiento.

“Hay momentos en los que no puedo más”, menciona Octavio N., joven egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México que acaba de renunciar a su empleo por miedo de exponerse y a su familia al virus. La incertidumbre de su vida y la salud de sus seres queridos le quitan el sueño, y tuvo que tomar una de las decisiones más difíciles de su vida: “Mi vida estaba como en una balanza, mantener la seguridad de mi familia o continuar con mi empleo, un trabajo que no manejaba las medidas sanitarias adecuadas y en la que me sentía en constante riesgo, no puedo arriesgar la salud de mi familia por unos pesos”.

Tedros Adhanom, director general de la OMS, considera que los efectos de la pandemia en salud mental son sumamente preocupantes: “El coronavirus es un estresante psicológico significativo, el aislamiento social, el miedo al contagio y el fallecimiento de familiares se ven agravados por la angustia que causa la pérdida de ingresos y de empleos”.

Aún es muy pronto para saber qué tan significativo será el desgaste social psicológico dentro de nuestras sociedades, pero por el momento, los augurios indican que este fenómeno afectará todas las facetas de la vida y desconocerá de sectores sociales y económicos en el mundo.

La sabiduría del tao

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Todas las tradiciones humanas, teístas o no, aportan semillas de sabiduría para fluir en la vida. Todas y cada una de ellas son producto de las condiciones del propio tiempo, del espacio, de la percepción, de la reflexión y de la expresión de personas tocadas por el misterio de la existencia que comparten sus intuiciones con los demás.

Aproximarnos a ellas, valorar su propia concepción, entenderlas en su contexto y descubrir sus aportes aplicables a la vida personal y comunitaria son valiosas tareas que incrementan la calidad de vida y el bien común.

El tao es una tradición milenaria que surgió en la antigua China en el siglo VI a. C. en medios quietistas y místicos opuestos al sistema feudal de la época. En un principio surgió como filosofía y luego se transformó en religión en algunos sectores. Se sabe muy poco de la vida de los dos principales representantes Lao Tzu y Chuang Tzu, de quienes se conserva algo de su obra. Ambos están convencidos que al dedicarse a su salvación personal obran por el mayor bien de los seres humanos y de la naturaleza.

Tao significa “camino” y es una vía para cultivar la propia virtud a partir de la práctica del wu-wei que suele traducirse como “no actuar”, aunque en realidad se trata de “no interferir con el curso natural de las cosas”. El tao proviene de la observación de la naturaleza, de la circulación de sus ritmos –día/noche– y sus alternancias –estaciones–. Dos aspectos antitéticos y complementarios: uno frío, sombrío y pasivo; otro cálido, luminoso y activo. Éstas son las dos modalidades a las que llaman el Ying y el Yang.

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Ilustración: Behance.

El tao es un principio de orden que en un pasaje de Lao Tzu lo nombra como “Hembra Misteriosa” porque es la fuente de toda la vida e invita a sus seguidores a cultivar en sí mismos las virtudes femeninas que el maestro relaciona con la pura vacuidad.

Como muchas otras tradiciones, el tao promueve la meditación como medio de liberación, además de otros principios que aparecen a continuación.

La meditación

Por medio de la práctica meditativa se busca la liberación de ideas recibidas, convencerse de la relatividad de los convencionalismos sociales, de la inestabilidad de los bienes del mundo, así como de los preceptos de bien y mal aprendidos.

La analogía

Para el tao entre el cosmos, la tierra y el ser humano existen analogías pues todo está estructurado del mismo modo y existe una relación recíproca. La materia sólo es la expresión visible de una misma fuerza oculta que recorre todo.

La intuición o conocimiento místico

De acuerdo con el tao, la verdad se encuentra en la totalidad que sólo puede ser conocida por la intuición. El conocimiento proveniente de los sentidos únicamente proporciona aspectos parciales de la realidad además de suscitar deseos y pasiones, en cambio, la cognición de orden místico anula la distinción entre el yo y el mundo.

sabiduria del tao
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La vida superior

Según el tao las almas Huan y P’o –principios vitales y espirituales– escapan del cuerpo cada vez que el hombre da curso libre a sus apetitos. Por tal razón, es necesario fomentar la serenidad interior, el equilibrio y la armonía de las facultades físicas e intelectuales para unificar el alma y evitar la tentación de evadirse.

La armonía

Las tres fuerzas que determinan el cuerpo humano: la esencia vital, jing; el espíritu, shen; y la energía vital, qi,requieren armonizarse. El shen se localiza en la cabeza, permite conocer el tao y conectarse con sus leyes. El qi se localiza abajo del ombligo y puede renovarse y mantenerse en circulación constantemente mediante ejercicio especiales (qi gong). El jing se encuentra en la región pélvica y es el fundamento seguro en la vida.

La muerte

La muerte se comprende como miembro de un binomio que forma parte de un ciclo comparable al del día y la noche, el verano y el invierno.

El vacío

El vacío es uno de los grandes temas del taoísmo. Significa la ausencia de cualidades sensibles, es decir, de toda noción particular y de toda pasión. Una comprensión que vale la pena mostrarla tal como la presenta el Tao Te Ching:

Treinta radios convergen en el centro
de una rueda,
pero es su vacío
lo que hace útil al carro.
Se moldea la arcilla para hacer la vasija,
pero de su vacío
depende el uso de la vasija.
Se abren puertas y ventanas
en los muros de una casa,
y es el vacío lo que permite habitarla.
En el ser centramos nuestro interés,
pero del no-ser depende la utilidad.


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