Felicidades a mi querida hermana Arlet por su reciente cumpleaños.
Después de muchos años reaparece en el discurso mediático el fantasma de la llamada guerrilla. Digo fantasma ya que por un lado asusta y, por otro, no tenemos certeza de su existencia. Los Estados modernos se caracterizan por regirse a través de normas legales, las cuales sirven como reglas de reconocimiento e interpretación de los fenómenos que acontecen en una sociedad determinada. Es decir, la norma jurídica nombra dichos fenómenos y los trae a la realidad atribuyendo consecuencias de derecho. Por consiguiente, hablar de guerrilla es dar por sentado que nuestro sistema la considera en los términos y consecuencias jurídicas que ello implica.
¿Será ignorancia de nombrar así este tipo de fenómenos beligerantes? ¿Será con intención de legitimarlos al interior de nuestro país y justificarlos al exterior conforme al derecho internacional? |
Utilizar el nombre de guerrilla para aquello a lo que nuestro derecho considera un concurso de delitos y consecuencias punitivas puede generar tal nivel de confusión que podría considerársele, inclusive, como un acto debido y necesario sin que se repare sobre los medios violentos a los que suelen recurrir para lograr sus objetivos. Hablar constantemente de “guerrilla” provoca exaltaciones dentro y fuera del país. Al interior porque azuza a grupos subversivos y armados a manifestarse para apoyar movimientos como los de la CNTE y su reciente confrontación con la Policía Federal de la Comisión Nacional de Seguridad en Nochixtlán. Al exterior porque, de igual manera, azuza a organismos internacionales públicos y privados como Amnistía Internacional o la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, mismos que ejercen presiones políticas, sociales y económicas de diversa índole al gobierno para que actúe de determinada forma. De tal suerte que México está entre las tenazas de una pinza la cual prensa brutalmente por el mango hasta casi la asfixia.
La analogía de la pinza refleja lo que nos está sucediendo. Un brazo de su tenaza es el gobierno y el otro la sociedad; a uno y otro les ejercen tal empuje que terminan enfrentándose entre sí. Lamentablemente en medio estamos todos; ambos brazos de la tenaza son una misma cosa y de seguir la confrontación, el único destrozado será nuestro país. ¿Quién y para qué ejerce tal empuje? No es tarea fácil descifrarlo, sin embargo, es claro que cuando un país se desestabiliza se infiltran en él un sinnúmero de intereses totalmente ajenos, con el objetivo de incidir en su destino y sobre sus recursos.
Particularmente es en el sureste mexicano donde se hace eco desde hace tiempo de un proyecto separatista; se ha intentado dotar de autonomía a los estados que conforman dicha región, con lo cual podrían regular jurídicamente la explotación de sus recursos naturales. Es decir, ya no serían propiedad de la nación según la Constitución Federal, sino de aquellos estados en particular: maderas, oro, plata, agua, petróleo y uranio, entre otros. La región del sureste no sólo es un hermoso y folclórico destino turístico, también representa un apetitoso botín.
Nuestra nación ha vivido procesos de lucha interna muy complicados en los que, si hubo beneficiados, nunca lo ha sido el pueblo o al menos no como se pretendía. Desde la época prehispánica hasta las guerras de Independencia (1810-1821), de Reforma (1857-1861) y revolucionaria (1910-1917) hemos transitado por el camino de la lucha; tuvimos un complicado y sanguinario reajuste del poder en el periodo postrevolucionario (1913-1928), así como la Guerra Cristera (1926-1929).
En la segunda mitad del siglo XX, a finales de los años 60 y 70, el Movimiento Estudiantil y las apariciones del Partido de los Pobres, del Movimiento Armado Revolucionario o de la Liga Comunista 23 de septiembre, por mencionar sólo algunos de estos movimientos, nos orillaron nuevamente al conflicto social. En la década de los noventa surgieron el EZLN (Chiapas 1994), el EPR (Oaxaca 1996) y el ERPI (Guerrero 1997). Actualmente, los llamados anarquistas se unen a cualquier tipo de manifestación que esté en contra del sistema caracterizándose por lo extremo de sus actos. Por si esto fuera poco, a finales del mes pasado, en el campus de Ciudad Universitaria de la UNAM, se perpetró el violento asesinato de un funcionario de la Facultad de Química, crimen que se adjudica un grupo extremista, del cual no haré mayor difusión ni propaganda.
En 2016 surge de nueva cuenta el caos social derivado del tema educativo. ¿Qué semejanzas políticas hay entre, por ejemplo, el movimiento estudiantil del 68 y lo que actualmente está sucediendo con la CNTE? ¿Quién fue el verdadero beneficiado en el 68? ¿Quién lo será ahora con el conflicto educativo?
¡Seguramente será aquél que está apretando la pinza! Lamentablemente siempre a costa de la carne de cañón. |
¿Quién está atrás de todo ello?
@marcialmanuel3