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Reactivar y repensar la economía mundial: David Ibarra en Centro Tepoztlán

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A David Ibarra en celebración de sus 91 años.

El 14 de enero David Ibarra cumplió 91 años y los celebró el sábado pasado con un mensaje rico en cifras, certero y oportuno. Urgió a repensar la economía mundial y a visualizar el futuro de México en el nuevo contexto emergente. “Una visión parcial”, bromeó.

El Secretario de Hacienda 1977-82 dio el sábado pasado una conferencia magistral con motivo de la Asamblea anual del Centro Tepoztlán AC, foro de reflexión y diálogo estratégico creado hace 40 años por Víctor Urquidi, otro gran economista con visión interdisciplinaria y de largo plazo.

Comenzó afirmando que “el mundo y su economía se encuentran abrumados por desacuerdos, tropiezos e inacción colectiva y que la recesión mundial de 2008-2009 fue apenas un llamado de atención”. Desde entonces, a pesar de los esfuerzos realizados, “no se ha recuperado la estabilidad anterior, la confianza política, ni identificado senderos seguros compartidos de desarrollo”.

Subrayó que en los últimos 30 años, en un afán globalizador, se liberaron flujos de comercio e inversión, pero se dejó a un lado la protección del empleo, la salud y el medio ambiente. En este contexto la pandemia del coronavirus vino a develar la fragilidad de las economías nacionales y de los encadenamientos transnacionales, la falta de salvaguardas sociales y la debilidad de la gobernanza global.

fuerza laboral y economia
Imagen: Blog Bankia.

“Ha ocurrido un gran cambio. Estados Unidos, gran promotor de su prosperidad interna y del multilateralismo mundial, vio disminuir su ritmo de crecimiento entre el 30 y 40%, así como su formación bruta de capital fijo. Entre 2000 y 2019 el ritmo de la inversión mundial decrece del 4.4% al 2.1%, sobre todo en los países desarrollados, seguidos por casi todas las economías medianas y pequeñas”; mientras que China, la India y Corea del Sur han elevado sus indicadores comparables y sobre todo mantienen altos niveles de ahorro e inversión.

También destacó el investigador de la UNAM que poco a poco el comercio internacional ha perdido lustre como un impulsor del crecimiento y como medio para hacer competitivas a las economías. “A partir de la crisis del 2008 el producto mundial se expande al 3.4% anual, mientras el comercio internacional decae 3.1% anual… Entre 2008 y 2019 Estados Unidos acumula un déficit de 5.4 millones de millones USD, Reino Unido de 1.3 y América Latina otro 1.3. En contraste, Alemania acumula un superávit de 3.0 millones de millones USD, China de 2.4 y Japón de 1.7. Los países deficitarios se ven obligados a endeudarse para compensar esos déficits.

También han comenzado a reconocer que es importante generar empleos y valor agregado nacional y que no se puede depender de importaciones –principalmente en áreas estratégicas de salud, alimentación y seguridad pública y mucho menos de un solo proveedor externo–.

Por su parte, “las cadenas productivas, si bien ordenan la producción interdependiente mundial e incorporan a los países en desarrollo en ofertas y tecnologías exitosas… también congelan la división internacional del trabajo y encierran con frecuencia a los países periféricos en actividades poco promisorias”.

Estados Unidos demostró en los últimos años una tendencia proteccionista, contraria a la tradicional de gobiernos republicanos. La rivalidad con China es un buen ejemplo. El T-MEC es otro. Habría serias dudas de que el gobierno demócrata de Biden cambie la tendencia –más bien podría intensificarla–, aduciendo razones laborales o ambientales. “Estados Unidos”, argumenta Ibarra, tiene “limitaciones reales para seguir absorbiendo buena parte de los excedentes productivos de los países superavitarios”.

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Imagen: Elkin DW.

Del lado de China, las tensiones externas y razones internas quizás la obliguen a una tasa de crecimiento más pausado, con menores necesidades de importación y financiamiento externos. “Podría esperarse sustitución de importaciones en sus encadenamientos productivos y el reforzamiento de integración con sus áreas externas de influencia, como lo atestiguan su ambicioso proyecto de inversión de la Ruta de la Seda, el Banco Asiático de Infraestructura y el nuevo acuerdo comercial de 15 países asiáticos”.

Es probable que por razones distintas los dos grandes líderes económicos mundiales no puedan dar el mismo impulso tradicional al comercio internacional.

“También”, concluye, “hasta hace poco prevalecía despreocupación por los problemas distributivos, explicable en la pronunciada estabilidad en el reparto del ingreso entre empresarios y trabajadores en los países desarrollados… Sin embargo, desde hace 3 o 4 décadas ese mundo se alteró debido al desarrollo del orden internacional, el outsourcing, la desaparición de las presiones inflacionarias y el abatimiento de la progresividad impositiva, conduciendo a mayor desigualdad, erosión del sindicalismo y del ahorro de las familias y el acotamiento de las soberanías nacionales”.

“Quizás”, advierte David Ibarra, “la libertad de mercados en la globalización y las estrategias de crecimiento hacia afuera, con alta movilidad del capital e inmovilidad comparativa de la mano de obra, alentaron el desequilibrio entre producción y demanda interna, entre utilidades y salarios”. La pandemia amplificó y puso al descubierto debilidades estructurales del comercio internacional y de la desigualdad.

Otro tema que enfatiza Ibarra es el del cambiante entorno industrial. El aporte de la industria al PIB se reduce en favor de los servicios, particularmente en Estados Unidos, Francia, Reino Unido, España, Portugal e incluso en Brasil, Argentina y México. Sin embargo, afecta menos a Alemania, Dinamarca, Japón, China, Corea del Sur y Vietnam, que crecen, manteniendo a su industria entre un 20 y 30% del PIB, con políticas de impulso a sus manufacturas y sus exportaciones. Las tasas de crecimiento industrial 2000-2019 se relacionan con la multiplicación de los centros productivos y tecnológicos en Asia frente a una demanda mundial que se rezaga comparativamente.

“Históricamente la industria ha guarnecido a los trabajadores mejor remunerados y a las actividades con mayor eficiencia productiva,” nos recuerda David. El declive manufacturero ha incidido sobre la distribución del ingreso entre utilidades y salarios. Otra manifestación es el menor incremento en la productividad. “Acaso la revolución de la tecnología digital, de las telecomunicaciones y de la Inteligencia Artificial no han mostrado todavía sus efectos positivos, mientras los negativos del empleo están a la vista”.

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Imagen: El Universal.

La pandemia ha operado como amplificador de riesgos al obstruir o forzar el reemplazo temporal o permanente de encadenamientos productivos.

La última parte de su conferencia se concentró en los problemas financieros, de la deuda y la recaudación fiscal y los flujos entre países ricos y en desarrollo. Ameritan un artículo por separado. Lo importante a destacar ahora es que el viejo orden está en entredicho y las opciones de política monetaria y fiscal frente a la problemática existente todavía no acaban de definirse. Subraya que en los últimos 30 años los flujos netos destinados a países en desarrollo se han reducido a razón del 3.6% anual –destacando los préstamos, reducidos al 4% anual–. Ante la concentración de recursos en Estados Unidos y tasas cero o negativas de interés han ocurrido un retorno a la política fiscal.

Ésta recobró vida con la pandemia, que ha llevado a comprometer más del 9% del PIB en países industrializados y del 6% en países en desarrollo para el combate al Covid-19 y la defensa del empleo, el ingreso y las empresas. Estados Unidos con Biden está subrayando esa tendencia, gracias a su capacidad de imprimir dólares. Los saldos brutos de la deuda de los gobiernos a nivel mundial pasaron del 80 a casi el 100 % del PIB mundial entre 2012 y 2020. Seguirán creciendo.

Todo esto exige repensar el mundo y la gobernanza global; también a repensar América Latina y a México en el nuevo entorno emergente.

México no puede permanecer al margen. Urgen la reflexión, el diálogo y estrategias nacionales renovadas, concluimos en el Centro Tepoztlán, que hasta este sábado presidió destacadamente Clara Jusidman y ahora tiene al frente a Miguel Basáñez.


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Energías limpias ante una política retrógrada

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En la agenda pública de México el tema de las energías limpias (solar, eólica, hidroeléctrica, geotérmica y energía marina), se encuentra aislado, confuso y sin prioridad alguna. El gobierno federal le ha cerrado el paso a las empresas privadas para impulsar las energías renovables, y en cambio prefirió acelerar el uso de los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), y de paso ignoró el Acuerdo de París (2016) en materia de cambio climático.

La política del gobierno de Andrés Manuel López Obrador es bloquear espacios donde la inversión privada nacional y extranjera apunta, con este caso de las energías limpias. Los ejemplos son claros se cancelan permisos de una forma brusca sin respetar marcos legales o se busca a toda costa frenarlos.

A mediados del año pasado, 172 participantes privados en el sector eléctrico, que impulsaban las fuentes de energía renovable, interpusieron amparos ante el Poder Judicial contra el gobierno federal por frenar este cambio ambiental.

En ese momento, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) advirtió que las autoridades de la Secretaría de Energía (Sener) buscaban frenar la emisión de permisos a las nuevas centrales de energía renovable. “Modifica el orden de despacho de las plantas por criterios de confiabilidad y no económicos, como se maneja hasta ahora; y busca privilegiar a algunos proyectos de la CFE”, (El Financiero, 29 de junio 2020).

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Imagen: De la Croit.

La postura del gobierno federal —cerrada y errada—, ha sido que la medida contra las empresas privadas es necesaria para mantener la seguridad e independencia energética, y para tal efecto justifica que la Constitución mexicana establece que el servicio público de transmisión y distribución son áreas estratégicas del gobierno federal.

Sin duda, el gobierno de López Obrador retrocede en la política ambiental y de sustentabilidad, pues la propia Comisión Federal de Electricidad (CFE) decidió comprar carbón para sus plantas generadoras de electricidad como el caso de Coahuila, y cuya combustión es altamente contaminante por las emisiones de dióxido de carbono que coadyuvan al calentamiento global. Otras plantas siguen empleando el combustóleo (generador de gases efecto invernadero y muy contaminante por su alto contenido de azufre). Vaya retroceso por la “independencia energética”, y que, además, frena la misión de México con el Acuerdo de París.

Además, a mediados de 2019 la empresa productiva del Estado, la CFE, canceló el suministro de todos los productos anticontaminantes para sus plantas, sin importar marca y género. Este tipo de productos ayudan a mitigar las emisiones tóxicas en sus calderas en todas las instalaciones de esta Comisión en el país. Y hasta la fecha no ha sido transparente sobre cómo y cuándo se resolvió este asunto. Y vale preguntar: Estuvo o está enterada la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), de este caso, pues las plantas operaron o siguen operando con altas emisiones a la atmósfera.

Para algunos expertos en cambio climático, el sector eléctrico es el que mejor ofrece la oportunidad y rapidez —mediante el uso de fuentes renovables—, para cumplir con las metas del Acuerdo de París, pues los otros sectores como el transporte y la transformación de la cubierta vegetal del suelo (con altas tasas de deforestación en el país), es más complicado y a largo plazo.

A fines del año pasado, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) envió su compromiso de reducción de emisiones de gases efecto invernadero —GEI—, al Secretariado de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, y sólo refrendó el compromiso no condicionado de reducir estos gases 22% y de carbono negro 51% para 2030. 

Esta acción fue calificada por especialistas como una falta de cumplimiento de compromisos del gobierno mexicano al Acuerdo de París. 

acuerdo de paris
Imagen: Neeti Banerji.

Pero el gobierno federal mantiene su rumbo por seguir contaminando y elevando los GEI con el uso de combustibles fósiles, con su plan en la CFE, por ser omiso en la deforestación que sigue arrasando selvas y bosques, por mantener su proyecto insignia de la Refinería de Dos Bocas, entre otras políticas que van contra el ambiente y atentan contra la salud de los mexicanos.

Hasta ahora las denuncias de diversos actores sociales como las cúpulas empresariales, las ONG, líderes ciudadanos, expertos, académicos y los partidos de oposición, no han logrado frenar esta política retrógrada.

Sin embargo, ahora con el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien junto con congresistas demócratas promueven que se incluya en el Capítulo 24 del T-MEC los compromisos del Acuerdo de París, tal vez esto implique una presión fuerte al gobierno de López Obrador y entonces si tenga que girar su política hacia las energías limpias.

Mientras, la ONU clama a nivel mundial por mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados Centígrados e impulsar acciones por limitarlo a 1.5 grados.

Así o más claro…


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Epifanías callejeras. Inverosímiles ficciones alimentarias

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Durante años he cocinado el deseo de llevar a cabo un proyecto que, hoy en día, ya no es original. Me obsesioné con las imágenes de los puestos de comida callejeros: tortas, tacos, hamburguesas, hot dogs, cochinitos en jacuzzi de aceite en un cazo, camarones pergeñados con un marcador negro, sin olvidar los helados del carrito de nieves “El verano”. Todavía no comprendo el porqué de mi obsesión. Quizá porque son imágenes entrañables que coleccionaba en la mente desde muy niña, cuando hacía fotos virtuales con los ojos a toda velocidad, a través de la ventana del coche.

Los domingos mi papá me llevaba al parque de Pilares, era imperdible la parada en el carrito de hot dogs después de patinar. Entonces tenía tiempo de solazarme en la contemplación de una imagen pintada con esmalte sobre el aluminio, cascada y, sobre todo, inverosímil. Las imágenes de comida (piensen en las tortas, sobre todo), tendrían que cumplir la función de ser apetecibles, de atraer al comensal mediante su híper figuración. Y resulta que atraen como faros, pero no porque sean verosímiles.

tortas callejeras
Imagen: Ok City.

Años más tarde, cuando estudiaba Historia del Arte, comencé a ver estas imágenes con otros ojos. Según yo, con ojos experimentados. Advertí que sí hay composición, formas compartidas de resolver la presencia de un objeto en un espacio indeterminado, maneras de darle realce y hacerlo aparecer como de la nada. Hay imágenes que recurren a la perspectiva para mostrar, con pretensiones naturalistas, las proporciones y características de una suculenta torta. Otros hacedores, menos experimentados en el arte, recurren a la representación frontal, en la cual no falta el humo que sale del pan para que quede muy claro que, en ese puesto, se venden tortas calientes.

Ahora bien: el relleno. Se trata de un desafío, pues pese a la amplia variedad que se ostenta en el menú, la torta de la lámina, esa epifanía callejera, siempre estará rellena de jamón. Si se entra en detalles, se mostrará la lechuga, el queso y el jitomate. Lo cierto es que la torta representada tiene que ostentar calidad y abundancia a toda costa.

tortas callejeras
Imagen: @TaBeComicz.

Hoy, con otras herramientas a la mano, como vinil impreso o pintura de aerosol, las imágenes de los puestos no abandonan su antigua enunciación. Como los organillos, la torta pintada sobre lámina adquirió el estatuto de tradición: forma parte de imaginarios compartidos y comunica efectivamente su mensaje. Recuerda las famosas pinturas de pulquerías (prácticamente en extinción declarada) y la pintura que durante algunas décadas ornó el vidrio trasero o los cofres de los camiones. El vinil publicitario se yergue como su principal enemigo: acaba con la creatividad y expresión individual del chofer.

Pintar una torta, es como pintar la promesa de un milagro. En estos días de semáforo rojo, cuando se supone que nos piden no comer en los puestos, sino sólo comprar para llevar, los puestos de tortas, tacos, carritos con viandas diversas, esquinas en donde surgen botes de tamales y elotes, son un hervidero de comensales. En los puestos callejeros parece que no hay pandemia: se aprecian como oasis que escapan de la prohibición y del miedo y le ofrecen al transeúnte el remanso de paz del que quizá sea su alimento fuerte del día. Inverosímiles ficciones alimentarias, la comida que la pintura hace aparecer sobre las láminas nos llama por su colorido pero, sobre todo, porque sus formas y soluciones compositivas son valores entendidos en nuestra cultura. En un mundo de cadenas transnacionales, de vinil que cubre prácticamente cualquier superficie y la hace homogénea, la pintura de los puestos callejeros es un grito de identidad.


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Culpa versus responsabilidad

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La reflexión humana llevó a dividir el entorno y las circunstancias para estudiarlas y entenderlas mejor. Con esto el nivel de conocimiento avanzó considerablemente; sin embargo, esta extrema especialización alejó la comprensión integral de la realidad. En efecto, nada existe por y para sí mismo ni es ajeno a todo lo existente; por el contrario, todo está relacionado y la interdependencia es la característica ineludible de toda la creación.

De la misma manera, ninguna dimensión en el ser humano es independiente o ajena de las otras. Por ello, hablar de cualquier aspecto de la persona es también hablar de su dimensión espiritual y entender la existencia integralmente un factor fundamental para encontrar mejores condiciones de vida para todos y para todo.

La interrelación con todo se da en el límite de cada fenómeno el cual cumple simultáneamente dos funciones: separar y ser el medio de contacto. En esta frontera acontece la existencia, a veces de forma fluida otras conflictivamente, cuando esto sucede, es necesaria alguna condición que permita identificar y valorar la tensión en dicho borde para resolverlo adecuadamente.

Culpa y responsabilidad
Imagen: Andrea de Santis.

Esta condición de posibilidad es la culpa y su función, simplemente identificar la fricción para generar la conducta necesaria frente a cada situación. Así, inmediatamente después de la primera percepción del conflicto, la experiencia humana se encamina hacia una interpretación que se manifiesta disfuncionalmente, como sentimiento de culpa, o funcionalmente, como responsabilidad.

El sentimiento de culpa se concentra en el pasado con una sensación de victimización cuando se es el afectado o de preocupación por la propia imagen si es el agresor. Esta interpretación impide movilizar la existencia, proyecta la atención al pasado, donde nada se puede hacer e impide la proyección al futuro.

La responsabilidad, en cambio, mira la situación en tiempo real, visualiza el daño, propio o ajeno, busca la reparación, suelta la experiencia y se proyecta creativamente hacia el porvenir.

Culpar es una interpretación común y frecuente que se aprende en la cultura y que incluso algunas concepciones académicas fomentan; sin embargo, el resultado que da esta comprensión atrapa la existencia con resultados pobres y de escasa calidad. Muy al contrario, entender los acontecimientos con responsabilidad permite mirar mejor el presente, es un apoyo sólido para lanzar la existencia al futuro y proporciona mejores condiciones de existencia.

Culpa y responsabilidad
Imagen: Riz.

Culpar al destino, al pasado, o a otros por las condiciones de vida personal en un momento dado es considerar que se es un títere a expensas del destino y de los demás, genera autocompasión, paraliza la existencia, interrumpe el progreso y la tragedia domina el horizonte.

En cambio, responsabilizarse de la propia existencia empuja el destino de la persona en la dirección que desea con toda la realidad que le da reconocer las condiciones del medio ambiente, los recursos externos a los cuales puede recurrir, así como las herramientas internas con las que cuenta para hacer frente a la situación.

Responsabilizarse de la propia existencia es dirigir la vida en el sentido que se considera pertinente, del pasado aprende, pero se deja atrás para emplear toda la energía vital en construir un futuro atractivo de acuerdo a las propias expectativas.

Responsabilizarse de la propia existencia es reconocer que ningún evento, por dramático que sea, tiene la capacidad de suyo para detener y frustrar la vida mientras ésta se conserve. Asume que todo proyecto consume tiempo y recursos; requiere de esfuerzo, de constancia y a veces de flexibilidad para adaptarse a situaciones emergentes. Puede renunciar a proyectos concretos, pero nunca a la posibilidad de hacer de la vida una experiencia que valga la pena ser vivida.


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La salud de AMLO

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En el día 332 de la pandemia en México, al filo de las 18:30 hrs. del domingo, el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador cimbró al país y lo puso en emergencia máxima, al confirmar en su cuenta de Twitter su contagió del terrible coronavirus SARS-CoV-2 causante de la enfermedad Covid-19.

El Primer Mandatario pasó, en un instante, de ser el líder que encabeza la lucha contra la pandemia a convertirse en parte de las siniestras estadísticas que han dejado ya más de 150 mil muertes y cerca de dos millones de personas contagiadas.

La mañana del lunes y hoy, martes, la secretaria de Gobernación, doctora Olga Sánchez Cordero, suplente en las mañaneras del presidente, comunicó que el Primer Mandatario se encuentra en “todo el ejercicio de sus funciones como Presidente de la República, estable y bien”. 

El mismo lunes, a media mañana, en un nuevo mensaje de Twitter, el presidente difundiría una foto donde se le ve bien e informaría que la llamada con el presidente ruso Vladimir Putin, permitirá adquirir 24 millones de vacunas Sputnik V, cuyo resultado de la fase 3 aún se desconoce.

Desde que anunció su contagio, llovieron mensajes de solidaridad nacional e internacional manifestando preocupación, respaldo y los mejores deseos por la pronta recuperación de la salud del presidente.

Aunque también proliferaron memes ingeniosos aderezados con la picardía mexicana que ve a la muerte con esa dualidad tan especial: por un lado, con respeto, pero también la reta, la trata con sorna y la invoca. 

A pesar de que en el mismo mensaje donde anunciara su contagio, el Primer Mandatario señala que sus síntomas son leves y ya está en tratamiento médico, no puede confiarse él, ni su grupo de médicos, ni nadie. 

Todos queremos que continué su mandato como si nada hubiera pasado, pero, pase lo que pase, haberse contagiado marcará un parteaguas, un antes y un después para AMLO.

salud de amlo
Foto: RTVE.

Además, una cosa es lo deseable y otra, muy diferente, la realidad que, tarde o temprano, siempre termina por imponerse.

Por eso, tenemos que ver con objetividad y responsabilidad cuál es la evolución del estado de la salud del presidente y, hay que decirlo, tenemos que estar preparados para cualquier escenario.

Con esto no digo que se encuentre mal, me refiero a estar preparados como nación para el mejor escenario y para que el peor desenlace no nos atropelle, aunque, insisto, todos queremos ver el mejor de los lados.  

Lo cierto es que, en los primeros días de contagio, los síntomas nos son tan severos como los que le siguen a la enfermedad, conforme se inocula el virus en el organismo humano.

Recordemos que el estado de salud, la edad y los antecedentes clínicos del Primer Mandatario son fundamentales e indican que los médicos deben estar muy alertas a su evolución sintomática.

El presidente es un hombre que duerme poco, trabaja en exceso y su edad, cercana a los 70 años, con padecimientos de hipertensión y el antecedente de haber sufrido un infarto, lo colocan entre la población muy vulnerable al agresivo y letal coronavirus SARS-CoV-2. 

Aunque ya se dijo que, por el derecho a la privacidad, no se van a revelar datos clínicos, los mexicanos tenemos derecho a saber cómo va su salud porque es un asunto de interés público.

Por lo pronto, el mandatario se encuentra bien, de lo contrario ya lo hubieran ingresado en un hospital y no podría ni llamar por teléfono con nadie. Esperemos que la carga viral que lo infectó sea leve y no trascienda.

Son momentos de tensión e incertidumbre que nos obligan a estar al pendiente de la salud del Primer Mandatario.

Esperemos que este hecho lamentable por cualquier lado que se vea, no paralice al gobierno y que reaccione en bloque y articuladamente para aminorar la crisis sanitaria que se está saliendo de control.

La pandemia ya está en las calles de la Ciudad de México con expresiones dramáticas: hospitales saturados.


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Agua Salada, una crónica de supervivencia (Parte III)

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Día 8

Lo primero que vi cuando desperté fue a Karen sentada en la mesa del camarote escribiendo en el cuaderno. Hizo una pausa, volteó, me lo barajó para acreditar que él mismo estaba por terminar sus hojas, y me dijo que con la información que yo le había traído llevaba ya dos páginas reportándolo a los demás. Mientras regresaba a su tarea, por primera vez desde el inicio del caos, el anuncio que repetidamente daban por los altavoces –y que habíamos dejado de atender– cambió:

—“A partir de hoy, las raciones de comida y agua serán reducidas a la mitad, favor de racionarlas al máximo”.

—Karen se limitó a mirarme y decirme con un dejo de sonrisa: “no te preocupes, te daré de mi parte, yo no como demasiado…”.

Pasamos el día esperando la nueva ración y alguna noticia nueva del exterior sin sobresaltos… y sin comida. Ahondamos en conversaciones sobre nuestras vidas, nuestras familias, nuestro trabajo, nuestras expectativas y nuestros miedos. El camarote se había convertido en un pequeño reducto en el que dos personas extrañas, de puntos opuestos del mundo, flotando en medio del mar, estaban dispuestas a hacerse mutuas confesiones en busca de la liberación de cargas, de recuerdos inservibles, de culpas y de miedos.   

Al llegar la noche algo había cambiado en el barco, había cierto silencio, cierta expectación diferente a los días previos, cierta calma, y mucha hambre. La comida de todos los días no había llegado, lo cual marcaba un punto de preocupación particular. Karen sacó de algún lugar un par de barras de chocolate que había llevado consigo y que fue como una cena en el mejor restaurante del mundo. Afuera, a lo lejos, la estela de luz de la luna se reflejaba en el mar hasta nuestra mirada, sugiriendo un camino hacia un mejor lugar.

Me dispuse a dormir pesando en la suerte que habrían corrido mis compañeros de viaje, especulando furtivamente en que sería, posiblemente, una de mis últimas noches en el mundo, cuando sentí algo hasta ese momento imprevisto. El cuerpo de Karen, detrás de mí, abrazándome como mejor pudo y pidiendo permiso para acurrucarse a mi lado. “Si hay virus no te preocupes, llevo 8 días sin ver a nadie… soy covid free”.

secreto en el camarote
Imagen: Anna Hagen.
Día 9

La llegada del cuaderno, por la mañana, trajo noticias sorprendentes. Alguien de los que repartía comida había informado a uno de los vecinos que la situación era ya insostenible, que la comida se había terminado y el agua escaseaba, y que cosas muy graves sucederían en las próximas horas. Si había algún plan de escape, había que ponerlo en marcha de inmediato. El cuaderno viajó y viajó de lado a lado innumerables veces hasta lograr un consenso entre los integrantes del grupo. Todos se concentrarían en el balcón del extremo sur, para desde ahí trepar con cuerdas a uno de los botes salvavidas que se ubicaba unos 3 metros arriba, para tratar desde ahí de descolgarlo al mar y huir.

Un plan parecido al que había seguido Isabel, cuyo final desconocíamos, pero del que teníamos indicios de que habría fracasado. No habían muchas más opciones. Sin agua y sin comida lo siguiente en el barco era la anarquía total, la guerra salvaje entre grupos para tratar de sobrevivir.

En las horas siguientes nos concentramos en preparar la huida, pactada para las 4 de la mañana. Había que llevar todas las provisiones posibles, cosas para cubrirse del sol, papeles personales, cubrebocas, medicamentos, todo aquello que pudiera servir como arma, y dejar cartas explicando la decisión, para el remoto caso de que nuestros familiares pudieran algún día recibirlas.

En mi caso, tenía que intentar entrar en contacto con Juan, que debía permanecer en mi camarote, y convencerlo para tratar de escapar con nosotros. Ahora sí, el tiempo se agotaba y no se veían otras opciones. Pasé de balcón en balcón hasta el punto que consideré más cercano a mi camarote, salí y corrí por el pasillo hasta llegar al lugar. Toqué y toqué sin respuesta, traté de entrar con mi llave y estaba desactivada. Tuve suerte, no me cruce con nadie en el camino. Regresé sobre mis pasos con la zozobra de la incertidumbre.

Cuando regresé, cansado y abatido, informé a Karen sobre el resultado y me acosté a descansar para acometer el plan de escape en 3 horas más. Otra vez Karen se acomodó a mis espaldas y me reconfortó. Sin saber cómo consumimos las últimas horas en besarnos y hacer el amor hasta media hora antes de la hora final. En la vida siempre supe que cuando uno desnuda su alma ante una mujer, desnudar el cuerpo es ya solo cuestión de tiempo y circunstancias. Y Karen y yo nos habíamos desnudado por completo casi desde que nos conocimos. Fue estrujante pensar en que, para ambos, era una despedida sin tener idea de si al menos podríamos ver el siguiente amanecer.  Afuera del balcón estaba la noche, que no era el miedo en sí, sino sólo el lugar en que éste habita.

Día 10

No pudimos dormir, a las 3 de la mañana debíamos iniciar el camino entre balcón y balcón para llegar al punto desde el cual podríamos trepar hacia el bote salvavidas. Justo antes de partir cambié de opinión. No supe por qué, no tenía una razón elaborada, no hacía sentido, pero algo me decía que era mejor quedarme donde estaba. Traicionar mi intuición, que siempre me había servido, era lo único que no podía permitirme.

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Imagen: Gérard DuBois.

—Lo siento Karen, no voy, aquí me quedo, prefiero esperar.

Insistió 5 minutos y desistió, tenía que iniciar el camino o la dejarían atrás.

Nos deseamos suerte, nos cruzamos números de contacto, nos abrazamos como viejos amigos y prometimos vernos pronto en tierra, cuanto todo esto hubiese terminado. Y se fue.

Mi primera sensación fue que estaba dejando ir la única oportunidad que me quedaba de escapar de la caja flotante, pero ya era tarde, ya ni queriendo podría alcanzarlos. Me senté en el balcón, tratando de identificar diferencias entre el negro de la noche y el negro del mar, y esperando para ver si alcanzaba a identificar alguna luz o sonido del bote escapando hacia tierra segura. Nada. Me quedé esperando hasta que el amanecer me faltó al respeto con un sol quemante frente a los ojos, anunciando un día más de calor sin aire acondicionado.

Sin nada que hacer, sin comida, sin agua, sin libros, sin nadie a mi alrededor me recosté mirando al techo y sentí un mareo, algo se había movido ajeno a mi voluntad. Un primer impulso, y luego otro, y otro más. El barco, el barco se estaba moviendo. Los gritos de otros camarotes identificando el movimiento me confirmaron esa inconcebible noticia. El barco avanzaba. Salía al balcón a buscar la espuma de la estela del barco, y aunque apenas incipiente, ya se anunciaba el vaivén del casco del crucero rompiendo las pequeñas olas.

Toda mi energía, mi atención, mis pensamientos y mi voluntad estaban puestos en que el barco debía seguir avanzando. Un nuevo anuncio en los altavoces empezó a dar forma a una realidad que nos había abandonado por 10 días, el anuncio empezaba diciendo: “Les habla el capitán…”.

Sin explicar nada se limitó a decir que habíamos sido autorizados para avanzar hacia puerto en la isla de San Cristóbal y Nieves, a donde deberíamos estar llegando en aproximadamente 5 horas. Se nos pedía no salir de nuestros camarotes y esperar nuevas instrucciones. Por ningún motivo debíamos salir de nuestros camarotes. No importaba nada, la inminencia de estar en tierra en 5 horas era una información difícil de procesar. Los gritos de alegría de otros pasajeros y el llanto de otros confirmaba que no estaba sufriendo alucinaciones. Para ese momento, además, la velocidad del barco ya era notable.

Pensé en ir a mi camarote por mi maleta y ver si encontraba a Juan, pero me pareció un riesgo innecesario cuando la solución estaba a la vista. Ya habría tiempo de buscarlo, o en su caso nos veríamos “abajo”. Reparé entonces en la palabra “abajo”, que de todas las del idioma español se convertía en la más bella: “abajo”, “abajo”, “abajo”.

altoparlante del camarote
Imagen: Pinterest.

Cuando empecé a identificar, a lo lejos, el perfil de ciertas breves montañas mi corazón dio un vuelco. Era un hecho, nos estábamos acercando a tierra y podríamos salir de la trampa mortal flotante. No más hambre, no más sed, no más pensamientos suicidas. No más agua salada en la piel.

A escasos 400 metros de la orilla los altoparlantes del barco empezaron a repetir la misma instrucción hasta la saciedad.

—Nadie deberá salir de su camarote. Para abandonar el barco debemos esperar autorización de las autoridades locales, y llamaremos camarotes de dos en dos hasta desocupar el navío. Cada persona debe llevar sus pertenencias.

No importaba. Nada importaba. Después de 11 días de incertidumbre, esperar unas horas más, ya con la tranquilidad de estar en tierra era sólo un breve estirón adicional a la reserva de paciencia. Tocamos tierra, aunque me tocó del lado del barco en el que no era posible ver hacia la isla, pero podía ver el puerto y parte de la ciudad a lo lejos. De alguna manera nuestro secuestro había terminado y nos estaban liberando.

Prendí mi celular, no había señal, por lo que lo volví a apagar para no gastar lo que me quedaba de pila. Ya habría oportunidad de encontrar señal en tierra. Después de dos horas de espera, por fin la voz en las bocinas empezó a dictar los números de camarotes cuyos ocupantes podrían ya salir. Dos minutos después otros dos, y dos minutos después otros dos. Hice cuentas, con el número que tenía debían pasar unas 3 horas más para que llegara mi turno. 

A veces la voz paraba y no llamaban a nadie, lo que fue demorando la salida por horas y horas. La secuencia era extraña, porque había ciertos números de camarotes que simplemente, eran saltados. Dormitaba entre llamados y llamados, tratando de identificar una secuencia que me permitiera un mejor pronóstico de mi momento de caminar hacia la libertad.

Continuará…


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Reconocimiento facial: lo que implica que se sepa quiénes somos

Lectura: 3 minutos

En la revolución digital en la que estamos inmersos, se ha vuelto común el empleo de tecnologías de reconocimiento facial para acreditar nuestra identidad, ya sea para fines de seguridad, médicos, financieros, laborales, e incluso, para interactuar en redes sociales.

A través de ella desbloqueamos nuestros teléfonos móviles, autorizamos operaciones bancarias, “etiquetamos” amistades en fotos, ingresamos a nuestros trabajos, o bien, podemos localizar personas desaparecidas o que hayan cometido un delito.

Woodrow W. Bledsoe –uno de los pioneros de la Inteligencia Artificial– en los años sesenta, desarrolló el primer sistema semiautomático de reconocimiento facial capaz de ubicar y calcular proporciones de oídos, ojos, nariz y boca en fotografías para su comparación con fuentes de datos de referencia.

¿Qué es el reconocimiento facial? De acuerdo con el Grupo de Trabajo del artículo 29 de la Unión Europea, se trata del procesamiento automatizado de imágenes digitales (fotografías, videos grabados y en vivo) que contienen rostros de personas y que sirve para identificarlas, categorizarlas o autentificar su identidad.

reconocimiento facial
Imagen: Jon Berkeley.

Esta tecnología permite reconocer a un individuo a partir de sus datos biométricos, al confrontar los rasgos físicos de su cara, como la distancia entre sus ojos, la longitud de su nariz o el ángulo de su mandíbula, con plantillas previamente registradas y relacionadas con una identidad específica.

La tecnología no es ni buena ni mala. Su ventaja está en la manera en cómo la aprovechamos, sin vulnerar derechos fundamentales. Por ejemplo, el reconocimiento facial se ha utilizado con éxito para facilitar al Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano y a otras instituciones de salud estadounidenses, el diagnóstico de la enfermedad genética Síndrome de DiGeorge, que afecta desde 1 de cada 3000 a 1 de cada 6000 niños y cuya detección es especialmente difícil en África, Asia y Latinoamérica.

El rostro es un dato biométrico porque da cuenta de las características físicas de una persona, lo que permite identificarla o hacerla identificable. Además, es un dato personal sensible, porque incide en su esfera más íntima y su uso indebido pueda causarle discriminación o ponerla en un riesgo grave.

Pero ¿qué implica que se sepa quiénes somos mediante el reconocimiento facial? Una de las principales preocupaciones es que a través de su aplicación se atente contra los derechos humanos. Por ello, su empleo debe regirse por el cumplimiento de principios y deberes del sector público y privado que garanticen la protección de los datos personales.

En 2019, la empresa VPNMentor descubrió una importante brecha de seguridad en una base de datos de la plataforma Biostar 2, que gestionaba los sistemas de seguridad de acceso a instalaciones de 5,700 organizaciones en 83 países, incluidos gobiernos, multinacionales, bancos y la policía metropolitana del Reino Unido.

rostro biometrico
Imagen: Claire Merchlinsky.

Los investigadores de la empresa tuvieron acceso a más de 27.8 millones de registros y 23 gigabytes de datos como huellas digitales, información de las caras e imágenes de los usuarios, sus nombres, contraseñas, domicilios, correos electrónicos, entre otros.

Con motivo de la firma, en 1981, del Convenio 108 del Consejo Europeo para la Protección de las Personas con respecto al tratamiento automatizado de datos de carácter personal, cada 28 de enero, desde 2006, conmemoramos el Día Internacional de la Protección de Datos Personales, para difundir los derechos que tenemos para el cuidado de nuestra información personal, y las responsabilidades de su buen manejo.

El reconocimiento facial plantea retos sobre su aplicación segura y legal en el tratamiento de datos biométricos, salvaguardando los derechos de las personas. En esa misión, los órganos autónomos guardianes de los datos personales, como el INFOCDMX, tenemos un papel esencial para garantizar su protección, sin dejar de aprovechar la tecnología.

Decía Cicerón que “el rostro es el espejo del alma, y los ojos, sus delatores”. El derecho a la protección de nuestros datos personales nos da el poder de decidir quién y cómo los trata. Nosotros decidimos quién puede ver nuestra alma y saber lo que nuestros ojos revelan sobre nuestra intimidad.


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Carta a un amigo

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En estos días en que Don Carlos Orozco Ibarra fue requerido en la Gloria, se unieron nostalgia y cariño; se adelantó en el viaje eterno un hombre leal, generoso quien seguramente llegó en hombros de los ángeles al infinito. Acompañado por las buenas vibras de muchos que le conocimos y queremos.

Al respecto, escribí en El Universal que la amistad es una de las relaciones más agradables en la vida y afirmé que un verdadero amigo es aquél que se adhiere a veces más estrechamente que un hermano, es constante en su lealtad, siempre acude en ayuda de su compañero angustiado, y lo aconseja con fidelidad.

Agrego que como amigo uno vive como propio, los momentos de felicidad del otro, el gusto de compartir actividades, ideas, experiencias, gustos, lo que implica el interés por pasar tiempo juntos.

Se dice que un amigo es aquél que no está solo cuando las cosas van bien, sino también en momentos de dificultad y utilicé a Los Tres Mosqueteros y D’Artagnan como un ejemplo de amistades profundas.

Recordé así, a uno de los más cercanos colaboradores del Licenciado Alberto Baillères, a quien en varias ocasiones y a través de la nomenclatura de sus toros le comunicó públicamente a Don Carlos, el sentir de muchos años de trato continuado, de enfrascarse en resolver los galimatías y alegrías del corto, mediano y largo plazos en todos los rubros en los que invierte Don Alberto, incluyendo por supuesto el taurino.

Don Alberto leyó el artículo y amablemente me dirigió una emotiva carta en la que  manifestó la sensación que le produjo cuando se adelanta el amigo de muchos años, en el paseíllo de la vida, y expresó su reconocimiento hacia Don Carlos.

La reproduzco porque su contenido es muestra palpable de sentimientos que, en época tan aciaga, leerlo nos reconfortan:

Tu artículo publicado en El Universal sobre la partida de este mundo de Don Carlos Orozco es verdaderamente afortunado, así como tu descripción de la amistad y su significado en relación a lo que significó la vida de Carlos.

En estos tristes momentos que experimento un profundo dolor por la partida de mi entrañable y queridísimo amigo y colaborador, tus palabras me han conmovido y llegado a lo más profundo de mi corazón.

Bien sabes lo que Carlos te apreciaba y también conoces la íntima y profunda relación que teníamos Carlos y yo. Para mí fue un ser sumamente especial en mi vida, ¡nos identificamos como amigos, colaborados y mosqueteros! Compartimos nuestras vidas intensamente por más de 60 años, desde que éramos unos críos.

El Grupo Bal que me honro en presidir, le debe muchísimo a Carlos, sin él no hubiera sido posible el crecimiento exitoso del Grupo.

A mi querido Carlos nunca lo olvidaremos.”

Y esto último es cierto, nos deja Don Carlos un recuerdo imborrable en quienes tuvimos el privilegio de estrechar su franca mano. A Don Alberto le agradezco su emotiva misiva y lo abrazo con afecto, honran sus palabras sobre el sentido de la amistad, por todo lo alto.


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